Actualizado el miércoles, 6 enero, 2021
Es una batalla moral. El trabajo, por mucho que se critique, constituye un motivo de orgullo personal. A través de él uno se otorga identidad y se define de cara a los demás. Por un lado está el tipo de empleo y, por otro, quizás con mucho más impacto, las horas que se le dedican. Queda bien decir que se trabaja hasta la extenuación, y no es raro que aparezcan estas conversaciones entre grupos de amigos y que se abra una especie de competición.
Como en todas las competiciones y en todas las cosas importantes de la vida, intervienen los prejuicios. Aún colean ideas como que el trabajo de las mujeres pasa menos factura o resulta menos duro.
Quizás el pensamiento se derive de una injusticia más que probada: las mujeres cobran sueldos muy inferiores al de los hombres. Alguno dirá: «Porque trabajan menos».
Aún colean ideas como que el trabajo de las mujeres pasa menos factura o resulta menos duro.
Sin embargo, un estudio realizado por la firma ActionAid ha revelado que las mujeres trabajan un mes extra por cada año de trabajo en comparación con los hombres. El estudio no se guió por oficialidades, sino que bajó a la realidad y valoró las labores remuneradas y las que no, esto es, limpieza, cuidado de hijos, cocinar, compras de primera necesidad…
El resultado es que las mujeres acaban trabajando cuatro años más que los hombres. A pesar de que las tareas domésticas se van equilibrando, aún no se ha perdido la noción de que el hombre ‘ayuda’ en casa, es decir, que colabora con algo que no le pertenece.
Automatismos como estos llevan a la mujer a estar un promedio de dos horas diarias dedicándose a estas tareas, mientras que el hombre se limita a pasar sólo 82 minutos en tales cometidos.
Las mujeres acaban trabajando a lo largo de su vida cuatro años más que los hombres.
Como es lógico, ellas tienen menos tiempo para dedicárselo a las actividades personales o a las aficiones o a los divertimentos o, en definitiva, a pensar en sí mismas.
En declaraciones a Elle, Girish Menon, director de la empresa que elaboró el estudio, expresó: «No tratamos de sugerir que todo el trabajo sin paga debería ser remunerado, creemos que esas labores deberían ser reconocidas, reducidas y redistribuidas entre hombres y mujeres, y entre la familia y el estado».