Actualizado el lunes, 25 noviembre, 2024
Es un dato demoledor: 126 millones de adolescentes de todo el mundo piensan que algunas veces se justifica que un hombre golpee a su pareja. #EsMachismoCuando
Los menores de edad identifican la violencia de género pero no las actitudes previas. Las víctimas no hablan de violencia de género, sino de problemas con su pareja. Una de las razones por las que se justifica un maltrato psicológico o físico es el hecho de quemar la comida al cocinar, es decir, el típico despiste que ha muchos nos ha sucedido alguna vez. Estos datos también los confirma el informe Jóvenes y género. El estado de la cuestión que el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud ha publicado.
Los datos preocupan mucho. La investigación de las últimas décadas revela que cada vez con mayor frecuencia el maltrato está presente en los noviazgos entre adolescentes y jóvenes, donde encontramos que 9 de cada 10 adolescentes admiten que han ejercido violencia psicológica sobre su pareja.
El 30% de jóvenes cree que “cuando la mujer es agredida, algo malo habrá hecho”.
Se suelen argumentar motivos como motivos el hecho de discutir con el esposo, descuidar a los niños, negarse a tener relaciones sexuales o salir de casa sin permiso.
Las cifras, lejos de disminuir, no paran de crecer. La violencia, por desgracia, existe desde siempre pero los datos constatan ahora un rejuvenecimiento del maltrato. La cuestión es que los adolescentes tienen unas características psicológicas propias. Tienen un temperamento difícil, se les empiezan a despertar sentimientos que a veces no gestionan bien, tienen emociones más intensas y no saben cómo resolver los conflictos. Si no actuamos en esa etapa para enseñarles, para demostrarles valores de igualdad y el poder del diálogo, derivará en conductas inadecuadas.
Por ejemplo, en países como Afganistán, Guinea, Jordania, Malí y Timor, el 80% de las jóvenes está de acuerdo con que ciertas circunstancias lleven a el hombre a golpear a su mujer. Toda esta información procede del informe titulado Hidden in plain sight (Oculto a simple vista).
«Porque te quiero te golpeo»
Y en España, la justificación más usada es: «cuando la mujer es agredida por su marido, algo habrá hecho ella para provocarlo». Casi el 30% de los jóvenes está de acuerdo con ella. El mismo porcentaje cree, además, que la violencia dentro de casa es un «asunto de la familia» y que «no debe salir de ahí». Muchos jóvenes piensan que los insultos son algo normal dentro de una relación porque, según ellos, forma parte de lo que es amar. Al igual que los celos: creen erróneamente que si sientes celos de tu pareja es porque realmente la amas.
Lo que hacen no es justificarlo abiertamente sino que, en su realidad, cuando alguna chica lo vive, en ese momento lo justifica negando la situación. O, por ejemplo, cuando reciben una paliza de su novio, sus amigas no lo justificarían. Sin embargo, si les pasara a ellas, lo minimizarían, justificando que no es violencia, que solo fue un acto impulsivo. Las principales consecuencias recaen, sobre todo, en su autoestima y en su desarrollo vital, lo que puede dar lugar a trastornos de alimentación o de ansiedad, entre otros. Pero también puede influir en su futuro, en la forma de vivir sus relaciones de adultos.
Los primeros signos de la violencia de género en adolescentes, desde los celos y las humillaciones o el control del móvil, se justifican en la idea de un amor patriarcal en el que es normal que el varón quiera controlar a «su chica». ¿Tendrá la cultura audiovisual y musical algo que ver?
Las principales justificaciones por las que las mujeres piensan que otras mujeres se merecen las palizas van desde desobedecer a su pareja, hasta discutir con él, quemar la comida, no limpiar bien la casa, ser infiel o, simplemente, que el marido sospecha que lo eres.
Otro de los informes, llamado Violencia contra las mujeres en América Latina y el Caribe, realizó un análisis comparativo con datos de 12 países de la región y encontró que miles de mujeres creen que algunas veces está justificado que un hombre le pegue a su pareja. Entre los puntos que tenían la mayoría en común entraba la infidelidad.
Y, como suele suceder, los jóvenes entrevistados aseguran no identificarse como machistas, pero luego expresan su creencia de que las chicas se dejan impresionar por dinero y poder, que los celos son signos de amor o que determinadas prendas de ropa son propias de «facilonas que provocan».
¿Qué habría que hacer para cambiarlo?
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