La historia empieza cuando un hombre se aproxima a la parada de taxis. Necesitaba llegar a la estación de tren. Los taxistas siempre respetan cierto orden de salida en estas paradas. El señor se acercó al coche que estaba encarado a la calle, al que le tocaba coger el servicio, y al asomarse vio que estaba conducido por una mujer y decidió recular y buscar otro vehículo.
El autor del famoso blog Ni libre ni ocupado, Daniel Díaz, vivió el instante en primera persona y se lo relató a El Español. Según él, el individuo dejó clara su opción: «Con una mujer no llego a tiempo ni de coña». Díaz era el segundo conductor de la fila de coches y se negó en rotundo a trasladar al usuario cavernícola. «Hay que acorralar a esa gente. Hay que intentar que, al menos, se sientan incómodos», dijo el bloguero, que utilizó su perfil de twitter para denunciar la situación.
Ayer un tipo se negó a subir en el primer taxi de mi parada porque la taxista era mujer. Yo era el segundo, y me negué a llevarle.
— simpulso (@simpulso) 8 de septiembre de 2016
Los demás taxistas de la parada se negaron también. Hay que acorralar a esa gente. Hay que intentar que, al menos, se sientan incómodos.
— simpulso (@simpulso) 8 de septiembre de 2016
El tipo amenazó con llamar a la policía por negarnos a prestarle servicio. «Llama, por favor», le dijimos. Al final se fue andando. Con 40°.
— simpulso (@simpulso) 8 de septiembre de 2016
El viajero se encabronó con los taxistas y les exigió que lo llevaran porque estaban obligados. Hizo, entonces, un alarde de fuerza moral amparado en la idea de que el cliente siempre tiene la razón y amenazó con llamar a la policía. Todos los conductores presentes se negaron a ofrecerle el servicio y, finalmente, el pasajero tuvo que arrastrarse a pie ante una temperatura de cerca de 40 grados.