• Skip to primary navigation
  • Skip to main content
  • Skip to footer

muhimu

Historias que merecen ser compartidas

  • LO MÁS LEÍDO
  • DESARROLLO PERSONAL
    • Salud y Psicología
    • Arte y Cultura
    • Educación y Formación
    • Crecimiento Personal
    • Diversidad
    • Historias Inspiradoras
    • Familia y Hogar
  • FINANZAS E INVERSIÓN
    • Finanzas e Inversión
    • Políticia y Economía
    • Ciencia y Tecnología
    • Pensamiento Crítico
    • Soft-skills Profesionales
  • UN MUNDO MEJOR
    • Feminismo + LGBTi+
    • Sostenibilidad
    • Innovación Social
    • Cooperación
    • Noticias Internacionales
    • Violencia y Conflictos
You are here: Home / Feminismo + LGBTi+ / Judith Butler, la filósofa que nos invita a elegir nuestro propio "género social"

Judith Butler, la filósofa que nos invita a elegir nuestro propio “género social”

25/05/2017 by Valeria Hiraldo

Mere­ce ser compartido:

Actua­li­za­do el Tues­day, 30 Novem­ber, 2021

Des­de el des­co­no­ci­mien­to y res­pe­to abso­lu­to a la comu­ni­dad Trans (que tan­to nos ha apor­ta­do al acti­vis­mo social), lan­zo mi opi­nión: De igual modo que ocu­rre con las muje­res cis que odian los pelos de su cuer­po, los pechos peque­ños, los labios vagi­na­les gran­des, la arru­gas de la edad… a los meno­res los some­te­mos a una pre­sión aún mayor sobre sus cuer­pos. Creo que hace­mos mucho daño a los niños y niñas aso­cian­do cier­tos geni­ta­les con gus­tos que pue­den expre­sar, cosas que pue­den hacer, tra­to que reci­ben, sen­ti­mien­tos de per­te­nen­cia… es nor­mal que odies tus geni­ta­les si son la cul­pa de tu escla­vi­tud esté­ti­ca, con­duc­tual… y de paso, de aco­so, crí­ti­ca, recha­zo. Creo que el caso es aún más con­flic­ti­vo en los niños ya que una socie­dad misó­gi­na siem­pre cas­ti­ga más que un niño lle­ve un ves­ti­do de prin­ce­sa a que una niña vaya ves­ti­da de vaque­ro. Y todo así.

Gran­des son los avan­ces en igual­dad que se han con­se­gui­do en los últi­mos años, como la inclu­sión de artícu­los en algu­nos esta­tu­tos de auto­no­mía entorno a la no dis­cri­mi­na­ción por orien­ta­ción sexual e iden­ti­dad de géne­ro y otros entre los que des­ta­ca el dere­cho al matri­mo­nio entre per­so­nas del mis­mo sexo —un ins­tru­men­to que ha otor­ga­do dig­ni­dad, segu­ri­dad, pro­tec­ción y auto­con­fian­za a miles de per­so­nas y a sus fami­lias—. Pero no es lo mis­mo orien­ta­ción sexual que iden­ti­dad de géne­ro. Pare­ce que fue­ran con­cep­tos que afec­ta solo a algu­nas mino­rías pero, en reali­dad, nos afec­tan a todos. A todos.

__ ¿Qué des­cu­bri­rás en este post? __

  • Obras des­car­ga­bles de Judith Butler
  • Conoz­ca las muchas for­mas posi­bles que pue­de adop­tar el género
  • La visión tra­di­cio­nal del géne­ro es sim­plis­ta, reduc­cio­nis­ta y problemática
  • Podría haber socie­da­des sin género
  • Podría haber socie­da­des con uno, tres o inclu­so infi­ni­tos géneros
  • Las socie­da­des de dos géne­ros pue­den variar mucho, depen­dien­do de sus nor­mas de género
  • Las nor­mas de géne­ro se ense­ñan a los niños a tra­vés de un pro­ce­so lla­ma­do socia­li­za­ción de género
  • Una socie­dad de dos géne­ros pue­de ser patriar­cal o matriarcal
  • La des­igual­dad de géne­ro exis­te en muchas áreas dife­ren­tes de la sociedad
  • El matriar­ca­do no es solo lo opues­to al patriar­ca­do, y la igual­dad de géne­ro pue­de reque­rir tras­cen­der una socie­dad de dos géneros
  • Como indi­vi­duo, su via­je de géne­ro comien­za con su asig­na­ción de género
  • Las asig­na­cio­nes de géne­ro se pue­den impo­ner rígi­da­men­te a las personas
  • Las asig­na­cio­nes de géne­ro se pue­den apli­car de mane­ra más fle­xi­ble, abrien­do espa­cio para dife­ren­tes iden­ti­da­des de género
  • La expre­sión de géne­ro y la orien­ta­ción sexual dan for­ma a la expe­rien­cia de géne­ro de un individuo

Obras descargables de Judith Butler

• El géne­ro en dispu­ta – Des­car­gar aquí
• Des­ha­cer el géne­ro – Des­car­gar aquí
• Cuer­pos que impor­tan – des­car­gar aquí
• Meca­nis­mos psí­qui­cos del poder – des­car­gar aquí
• El gri­to de Antí­go­na – des­car­gar aquí
• Len­gua­je, poder e iden­ti­dad – des­car­gar aquí

Judith Butler, la filósofa que nos invita a elegir nuestro propio "género social" 1

Hoy os trae­mos unas de las filó­so­fas y espe­cia­lis­tas en géne­ro que mejor nos pue­den ayu­dar a enten­der­lo: Judith Butler. Es una de las pro­fe­sio­na­les más pres­ti­gio­sas den­tro del cam­po del femi­nis­mo, que actual­men­te ocu­pa la cáte­dra Maxi­ne Elliot de Retó­ri­ca, Lite­ra­tu­ra com­pa­ra­da y Estu­dios de la mujer, en la Uni­ver­si­dad de Cali­for­nia (Ber­ke­ley). Esta revo­lu­cio­na­ria del géne­ro es cono­ci­da por su famo­sa publi­ca­ción, en 1990, El géne­ro en dispu­ta. Con este libro con­si­guió dar­le una vuel­ta de tuer­ca a la iden­ti­dad de géne­ro y pro­mo­ver el acti­vis­mo LGTBQ

“El femi­nis­mo ha afron­ta­do siem­pre la vio­len­cia con­tra las muje­res, sexual y no sexual, lo cual debe­ría ser­vir de base para una alian­za con estos otros movi­mien­tos, ya que la vio­len­cia fóbi­ca con­tra los cuer­pos es par­te de lo que une el acti­vis­mo anti­ho­mo­fó­bi­co, anti­rra­cis­ta, femi­nis­ta, trans e inter­se­xual”.

Rom­per con las con­cep­cio­nes socia­les basa­das en nor­mas cul­tu­ra­les sobre sexo, géne­ro y deseo ha sido su mayor reto, ya que en la lucha por la igual­dad estas no res­pe­tan la volun­tad de aque­llos suje­tos que no se ajus­tan a ellas. La pro­fe­so­ra insis­te en que en la actua­li­dad el géne­ro se ajus­ta a unas nor­mas socia­les basa­das en una repe­ti­ción obli­ga­da: “géne­ro per­for­ma­ti­vo”.

Judith Butler, la filósofa que nos invita a elegir nuestro propio "género social" 2

En la con­fe­ren­cia remar­có la impor­tan­cia de rom­per las cate­go­rías están­dar que diri­gen nues­tras vidas. La mayo­ría de las defi­ni­cio­nes se dan por sen­ta­das en el cam­po polí­ti­co y esto pro­vo­ca una vida enca­si­lla­da y poco vivi­ble. Estas cate­go­rías no fun­cio­nan, limi­tan mucho y hacen que muchas per­so­nas no se sien­tan iden­ti­fi­ca­das. Lo que per­si­gue el femi­nis­mo, acti­vis­mo y la teo­ría queer es, sim­ple­men­te, hacer más fácil la vida de las per­so­nas, una vida en la que poder afir­mar con tran­qui­li­dad y feli­ci­dad lo que nos sentimos.

