Actualizado el miércoles, 6 abril, 2022
En muhimu hemos compartido siempre los viajes más inspiradores y hoy, os traemos una nueva historia sorprendente. El joven Baptiste Dubanchet celebró su 26 cumpleaños después de recorrer 3.000km en bici durante 10 semanas. Pero lo realmente anecdótico es que durante su viaje solo comió alimentos tirados a la basura. Comenzó en Francia llegando hasta Polonia en una misión para destacar el problema del desperdicio alimentario.
Sí, has leído bien. Tiramos tanta comida a la basura que consiguió alimentarse durante esas semanas con la basura que iba dejando la gente.
Cuando llegó a su última parada en Varsovia, reconoció que no pensaba que pudiera hacerlo sin pasar hambre o que tuviera que finalmente tuviera que comprar algo. Pero así somos los «civilizados»: dejamos comida tirada por todos lados.
Así que Dubanchet terminó sorprendido por la abundancia de productos tirados a la basura de supermercados, pastelerías y restaurantes. Pudo comprobar de primera mano, lo fácil que le resultó alimentarse durante su viaje a través de Luxemburgo, Bélgica, Países Bajos, Alemania y República Checa.
Y también, lamentar que a pesar del hambre que muchas familias padecen no sólo en el tercer mundo, sino aquí, en Europa, a la vuelta de la esquina… hay otras muchas personas que tiran la comida que les sobra.
Después de hurgar en tantos cubos de basura, este extrabajador de comida rápida aprendió muchísimo sobre los hábitos de basura de las diferentes naciones europeas que visitó.
«Desperdiciamos recursos realmente buenos; hay tanta agua, energía y contaminación involucrada en crear algo que termina en la basura. Y hay millones de personas con hambre”
Su lucha en protesta contra el gran desperdicio de comida, demostró lo absurdo y son sentido que tratamos los alimentos. Hizo conincidir su viaje con el “Año Contra el Desperdicio de Comida” de la Unión Europea.
Pero el camino de este chico no siempre fue fácil, unos países eran más comprensivos que otros con su proyecto. Para poder acceder a los conteedores de supermercados y restaurantes Dubanchet pedía permiso al personal, en alguna ocasión trepo vallas para acceder a los basureros.
Uno de los tramos más complicados fue la República Checa, donde las personas realmente no comprendieron su proyecto; creían que era un indigente extranjero al que realmente no entendían porque pedía comida del basurero, además el basurero de los supermercados lo tenían bastante cerrado (aunque por suerte, Francia está cambiando esta ley).
Alemania se convirtió en su país aliado, no le pusieron pegas para entrar a los basureros, y no porque hubiera más desperdicios, sino porque las personas eran más receptivas con su misión. Luxemburgo también formo parte de los países con accesibilidad a basureros, algo que sin duda se le atribuye a su riqueza sus relajadas leyes sobre la eliminación de alimentos.
“Creo que el desperdicio de todos los países es similar. Los supermercados en todos los países trabajan de forma similar: las frutas y vegetales deben de verse perfectos y los que no, van a la basura».
Tras el éxito de su iniciativa, Dubanchet está deseando poder trabajar con supermercados y restaurantes para encontrar formas de reducir los desperdicios.
Pero este joven graduado en desarrollo sustentable no se limito a recorrer kilómetros y hurgar en los basureros, sino que parte de su misión comprendía la sensibilización de aquellos lugares a los que llegaba. Para ello visitó escuelas donde explicaba su proyecto a los estudiantes; y al mismo tiempo, aprovechaba y comía las sobras de las cafeterías escolares.
Para saber mas sobre el proyecto de Dubanchet, visita su página La Faim du Monde.