A pesar de que Butler tenía un dis­cur­so enfo­ca­do en la pro­tes­ta y el des­acuer­do de los tópi­cos actua­les en el plano de géne­ro, su refle­xión ha tras­cen­di­do a otras luchas como la de las per­so­nas que ha día de hoy viven en situa­cio­nes pre­ca­rias. La gen­te no solo se reúne para pro­tes­tar y expre­sar su males­tar polí­ti­co, sino que nos uni­mos para estar jun­tos y lla­mar la aten­ción sobre todas aque­llas vidas que sufren en sus peque­ñas luchas.

“La tarea de todos estos movi­mien­tos (acti­vis­tas) con­sis­te en dis­tin­guir entre las nor­mas y las con­ven­cio­nes que per­mi­ten a la gen­te res­pi­rar, desear, amar y vivir, y aque­llas nor­mas y con­ven­cio­nes que res­trin­gen o coar­tan las con­di­cio­nes de vida”. —Judith Butler

Butler tam­po­co se olvi­da de la posi­ción de la mujer y sobre todo el gran pro­ble­ma del femi­ci­dio: muchas muje­res mue­ren de for­ma vio­len­ta y pasan des­aper­ci­bi­das para la socie­dad. Para hablar de esta lucha hay que nom­brar a dos auto­ras lati­no­ame­ri­ca­nas que han refle­xio­na­do lar­ga­men­te sobre el tema: Mon­se­rrat Sagot (Cos­ta Rica), quien rela­cio­na estas accio­nes con una for­ma extre­ma de terro­ris­mo sexis­ta y, por otro lado, Rita Lau­ra Sega­to (Bra­sil) que tam­bién incor­po­ra en la acep­ción de femi­ci­dio a aque­llas muje­res trans.

“Com­pren­der el géne­ro como una cate­go­ría his­tó­ri­ca es acep­tar que el géne­ro, enten­di­do como una for­ma cul­tu­ral de con­fi­gu­rar el cuer­po, está abier­to a su con­ti­nua refor­ma, y que la ‘ana­to­mía’ y el ‘sexo’ no exis­ten sin un mar­co cul­tu­ral”. —Judith Butler

Pero recuer­da: la impor­tan­cia de estas pala­bras solo ten­drá valor si pue­den apli­car­se de for­ma prác­ti­ca y posi­ti­va en la sociedad.

Judith Butler, la filósofa que nos invita a elegir nuestro propio "género social" 3

Las posi­bi­li­da­des de géne­ro son prác­ti­ca­men­te infi­ni­tas. Ade­más de los dos géne­ros con los que todos esta­mos fami­lia­ri­za­dos, las socie­da­des pue­den tener uno, tres, infi­ni­tos o inclu­so nin­gún géne­ro. Den­tro de las socie­da­des de dos géne­ros, pue­de haber mucha varie­dad entre las nor­mas de géne­ro de las dife­ren­tes cul­tu­ras, la des­igual­dad de géne­ro y los pro­ce­sos de socia­li­za­ción de géne­ro; por ejem­plo, una cul­tu­ra pue­de ense­ñar a sus niñas a ser pasi­vas, mien­tras que otra pue­de ense­ñar a sus niñas y niños a ser igual­men­te aser­ti­vos. Las expe­rien­cias indi­vi­dua­les de géne­ro de las per­so­nas están deter­mi­na­das por su asig­na­ción de géne­ro, iden­ti­dad de géne­ro, expre­sión de géne­ro y orien­ta­ción sexual. Las iden­ti­da­des de géne­ro de algu­nas per­so­nas difie­ren de sus asig­na­cio­nes de géne­ro, y sus expre­sio­nes de géne­ro pue­den dife­rir de las nor­mas de géne­ro de su cultura. 

Conozca las muchas formas posibles que puede adoptar el género

She / He / They / Me brin­da a los lec­to­res una opor­tu­ni­dad úni­ca de explo­rar los muchos con­cep­tos y fenó­me­nos del géne­ro. Tejien­do antro­po­lo­gía, his­to­ria glo­bal y estu­dios de géne­ro en una fas­ci­nan­te com­bi­na­ción de infor­ma­ción empí­ri­ca y espe­cu­la­ción teó­ri­ca, la auto­ra Robyn Ryle nos abre los ojos a la inmen­si­dad de las posi­bles for­mas que pue­de adop­tar el género.

¿Qué es el géne­ro? Esa es la pre­gun­ta en el cen­tro de estas ideas, pero aler­ta de spoi­ler: no te darán una res­pues­ta defi­ni­ti­va. De hecho, ¡no exis­te tal res­pues­ta! El géne­ro pue­de ser cosas dife­ren­tes para dife­ren­tes per­so­nas en dife­ren­tes socie­da­des en dife­ren­tes momen­tos. Inclu­so pue­den ser cosas dife­ren­tes para las mis­mas per­so­nas en dife­ren­tes eta­pas de sus vidas. 

En lugar de un fenó­meno úni­co y fijo, pode­mos ima­gi­nar el géne­ro como un pai­sa­je, a tra­vés del cual las socie­da­des y los indi­vi­duos pue­den tra­zar varios cur­sos. Cada cur­so reve­la otra posi­bi­li­dad, y las posi­bi­li­da­des son casi infinitas. 

Como resul­ta­do, no pode­mos tra­zar el terreno del géne­ro en su tota­li­dad; sim­ple­men­te hay mucho terreno que cubrir. Pero hay algu­nos cru­ces cru­cia­les en los que se rami­fi­can las posi­bi­li­da­des de géne­ro, como cami­nos que se extien­den des­de una serie de encru­ci­ja­das. Explo­ra­re­mos algu­nas de esas encru­ci­ja­das y cami­nos principales. 

En el camino, aprenderás 

  • que hay más de dos géneros; 
  • cómo sería una socie­dad domi­na­da por muje­res; y
  • lo que tras­cen­der por com­ple­to el géne­ro podría sig­ni­fi­car para la sociedad.
Judith Butler, la filósofa que nos invita a elegir nuestro propio "género social" 4

La visión tradicional del género es simplista, reduccionista y problemática

Antes de empren­der nues­tro via­je para explo­rar las posi­bi­li­da­des del géne­ro, pri­me­ro debe­mos per­der algo de nues­tro equi­pa­je. De lo con­tra­rio, lle­va­re­mos dema­sia­do peso para via­jar libremente. 

Para ali­ge­rar nues­tra car­ga, debe­mos dejar de lado la noción con­ven­cio­nal y sim­plis­ta de géne­ro que pue­de arras­trar nues­tro pen­sa­mien­to sobre el tema. 

Comen­ce­mos colo­cán­do­lo sobre la mesa y exa­mi­nan­do su lógi­ca. Por lo gene­ral, se pien­sa en el géne­ro como una dis­tin­ción natu­ral y obje­ti­va que divi­de a las per­so­nas en una de dos cate­go­rías: hom­bre o mujer. Si eres hom­bre, nor­mal­men­te tie­nes pene y actúas de deter­mi­na­das for­mas que la gen­te lla­ma “mas­cu­lino”, como ser domi­nan­te y sen­tir­te atraí­do sexual­men­te por las muje­res. Por el con­tra­rio, si eres mujer, nor­mal­men­te tie­nes vagi­na y actúas de deter­mi­na­das for­mas que la gen­te lla­ma “feme­ni­na”, como ser pasi­va y sen­tir­te atraí­da sexual­men­te por los hombres. 

Esa es más o menos la com­pren­sión del géne­ro de “sen­ti­do común” en la socie­dad occi­den­tal moder­na. Obser­ve lo que con­tie­ne: un con­jun­to de supo­si­cio­nes no exa­mi­na­das sobre lo que es “obje­ti­vo”, “natu­ral” y “nor­mal”, jun­to con una serie de opo­si­cio­nes bina­rias en blan­co y negro, como mas­cu­lino / feme­nino, pene / vagi­na y domi­nan­te / pasi­vo. Todas estas supo­si­cio­nes y opo­si­cio­nes son muy cues­tio­na­bles, por razo­nes que vere­mos en el trans­cur­so de nues­tro viaje. 

Con esta noción con­ven­cio­nal de géne­ro, tam­bién pode­mos notar una gran com­bi­na­ción entre con­cep­tos y aspec­tos de la reali­dad que deben dis­tin­guir­se entre sí. Al pen­sar en el géne­ro de esta mane­ra, esta­mos mez­clan­do el sexo bio­ló­gi­co , la asig­na­ción de géne­ro, la iden­ti­dad de géne­ro , la expre­sión de géne­ro y la orien­ta­ción sexual, con­fun­dién­do­los en un con­fu­so lío de ideas. 

Des­glo­sa­re­mos todos estos con­cep­tos a su debi­do tiem­po. Por aho­ra, lo impor­tan­te a tener en cuen­ta es sim­ple­men­te esto: la noción con­ven­cio­nal de géne­ro es bas­tan­te reduc­cio­nis­ta y pro­fun­da­men­te problemática. 

Como vere­mos, la reali­dad del géne­ro es mucho más com­pli­ca­da. Impli­ca muchos otros fac­to­res, dimen­sio­nes y posi­bi­li­da­des, que se pasan por alto o inclu­so se oscu­re­cen por la com­pren­sión del “sen­ti­do común” del género. 

Y, como sue­le ser el caso, este “sen­ti­do común” pue­de ser común, pero en reali­dad no tie­ne mucho sen­ti­do, al menos en tér­mi­nos de cap­tar las com­ple­ji­da­des de la reali­dad. En el via­je que tene­mos por delan­te, nos esfor­za­re­mos por hacer más jus­ti­cia a estas complejidades.

Judith Butler, la filósofa que nos invita a elegir nuestro propio "género social" 5

Podría haber sociedades sin género

Aho­ra que hemos deja­do algo de nues­tro equi­pa­je, pode­mos comen­zar nues­tro via­je. Jus­to al prin­ci­pio nos encon­tra­mos en una encru­ci­ja­da, con dos cami­nos abier­tos. El pri­me­ro con­du­ce a todas las socie­da­des posi­bles en las que exis­te el géne­ro. El segun­do con­du­ce a aque­llos en los que no existe. 

Empe­ce­mos por el segun­do camino. 

¿Cómo sería una socie­dad sin géne­ro? Bueno, las per­so­nas aún se dis­tin­gui­rían por su sexo bio­ló­gi­co . En otras pala­bras, toda­vía ten­drían dife­ren­tes geni­ta­les, hor­mo­nas y cro­mo­so­mas rela­cio­na­dos con sus sis­te­mas repro­duc­ti­vos. Pero esta socie­dad no los divi­di­ría en cate­go­rías de géne­ro sobre la base de tales dife­ren­cias . Es decir, las per­so­nas no serían cla­si­fi­ca­das como “hom­bres”, “muje­res” o cual­quier otro tér­mino de géne­ro, ni se les otor­ga­ría nin­gún esta­tus social o expec­ta­ti­vas de com­por­ta­mien­to rela­cio­na­das con esas clasificaciones. 

Para com­pren­der esta posi­bi­li­dad, pién­se­lo de esta mane­ra. Los seres huma­nos tie­nen todo tipo de dife­ren­cias físi­cas, des­de el color de su cabe­llo has­ta la for­ma de los lóbu­los de las ore­jas. La dife­ren­cia entre sus sis­te­mas repro­duc­ti­vos es solo una de las muchas varia­cio­nes físi­cas que podrían usar­se para dis­tin­guir a las per­so­nas entre sí. Pero en la socie­dad occi­den­tal moder­na, atri­bui­mos mucha más impor­tan­cia a la dife­ren­cia entre los sis­te­mas repro­duc­ti­vos de las per­so­nas que a la dife­ren­cia entre, diga­mos, el tama­ño de sus pies.

Sin embar­go, en teo­ría, podría­mos atri­buir tan poca impor­tan­cia a una dife­ren­cia como a la otra. En ese caso, lla­mar a las per­so­nas “hom­bres” y “muje­res” pare­ce­ría tan extra­ño como lla­mar­los “pies gran­des” y “pies peque­ños”. ¡Y pare­ce­ría aún más extra­ño ver­los y tra­tar­los como tipos fun­da­men­tal­men­te dife­ren­tes de seres huma­nos sobre la base de tales distinciones! 

Pero, ¿ha exis­ti­do algu­na vez tal sociedad? 

Bueno, es posi­ble que las socie­da­des pre­his­tó­ri­cas care­cie­ran de un con­cep­to de géne­ro, o tal vez lo tuvie­ran, pero sim­ple­men­te no le daban mucha impor­tan­cia, en com­pa­ra­ción con otros ras­gos. Hay algu­nos ejem­plos de esta segun­da posi­bi­li­dad en la his­to­ria huma­na más recien­te. Por ejem­plo, antes de la colo­ni­za­ción euro­pea, la prin­ci­pal medi­da de esta­tus social del pue­blo yoru­ba de Áfri­ca era la anti­güe­dad, y para ellos, la anti­güe­dad no tenía nada que ver con si alguien era hom­bre o mujer. 

Dicho esto, todas las cul­tu­ras que cono­ce­mos han teni­do algún con­cep­to de géne­ro, pero son posi­bles muchos con­cep­tos dife­ren­tes. Los veremos.

Judith Butler, la filósofa que nos invita a elegir nuestro propio "género social" 6

Podría haber sociedades con uno, tres o incluso infinitos géneros

A medi­da que entra­mos en el rei­no de las socie­da­des en las que exis­te el géne­ro, lle­ga­mos a otra encru­ci­ja­da, esta que se rami­fi­ca en cua­tro cami­nos. Cada camino repre­sen­ta una res­pues­ta dife­ren­te a una sola pre­gun­ta: ¿Cuán­tos géne­ros hay? Exis­te la res­pues­ta fami­liar de “dos”, pero esa es solo una posi­bi­li­dad. Eche­mos un vis­ta­zo a los otros tres. 

Pri­me­ro, tene­mos socie­da­des en las que solo hay un género. 

Con­si­de­re a los anti­guos grie­gos, por ejem­plo. Aun­que pen­sa­ban que las per­so­nas eran hom­bres o muje­res, no las con­si­de­ra­ban como tipos de seres huma­nos fun­da­men­tal­men­te dife­ren­tes. En cam­bio, las muje­res fue­ron vis­tas como ver­sio­nes infe­rio­res de los hom­bres. Inclu­so se pen­sa­ba en sus órga­nos repro­duc­to­res como dife­ren­tes varie­da­des de las mis­mas par­tes bási­cas del cuer­po; en su opi­nión, las vagi­nas y los ova­rios eran sim­ple­men­te ver­sio­nes inter­na­li­za­das de penes y testículos. 

A con­ti­nua­ción, tene­mos socie­da­des en las que hay más de dos géne­ros. Ade­más del fami­liar mas­cu­lino y feme­nino, estas socie­da­des tie­nen géne­ros adi­cio­na­les, que se deno­mi­nan cate­go­rías de varian­tes de géne­ro. En todo el mun­do, ha habi­do socie­da­des con cate­go­rías de varian­tes de géne­ro a lo lar­go de la his­to­ria de la humanidad. 

He aquí un ejem­plo. Tra­di­cio­nal­men­te, la gen­te Moha­ve de Amé­ri­ca del Nor­te tenía una cate­go­ría de varian­te de géne­ro lla­ma­da alyha. Estos miem­bros de la tri­bu fue­ron cla­si­fi­ca­dos como varo­nes al nacer. Sin embar­go, a la edad de diez u once años se com­por­ta­ban de una mane­ra que los moha­ve con­si­de­ra­ban feme­ni­nos, tal vez jugan­do con muñe­cas o usan­do fal­das de corteza. 

Even­tual­men­te, fue­ron rebau­ti­za­das con nom­bres feme­ni­nos, y a menu­do se casa­ban con hom­bres e inclu­so par­ti­ci­pa­ban en cere­mo­nias de mens­trua­ción, pero no se las con­si­de­ra­ba muje­res. Por ejem­plo, tenían su pro­pio con­jun­to de reglas por sepa­ra­do con res­pec­to a los nom­bres del lina­je y los ritua­les de cortejo. 

Final­men­te, tene­mos socie­da­des en las que hay infi­ni­tos géne­ros. En la actua­li­dad, estas socie­da­des son solo hipo­té­ti­cas, pero como indi­vi­duos, pode­mos adop­tar esta visión del géne­ro en este momen­to, y pode­mos ima­gi­nar una socie­dad com­ple­ta que podría com­par­tir­la algún día. 

Para entrar en la men­ta­li­dad de géne­ro infi­ni­to, hága­se la siguien­te pre­gun­ta: si se iden­ti­fi­ca como hom­bre o como mujer, ¿se com­por­ta de una mane­ra que su cul­tu­ra con­si­de­ra “mas­cu­li­na” o “feme­ni­na” en todos los aspec­tos de su vida? cada momen­to de vigilia? 

Segu­ra­men­te te des­vías de estas nor­mas de géne­ro de una for­ma u otra. Y lo mis­mo es cier­to para todos los demás. Por lo tan­to, se pue­de pen­sar que cada uno de noso­tros encar­na una ver­sión úni­ca del géne­ro, que repre­sen­ta solo una de las infi­ni­tas varia­cio­nes posibles.

Judith Butler, la filósofa que nos invita a elegir nuestro propio "género social" 7

Las sociedades de dos géneros pueden variar mucho, dependiendo de sus normas de género

Des­pués de con­si­de­rar las com­ple­ji­da­des de una socie­dad con tres o inclu­so infi­ni­tos géne­ros, podría pen­sar que tener solo dos de ellos sería bas­tan­te sen­ci­llo en com­pa­ra­ción. Pero inclu­so con solo dos géne­ros, toda­vía hay muchas posibilidades. 

Si bien las pala­bras pue­den per­ma­ne­cer igual, el sig­ni­fi­ca­do real de “mas­cu­lino”, “feme­nino” y sus tér­mi­nos rela­cio­na­dos pue­den cam­biar drás­ti­ca­men­te entre dife­ren­tes cul­tu­ras, épo­cas y gru­pos de per­so­nas den­tro de una socie­dad en par­ti­cu­lar, como razas y cla­ses socioeconómicas. 

Para tener una idea de la gran diver­si­dad de lo que es posi­ble en una socie­dad de dos géne­ros, com­pa­re­mos y con­tras­te­mos algu­nas de las nor­mas de géne­ro de dife­ren­tes épo­cas y gru­pos en el mis­mo país: Esta­dos Unidos. 

Para empe­zar, ima­gi­na que eres un hom­bre blan­co rico que es hijo del due­ño de una plan­ta­ción en el sur de Esta­dos Uni­dos del siglo XVIII. 

Dada su raza, cla­se y cul­tu­ra regio­nal, una gran par­te de su idea de mas­cu­li­ni­dad se cen­tra­ría en las nocio­nes de refi­na­mien­to y ele­gan­cia. Para seguir las nor­mas de géne­ro de su cul­tu­ra, pue­de usar ropa ele­gan­te, apre­ciar los bue­nos vinos y escri­bir poe­sía, acti­vi­da­des que muchos hom­bres esta­dou­ni­den­ses con­tem­po­rá­neos no con­si­de­ra­rían exac­ta­men­te “mas­cu­li­nas”. Y aun­que sería rico, no se espe­ra­ría que se esfor­za­ra por acu­mu­lar aún más dine­ro, a dife­ren­cia de sus con­tra­par­tes modernas. 

Aho­ra ima­gi­na que eres un hom­bre blan­co que vive en una ciu­dad del nor­te apro­xi­ma­da­men­te al mis­mo tiempo. 

Tra­ba­jas como arte­sano, un pla­te­ro, diga­mos. En con­tras­te con la vida de ocio del caba­lle­ro sure­ño, su noción de mas­cu­li­ni­dad idea­li­za­ría el tra­ba­jo físi­co y la fuer­za. Pero su cul­tu­ra solo valo­ra la fuer­za por­que le per­mi­te tra­ba­jar duro, no por­que le per­mi­ta gol­pear a otros hom­bres. De hecho, la vio­len­cia y la agre­si­vi­dad en gene­ral no for­ma­ban par­te de nin­gu­na de estas con­cep­cio­nes de mas­cu­li­ni­dad del siglo XVIII.

Aho­ra avan­ce­mos rápi­da­men­te al siglo XXI, don­de se alien­ta a los niños esta­dou­ni­den­ses a ser “duros” y “tomar ries­gos”, lo que a menu­do los lle­va a actuar de mane­ra agre­si­va o inclu­so vio­len­ta entre ellos. 

Este tipo de com­por­ta­mien­to lue­go se excu­sa como “los niños son solo niños”, siem­pre que esos niños sean blan­cos. Cuan­do los niños negros y lati­nos se invo­lu­cran en tal com­por­ta­mien­to, sin embar­go, tien­de a ser vis­to como más peli­gro­so que el de sus con­tra­par­tes blan­cos. Por lo tan­to, se cas­ti­ga con más dure­za en la escuela. 

En otras pala­bras, el géne­ro no exis­te en el vacío; en cam­bio, se cru­za con otras dimen­sio­nes de la socie­dad, como la cla­se y la raza. Por lo tan­to, las expe­rien­cias de las per­so­nas con las nor­mas de géne­ro pue­den variar drás­ti­ca­men­te de un gru­po a otro den­tro de la mis­ma sociedad. 

A con­ti­nua­ción, vere­mos algu­nas nocio­nes dife­ren­tes de feminidad.

Judith Butler, la filósofa que nos invita a elegir nuestro propio "género social" 8

Las normas de género se enseñan a los niños a través de un proceso llamado socialización de género

Para con­ti­nuar nues­tra explo­ra­ción de socie­da­des de dos géne­ros y ver cómo dife­ren­tes cul­tu­ras pue­den tener nocio­nes de femi­ni­dad radi­cal­men­te diver­gen­tes, pri­me­ro regre­se­mos a los Esta­dos Uni­dos contemporáneos.

Aquí, a las niñas se les ense­ña con­ven­cio­nal­men­te a ser cari­ño­sas y pasi­vas. Por ejem­plo, “se supo­ne” que deben cui­dar a sus her­ma­nos meno­res, y no se “supo­ne” que se ensu­cien la ropa o que sean “domi­nan­tes” cuan­do jue­gan con otros niños. 

Pero estas nor­mas de géne­ro feme­nino con­tras­tan fuer­te­men­te con las que las niñas apren­die­ron entre la gen­te mun­du­gu­mor de Papúa Nue­va Gui­nea, a quie­nes la antro­pó­lo­ga Mar­ga­ret Meed estu­dió en la déca­da de 1930. En su tri­bu, tan­to a las niñas como a los niños se les ense­ñó a ser físi­ca­men­te agre­si­vos e inclu­so violentos. 

En el Occi­den­te moderno, estas carac­te­rís­ti­cas se con­si­de­ra­rían “mas­cu­li­nas”, pero el Mun­du­gu­mor no hacía mucha dis­tin­ción entre niños y niñas. Tam­po­co los ara­pesh, otra tri­bu que Mead estu­dió en Papúa Nue­va Gui­nea. Den­tro de esta comu­ni­dad, tan­to a los niños como a las niñas se les ense­ñó a ser ama­bles y no violentos. 

En otras pala­bras, dife­ren­tes cul­tu­ras pue­den ense­ñar a sus hijos nor­mas de géne­ro muy dife­ren­tes, inclu­so dia­me­tral­men­te opues­tas. La pala­bra cru­cial a tener en cuen­ta aquí es “ense­ña­do”. Las nor­mas de géne­ro no son como las leyes de la natu­ra­le­za, que gobier­nan nues­tras vidas sin impor­tar si las cono­ce­mos. Son ideas y con­ven­cio­nes huma­nas en las que nues­tra cul­tu­ra debe ense­ñar­nos a creer y a cum­plir, si quie­ren domi­nar nues­tro comportamiento. 

Pero, ¿cómo se nos ense­ñan exac­ta­men­te estas nor­mas? Bueno, hay un tér­mino ele­gan­te para eso: socia­li­za­ción de géne­ro. Este es un pro­ce­so com­ple­jo, pero una de las prin­ci­pa­les for­mas en que se lle­va a cabo es bas­tan­te sencilla. 

Bási­ca­men­te, cuan­do somos niños, somos recom­pen­sa­dos ​​por cum­plir con las nor­mas de géne­ro de nues­tra cul­tu­ra y nos cas­ti­gan por violarlas. 

Las recom­pen­sas y los cas­ti­gos son entre­ga­dos por per­so­nas como nues­tros padres, maes­tros y com­pa­ñe­ros, y a menu­do toman la for­ma de comen­ta­rios ver­ba­les. Por ejem­plo, una niña esta­dou­ni­den­se con­tem­po­rá­nea pue­de ser elo­gia­da como una “bue­na niña” por acu­nar una muñe­ca, mien­tras que pue­de ser rega­ña­da por ser “man­do­na” si les dice a otros niños lo que deben hacer. En con­tras­te, un niño esta­dou­ni­den­se moderno podría ser bur­la­do como un “mari­qui­ta” por jugar con una muñe­ca, pero podría ser cele­bra­do como un “líder” por dar órde­nes a otros niños. 

Por lo tan­to, a los niños se les ense­ña que el lide­raz­go es para niños y hom­bres, mien­tras que la crian­za es para niñas y muje­res. Estas nor­mas de géne­ro tie­nen algu­nas impli­ca­cio­nes socia­les bas­tan­te impor­tan­tes, que vere­mos a continuación.

Judith Butler, la filósofa que nos invita a elegir nuestro propio "género social" 9

Una sociedad de dos géneros puede ser patriarcal o matriarcal

Aho­ra que hemos vis­to algu­nos ejem­plos de nor­mas de géne­ro y socia­li­za­ción, pode­mos hacer algu­nas pre­gun­tas más fun­da­men­ta­les: ¿Cuál es el sen­ti­do de estas nor­mas? ¿Y por qué moles­tar­se en ense­ñár­se­los a los niños en pri­mer lugar? 

Para encon­trar las res­pues­tas, con­si­de­re­mos una pre­gun­ta más sen­ci­lla: si se alien­ta a los niños esta­dou­ni­den­ses moder­nos a com­por­tar­se como líde­res y se les des­alien­ta a actuar como cui­da­do­res, y si lo con­tra­rio es cier­to para las niñas, para qué tipo de roles se están pre­pa­ran­do los niños cuan­do se con­vier­ten en adultos? 

La res­pues­ta a esto pare­ce bas­tan­te obvia: se está pre­pa­ran­do a los niños para roles de poder y se les está ale­jan­do de los roles de cui­da­do, mien­tras que lo con­tra­rio es cier­to para las niñas. 

En otras pala­bras, tan­to los niños como las niñas están sien­do pre­pa­ra­dos para vivir en una socie­dad patriar­cal , una socie­dad en la que los hom­bres tie­nen más poder que las mujeres.

El patriar­ca­do está mar­ca­do por la des­igual­dad de géne­ro entre hom­bres y muje­res, y esta des­igual­dad sue­le ir acom­pa­ña­da de andro­cen­tris­mo, una cos­mo­vi­sión en la que los hom­bres y la mas­cu­li­ni­dad son vis­tos como supe­rio­res a las muje­res y la femi­ni­dad. Por ejem­plo, los ras­gos supues­ta­men­te mas­cu­li­nos, como ser racio­nal, se ven como supe­rio­res a los ras­gos supues­ta­men­te feme­ni­nos, como ser emocional. 

En cuan­to a la medi­ción de la des­igual­dad de géne­ro, pode­mos uti­li­zar una varie­dad de esta­dís­ti­cas rela­cio­na­das con los dife­ren­tes nive­les de salud, edu­ca­ción, situa­ción eco­nó­mi­ca y poder polí­ti­co de hom­bres y muje­res. Al obser­var estas esta­dís­ti­cas, las orga­ni­za­cio­nes inter­na­cio­na­les como las Nacio­nes Uni­das y el Foro Eco­nó­mi­co Mun­dial pue­den cuan­ti­fi­car y cla­si­fi­car los nive­les gene­ra­les de des­igual­dad de los paí­ses. Los paí­ses se pue­den divi­dir en tres cate­go­rías: aque­llos con nive­les bajos, medios y altos de des­igual­dad de género. 

En el país de baja des­igual­dad de géne­ro de Ruan­da, por ejem­plo, el 58 por cien­to de los esca­ños legis­la­ti­vos esta­ban ocu­pa­dos por muje­res en 2019, lo que le valió el pri­mer lugar en esta medi­da del poder polí­ti­co de las muje­res. En con­tras­te, esas cifras fue­ron un pési­mo 22 por cien­to en los EE. UU. Y 12 por cien­to en Siria, que tie­nen nive­les medios y altos de des­igual­dad de géne­ro, respectivamente. 

Como demues­tran estos ejem­plos, las socie­da­des patriar­ca­les pue­den ser des­igua­les en mayor o menor gra­do. Pero esas no son las úni­cas posi­bi­li­da­des para el equi­li­brio de poder en una socie­dad de dos géne­ros. Todo el equi­li­brio podría cam­biar­se, dan­do como resul­ta­do una socie­dad matriar­cal , es decir, una socie­dad en la que las muje­res posean más poder que los hom­bres en general. 

¿Cómo sería una socie­dad matriar­cal? Estén aten­tos para descubrir.

Judith Butler, la filósofa que nos invita a elegir nuestro propio "género social" 10

La desigualdad de género existe en muchas áreas diferentes de la sociedad

Antes de par­tir hacia el rei­no de las socie­da­des matriar­ca­les, recor­de­mos la defi­ni­ción que esta­ble­ci­mos : las socie­da­des matriar­ca­les son socie­da­des en las que las muje­res poseen más poder que los hom­bres en gene­ral . 

Esa pala­bra “en gene­ral” es cru­cial. Si solo obser­va­ra la dis­tri­bu­ción por géne­ro de los esca­ños legis­la­ti­vos en Ruan­da, enton­ces pare­ce­ría que las muje­res tie­nen más poder que los hombres. 

Pero las muje­res ruan­de­sas toda­vía se enfren­tan a la des­igual­dad de géne­ro en varios otros aspec­tos. En casa, por ejem­plo, se espe­ra que inclu­so las muje­res que ocu­pan esca­ños en el par­la­men­to de Ruan­da estén subor­di­na­das a sus mari­dos. Por ejem­plo, en un estu­dio de inves­ti­ga­ción, se obser­vó a una de esas muje­res lus­tran­do los zapa­tos de su espo­so y plan­chan­do sus cami­sas. El mari­do insis­tió en que debía rea­li­zar estas tareas, a pesar de que tenían un ama de llaves. 

Eso pue­de pare­cer atra­sa­do des­de una pers­pec­ti­va occi­den­tal, pero ten­ga en cuen­ta que las muje­res occi­den­ta­les que tie­nen tra­ba­jos de tiem­po com­ple­to y están casa­das con hom­bres toda­vía hacen más tra­ba­jos domés­ti­cos y de cui­da­do de niños que sus mari­dos, en pro­me­dio. Este tra­ba­jo a menu­do se deno­mi­na su segun­do turno. 

Algu­nas femi­nis­tas argu­men­tan que tam­bién hay un ter­cer turno : las muchas horas a la sema­na que las muje­res pue­den dedi­car a tra­ba­jar en sus cuer­pos para cum­plir con los están­da­res de belle­za occi­den­ta­les: maqui­llar­se, pin­tar­se las uñas, etc. 

Y lue­go está el tra­ba­jo emo­cio­nal , otra for­ma de tra­ba­jo que se espe­ra que las muje­res hagan más que los hom­bres. En un con­tex­to eco­nó­mi­co, este es un tra­ba­jo que impli­ca regu­lar tus emo­cio­nes para hacer que otras per­so­nas se sien­tan de cier­ta manera. 

Por ejem­plo, si eres mese­ra en los EE. UU., Se espe­ra que son­rías para hacer feli­ces a tus clien­tes, inde­pen­dien­te­men­te de cómo te sien­tas real­men­te. Si está tris­te o eno­ja­do, debe ocul­tar esas emo­cio­nes y actuar como si estu­vie­ra ale­gre. Este tipo de tra­ba­jos tien­den a ser ocu­pa­dos más por muje­res que por hom­bres y, no por casua­li­dad, tam­bién tien­den a ser ocu­pa­cio­nes peor paga­das, en com­pa­ra­ción con las que domi­nan los hombres. 

Enton­ces, hay mucha des­igual­dad de géne­ro que ten­dría que supe­rar­se en nume­ro­sos fren­tes antes de que una socie­dad patriar­cal se con­vier­ta en matriar­cal. Solo lle­nar un mon­tón de esca­ños en el par­la­men­to no cam­bia el rumbo. 

Pero, ¿y si cam­bia­ra la marea? Vere­mos algu­nas de las posibilidades.

Judith Butler, la filósofa que nos invita a elegir nuestro propio "género social" 11

El matriarcado no es solo lo opuesto al patriarcado, y la igualdad de género puede requerir trascender una sociedad de dos géneros

Podría supo­ner que una socie­dad matriar­cal se vería como una socie­dad patriar­cal al revés, con muje­res domi­nan­do a los hom­bres, y no al revés. Pero si el regis­tro antro­po­ló­gi­co es una indi­ca­ción, ese no es nece­sa­ria­men­te el caso. 

Aho­ra, exis­te con­tro­ver­sia entre los inves­ti­ga­do­res sobre si algu­na socie­dad ha sido real­men­te matriar­cal, y hay un deba­te sobre lo que la pala­bra “matriar­ca­do” sig­ni­fi­ca en pri­mer lugar. Pero ha habi­do algu­nas socie­da­des en las que el poder ha ten­di­do a estar más en manos de muje­res que de hom­bres. En aras de la sim­pli­ci­dad, lla­me­mos a estas socie­da­des matriar­ca­les y vea­mos algu­nas de sus carac­te­rís­ti­cas generales. 

Para empe­zar, las socie­da­des matriar­ca­les tien­den a ser no jerár­qui­cas ; es decir, no exis­ten gran­des dife­ren­cias de esta­tus social o eco­nó­mi­co entre sus dis­tin­tos miem­bros. Por ejem­plo, los bie­nes mate­ria­les tien­den a dis­tri­buir­se equi­ta­ti­va­men­te y las deci­sio­nes tien­den a tomar­se por con­sen­so gru­pal. Las muje­res tie­nen un poco más de poder que los hom­bres, pero el des­equi­li­brio no es tan gran­de como sue­le ser en las socie­da­des patriarcales. 

Aho­ra, podría estar pen­san­do que esto sue­na pro­me­te­dor, pero ¿por qué no omi­tir la últi­ma par­te y hacer que todos sean com­ple­ta­men­te igua­les, inde­pen­dien­te­men­te del géne­ro? En otras pala­bras, ¿por qué no crear una socie­dad que no sea ni patriar­ca­do ni matriar­ca­do, sino que esté libre de cual­quier for­ma de des­igual­dad de género? 

Bueno, ese es el obje­ti­vo final de muchas femi­nis­tas, pero otras dirían que es una fan­ta­sía. Mien­tras haya dos géne­ros, dirían algu­nos, uno de ellos siem­pre ten­de­rá a domi­nar al otro. Ese es solo el resul­ta­do inevi­ta­ble de crear una dico­to­mía entre dos cosas; uno de ellos aca­ba sien­do vis­to como supe­rior al otro. Bas­ta pen­sar en otras dico­to­mías del pen­sa­mien­to occi­den­tal tra­di­cio­nal, como men­te / cuer­po y racio­nal / emocional.

Pero inclu­so si este argu­men­to es correc­to, eso no sig­ni­fi­ca que este­mos atas­ca­dos con la elec­ción entre sim­ple­men­te tener matriar­ca­do o patriar­ca­do. Toda­vía habría otras posi­bi­li­da­des, como las que vimos antes: crear una socie­dad sin géne­ros, más de dos géne­ros o inclu­so géne­ros infinitos. 

Mien­tras espe­cu­la­mos, pode­mos ima­gi­nar todo tipo de posi­bi­li­da­des. Por ejem­plo, en un futu­ro lejano en el que las “per­so­nas” pudie­ran ser con­cien­cias flo­tan­tes subi­das a una nube digi­tal, ¿en qué se con­ver­ti­ría el género? 

¿Quién sabe? Y ese es el pun­to: ¡el mun­do del géne­ro está lleno de posibilidades!

Judith Butler, la filósofa que nos invita a elegir nuestro propio "género social" 12

Como individuo, su viaje de género comienza con su asignación de género

Has­ta aho­ra, hemos esta­do bus­can­do posi­bles res­pues­tas a las siguien­tes pre­gun­tas: Para una socie­dad deter­mi­na­da, ¿exis­te el con­cep­to de géne­ro? Si es así, ¿cuán­tos géne­ros hay? ¿Cómo se defi­nen? ¿Cuá­les son sus nor­mas? ¿Cómo se incul­can esas nor­mas? ¿Y qué géne­ro tie­ne más poder? 

Las res­pues­tas a estas pre­gun­tas defi­nen los amplios con­tor­nos de cómo se ve el géne­ro en una socie­dad en par­ti­cu­lar; dan for­ma a un pano­ra­ma gene­ral de géne­ro, por así decir­lo. Pero los seres huma­nos indi­vi­dua­les toda­vía nece­si­tan nave­gar por ese pai­sa­je por sí mis­mos, y hay todo tipo de cami­nos posi­bles que pue­den tomar. 

A par­tir de este momen­to, supon­ga­mos que esta­mos tra­tan­do con el tipo de socie­dad con la que la mayo­ría de noso­tros esta­mos fami­lia­ri­za­dos: una socie­dad patriar­cal de dos géne­ros, que tie­ne algún gra­do de des­igual­dad gene­ral de géne­ro a favor de los hom­bres. Y con el fin de esta­ble­cer algu­nos de los deta­lles téc­ni­cos de los esce­na­rios futu­ros, supon­ga­mos tam­bién que esta­mos hablan­do de los Esta­dos Uni­dos modernos. 

Den­tro del pano­ra­ma de géne­ro de esta socie­dad, ¿cuá­les son algu­nas de las prin­ci­pa­les encru­ci­ja­das y cami­nos que podría atra­ve­sar la vida de un individuo? 

Bueno, ima­gí­na­te comen­zan­do este via­je. Empe­ce­mos antes del naci­mien­to, cuan­do eres un feto de unas ocho sema­nas. En este pun­to, usted es ana­tó­mi­ca­men­te indis­tin­gui­ble de un feto de otro sexo bio­ló­gi­co. En el área de su cuer­po don­de se desa­rro­lla­rán sus geni­ta­les, tie­ne una masa de teji­do lla­ma­da tubércu­lo geni­tal. Depen­dien­do de las hor­mo­nas a las que esté expues­to este teji­do geni­tal, gene­ral­men­te se con­ver­ti­rá en un pene o un clítoris. 

Si al nacer lle­ga a medir más de 2,5 cm, los médi­cos lo iden­ti­fi­ca­rán como pene y lo pro­cla­ma­rán niño. Si mide menos de 1 cm, lo cla­si­fi­ca­rán como clí­to­ris y te decla­ra­rán niña. De cual­quier mane­ra, habrá reci­bi­do su asig­na­ción de géne­ro: la cate­go­ría de géne­ro en la que su socie­dad lo ubica. 

Pero, ¿qué pasa si su teji­do geni­tal ter­mi­na en algún lugar entre 1 y 2,5 cm? En ese caso, se diría que tie­ne geni­ta­les ambi­guos y se lo carac­te­ri­za­rá como inter­se­xual . Este es un tér­mino gene­ral que cubre cual­quier con­di­ción en la que la ana­to­mía de una per­so­na no enca­ja per­fec­ta­men­te en nin­gu­na de las cate­go­rías tra­di­cio­na­les de sexo bio­ló­gi­co de hom­bre o mujer. 

Vere­mos más de cer­ca la intersexualidad.

Las asignaciones de género se pueden imponer rígidamente a las personas

Las con­di­cio­nes inter­se­xua­les son mucho más fre­cuen­tes de lo que cree. Algu­nas esti­ma­cio­nes indi­can que ocu­rren en has­ta el 1,7 por cien­to de la pobla­ción mun­dial, ¡com­pa­ra­ble al por­cen­ta­je de per­so­nas que tie­nen el pelo rojo! Estas con­di­cio­nes tam­bién ilus­tran algu­nos otros aspec­tos impor­tan­tes del géne­ro, por lo que, por ambas razo­nes, vale la pena exa­mi­nar­las con más profundidad. 

Los geni­ta­les ambi­guos son solo una de las muchas razo­nes posi­bles por las que una per­so­na pue­de ser inter­se­xual. Otras con­di­cio­nes inter­se­xua­les inclu­yen tener un pene y una vagi­na, un ova­rio y un tes­tícu­lo, o cro­mo­so­mas sexua­les XXO, XXY o XO (a dife­ren­cia de los cro­mo­so­mas bio­ló­gi­ca­men­te feme­ni­nos XX y mas­cu­li­nos XY). 

Si tie­ne una con­di­ción inter­se­xual que invo­lu­cra sus órga­nos sexua­les inter­nos o cro­mo­so­mas, pro­ba­ble­men­te no se detec­te al nacer. En ese caso, se le asig­na­rá un géne­ro como un bebé no inter­se­xual: su con­di­ción per­ma­ne­ce­rá ocul­ta, al menos por aho­ra. Por el con­tra­rio, si su afec­ción invo­lu­cra sus órga­nos sexua­les exter­nos, pro­ba­ble­men­te se detec­te al nacer. En este pun­to, su médi­co y su fami­lia pue­den bus­car uno de dos enfo­ques para su afección. 

El pri­me­ro es el mode­lo cen­tra­do en el ocul­ta­mien­to . Según este mode­lo, su médi­co verá su afec­ción como pato­ló­gi­ca, aun­que las afec­cio­nes inter­se­xua­les sue­len ser ino­fen­si­vas. Lue­go, el médi­co usa­rá hor­mo­nas, ciru­gía u otras inter­ven­cio­nes médi­cas para “tra­tar” su afec­ción. Algu­nas de estas inter­ven­cio­nes son irre­ver­si­bles. Por ejem­plo, si tie­ne teji­do geni­tal que podría con­si­de­rar­se un pene, pero ha sido decla­ra­da niña debi­do a que tie­ne dos cro­mo­so­mas X, es posi­ble que el teji­do se extir­pe quirúrgicamente. 

El obje­ti­vo de estas inter­ven­cio­nes es ocul­tar la “anor­ma­li­dad” de sus geni­ta­les ambi­guos y “nor­ma­li­zar­los”, es decir, hacer que se parez­can más al típi­co niño o niña que otra per­so­na ha deci­di­do que “debe­ría” ser. 

El ocul­ta­mien­to tam­bién pue­de incluir ocul­tar­le su con­di­ción. Por ejem­plo, cier­tos regis­tros médi­cos pue­den man­te­ner­se ale­ja­dos de sus ojos. El obje­ti­vo es evi­tar que te “con­fun­da” sobre tu géne­ro, o más bien, el géne­ro que te asig­na­ron y al que aho­ra se te cal­za aún más, sin nin­gu­na opción al respecto. 

En este aspec­to par­ti­cu­lar, la mayo­ría de noso­tros nos encon­tra­mos en una situa­ción simi­lar cuan­do éra­mos niños, sin impor­tar si somos inter­se­xua­les; nues­tra asig­na­ción de géne­ro nos fue impues­ta por otras per­so­nas. Pero exis­te una posi­bi­li­dad alter­na­ti­va, y está ilus­tra­da por un enfo­que médi­co dife­ren­te a las con­di­cio­nes inter­se­xua­les, que vere­mos a continuación.

Las asignaciones de género se pueden aplicar de manera más flexible, abriendo espacio para diferentes identidades de género

Ima­gí­ne­se una vez más que nació con una con­di­ción inter­se­xual visi­ble, pero esta vez, su médi­co y su fami­lia se opo­nían éti­ca­men­te al mode­lo cen­tra­do en el ocul­ta­mien­to. Como alter­na­ti­va, podrían seguir el mode­lo cen­tra­do en el pacien­te .

En este mode­lo, su médi­co y su fami­lia ele­gi­rán un géne­ro para usted al nacer, pero será pro­vi­sio­nal y se lo asig­na­rán con el enten­di­mien­to de que es posi­ble que desee revi­sar­lo cuan­do sea mayor. 

A medi­da que crez­ca, su fami­lia y su médi­co evi­ta­rán some­ter­lo a pro­ce­di­mien­tos irre­ver­si­bles. En lugar de ver su afec­ción como una pato­lo­gía, la verán y la tra­ta­rán como una par­te natu­ral de quién es usted. Segu­ro, otras per­so­nas pue­den ver­lo como extra­ño; de hecho, este es un mie­do que moti­va el mode­lo cen­tra­do en el ocul­ta­mien­to. Pero ese es un pro­ble­ma social, no un pro­ble­ma médico. 

Con eso en men­te, su médi­co y su fami­lia com­par­ti­rán libre­men­te con usted infor­ma­ción sobre su con­di­ción, y res­pe­ta­rán sus deseos si lue­go se iden­ti­fi­ca como un sexo dife­ren­te al que ini­cial­men­te eli­gie­ron. En ese caso, su asig­na­ción de géne­ro esta­ría en des­acuer­do con su iden­ti­dad de géne­ro , la for­ma en que se ve a sí mis­mo en tér­mi­nos de género. 

Por supues­to, otras per­so­nas tam­bién pue­den encon­trar­se en esta situa­ción. Podrías ser bio­ló­gi­ca­men­te mujer y reci­bir una asig­na­ción de géne­ro feme­ni­na, pero tener una iden­ti­dad de géne­ro mas­cu­li­na. En ese caso, serías un hom­bre trans, en con­tras­te con un hom­bre cis , cuyo sexo bio­ló­gi­co, asig­na­ción de géne­ro e iden­ti­dad de géne­ro están ali­nea­dos des­de el naci­mien­to. Si el caso fue­ra al revés, serías una mujer trans, en con­tras­te con una mujer cis . 

Tam­bién podrías ser una per­so­na no bina­ria o de géne­ro queer que no se iden­ti­fi­ca como hom­bre ni mujer exclu­si­va­men­te. ¡O podría ser un agen­te e iden­ti­fi­car­se sin nin­gu­na cate­go­ría de género! 

En todos estos casos, su iden­ti­dad de géne­ro se habrá con­ver­ti­do en algo dife­ren­te a su asig­na­ción de géne­ro ini­cial. Debi­do a que esto le pue­de pasar a cual­quie­ra, inde­pen­dien­te­men­te de los órga­nos sexua­les con los que nació, algu­nos acti­vis­tas inter­se­xua­les defien­den el mode­lo cen­tra­do en el pacien­te para todos, no solo para los bebés intersexuales. 

De esa mane­ra, nues­tras asig­na­cio­nes de géne­ro se nos impon­drían con menos fir­me­za, y todos esta­ría­mos en una mejor posi­ción para revi­sar­las más ade­lan­te en la vida, si tuvié­ra­mos que reali­near­las con nues­tras iden­ti­da­des de género.

La expresión de género y la orientación sexual dan forma a la experiencia de género de un individuo

Diga­mos que de una for­ma u otra, has esta­ble­ci­do tu iden­ti­dad de géne­ro: eres una mujer trans, un hom­bre cis, una per­so­na no bina­ria o cual­quie­ra que sea el caso. 

Pero esta­ble­cer su iden­ti­dad de géne­ro no es el final de su via­je de géne­ro; en muchos sen­ti­dos, es solo el comien­zo. A par­tir de aquí, se abren todo tipo de posi­bi­li­da­des. Pode­mos divi­dir­los en dos dimen­sio­nes adi­cio­na­les de género. 

La pri­me­ra es su expre­sión de géne­ro , que se refie­re a todas las for­mas en que su com­por­ta­mien­to expre­sa su iden­ti­dad de géne­ro. Su expre­sión de géne­ro pue­de ali­near­se o no con las nor­mas de géne­ro que su socie­dad impo­ne a su iden­ti­dad de géne­ro. Si no se ali­nea, enton­ces eres una per­so­na que no se ajus­ta al géne­ro . 

Por ejem­plo, la soció­lo­ga esta­dou­ni­den­se Betsy Lucal se iden­ti­fi­ca como mujer, pero no tie­ne el pelo lar­go ni usa ropa que su cul­tu­ra con­si­de­ra “feme­ni­na”. Como resul­ta­do de no ajus­tar­se a las nor­mas de géne­ro de la socie­dad, a veces la con­fun­den con un hom­bre. Esto pue­de lle­var a mira­das extra­ñas cuan­do ingre­sa a los baños públi­cos para mujeres. 

Pero el pre­cio de la incon­for­mi­dad de géne­ro pue­de ser mucho más ele­va­do. Por ejem­plo, si a un niño le gus­ta usar ropa rosa, jugar con muñe­cas o hacer otras cosas que su cul­tu­ra con­si­de­ra “feme­ni­nas”, sus com­pa­ñe­ros podrían lla­mar­lo el tér­mino des­pec­ti­vo “mari­cón”. 

Por supues­to, el niño pue­de ser gay o no; No exis­te una cone­xión nece­sa­ria entre la expre­sión de géne­ro de una per­so­na y su orien­ta­ción sexual , el géne­ro o los géne­ros por los que se sien­ten atraí­dos sexual­men­te . Pero los com­pa­ñe­ros del niño pue­den asu­mir que si actúa de una mane­ra que ellos ven como feme­ni­na, debe ser gay . 

Aho­ra, al usar un tér­mino des­pec­ti­vo, tam­bién esta­rían asu­mien­do que hay algo “malo” en ser gay. Detrás de esta supo­si­ción hay otra: que ser hete­ro­se­xual es la orien­ta­ción sexual “nor­mal”, una supo­si­ción lla­ma­da hete­ro­nor­ma­ti­vi­dad . 

Como tal, la orien­ta­ción sexual entra en jue­go como la segun­da dimen­sión adi­cio­nal del géne­ro. Sin duda estás fami­lia­ri­za­do con las orien­ta­cio­nes más cono­ci­das: hete­ro­se­xual, gay y bise­xual. Pero hay otras posi­bi­li­da­des. Por ejem­plo, podrías ser una per­so­na ase­xual , que no tie­ne inte­rés en tener rela­cio­nes sexua­les con nadie. O podría ser una per­so­na pan­se­xual , que pue­de sen­tir­se atraí­da por per­so­nas de cual­quier asig­na­ción de géne­ro, expre­sión de géne­ro o iden­ti­dad de género. 

Si real­men­te quie­res tener una idea de la enor­me inmen­si­dad de las posi­bi­li­da­des del géne­ro, ima­gi­na ser una per­so­na pan­se­xual y expan­si­va de géne­ro en una socie­dad con infi­ni­tos géne­ros. O una per­so­na ase­xual y agre­si­va en una socie­dad con tres géne­ros. O un hom­bre hete­ro­se­xual en una socie­dad matriar­cal que sigue un mode­lo de asig­na­ción de géne­ro cen­tra­do en el paciente. 

¡Las posi­bi­li­da­des son infinitas!


Mere­ce ser compartido:

Filed Under: Feminismo + LGBTi+ Tagged With: feminicidio, feminismo, género, identidad social, lgtbq, queer

¿TENEMOS LO QUE BUSCAS? ¡PRUEBA!

Footer

¿Tenemos lo que estás buscando?

RECOMENDADO

Muchas de las mara­vi­llo­sas ilus­tra­cio­nes que encon­tra­rás en muhi­mu per­te­ne­cen a la ins­pi­ra­do­ra web de info­gra­fis­tas PICTOLINE.COM

Si ade­más de estas emo­cio­nan­tes his­to­rias quie­res seguir apren­dien­do, apues­ta por la for­ma­ción onli­ne de cali­dad y dis­fru­ta de un mes gra­tis de los cur­sos de PLATZI con este códi­go pro­mo­cio­nal de descuento.

NO OLVIDES COMPARTIR

Publi­ca­mos noti­cias de refle­xión que hacen de este mun­do un lugar mejor pero TE NECESITAMOS.

¡Ayú­da­nos com­par­tien­do esta noti­cia entre tus ami­gos y tus redes sociales!

:::::::::::::::::::::::::

Con­tac­to para Publi­ci­dad y Promocionados:

Click para con­tac­to por email

INNOVACIÓN SOCIAL

Esta guía te hará reír, refle­xio­nar, cues­tio­nar, avan­zar, regre­sar, cre­cer, con­ta­giar… pero sobre todo, te hará sen­tir incó­mo­da. Te remo­ve­rá del asien­to. Si le das la opor­tu­ni­dad, se trans­for­ma­rá en una herra­mien­ta esen­cial de comu­ni­ca­ción efi­caz y transformadora:

Cur­so de Inno­va­ción Social

Desde aquí puedes acceder a juegos de apuestas.
Y recuerda: ¡juega con responsabilidad y solo si eres mayor de edad!

Copyright © 2022 · Genesis Sample on Genesis Framework · WordPress · Log in · María Hidalgo Rudilla & Diseño Social · Email: contacto[x]muhimu.es

  • LO MÁS COMPARTIDO
  • facebook
  • instagram
  • linkedin
  • | SUSCRIPCIÓN GRATUITA |