muhimu.es

La vida no es un juego de azar. No es un casino donde invertir tus días. Es una obra de arte para contemplar y crear. Siente, ama, crea.

Violencia_de_genero-Mujeres-Machismo-ana-orantes

Esta es la emotiva carta que la hija de Ana Orantes dedica a su madre 20 años después de su asesinato

Merece ser compartido:

Actualizado el viernes, 25 noviembre, 2022

«Las denuncias falsas por violencia de género son irrelevantes. En 14 años como juez instructor habré visto 6, máximo 7. Lo que sí es relevante son las mujeres que desconfían del sistema judicial y que no tienen instrumentos para salir del maltrato».

Joaquim Bosh, magistrado.

Aún recuerdo, hace años, cuando empezaba a indagar sobre el heteropatriarcado y sus terribles consecuencias (por desgracia, si no indagabas, ni siquiera eras consciente de que existiera), cuando me topé con el caso de Ana Orantes. Aquella mujer, valiente y luchadora, que fue capaz de denunciar públicamente los malos tratos que desde hacía 40 años estaba sufriendo por parte de su (ex)marido en una época en la que incluso se hacía mofa de las mujeres maltratadas como parte de la cultura misógina totalmente aceptada en este país.

ana_orantes-machismo
Ana Orantes durante su testimonio en televisión

Una vergüenza que, después de denunciar esos malos tratos hasta en 15 ocasiones, el Estado no fuera capaz de proteger a Ana Orantes. Ana no tenía que haber sufrido ni un segundo más después de haber denunciado la primera vez. Pero no solo nadie la escuchó, sino que incluso el juez, tras divorciarse, la obligó a vivir junto a su maltratador.

Su testimonio provocó un cambio en este país porque, apenas 13 días después de la emisión del programa donde apareció ella, su exmarido la quemó viva.

Vídeo de la entrevista

Con la valentía de Ana, no solo se dio visibilidad al horror que vivían (y viven) muchas mujeres, sino que animó a otras a denunciar e incluso fomentó el cambio del Código Penal dos años más tarde, estableciendo las órdenes de alejamiento y considerando la violencia psicológica como delito. En definitiva, abrió un debate público más que necesario, haciendo de la violencia machista una prioridad en la agenda pública.

Por desgracia, la situación sigue siendo trágica para nosotras y Raquel Orantes, su hija, ha decidido dedicarle una emotiva carta a su madre para que ninguno olvidemos que la violencia machista no es cosa del pasado.

Esta es la emotiva carta que la hija de Ana Orantes dedica a su madre 20 años después de su asesinato 1
Por qué las víctimas tardan tanto en denunciar

Esta es la carta de la hija de Ana Orantes

Hola, mamá:

Te escribo en la distancia y pasado el tiempo, pero con la esperanza de que mis palabras lleguen de alguna manera a ti.

Hace ya 20 años que te arrancaron de nuestras vidas. Un desgraciado 17 de diciembre que ha marcado nuestras vidas de tu ausencia y ha llenado de lágrimas cada día. Me gustaría decirte que tu testimonio, ese con el que rompiste un silencio para denunciar un matrimonio de más de 40 años de maltrato, ha quedado marcado en la memoria de un país que hoy en día te recuerda; que muchas mujeres ven reflejado su dolor en tu dolor; que gracias a ese acto de valentía impulsaste, por fin, la creación de una ley integral contra la violencia de género; y que, en muchos casos, denuncias como la que tú realizaste no quedan impunes.

Me gustaría contarte que ni una mujer más ha tenido que abandonar su hogar, como lo hacías tú cuando tu agresor rompía en cólera, con todos nosotros avanzando delante de tu partida. Me gustaría contarte que las sentencias son justas, que los jueces no las siguen “interpretando”. Que al igual que tú, ninguna mujer tiene que convivir con su maltratador, que ninguna mujer, aunque haya roto la relación, tiene que vivir con el miedo de que en cualquier momento su agresor entre en casa. Que ningún hijo o hija tiene que permanecer alerta en sus sueños como lo hacíamos nosotros.

Aún recuerdo con angustia cómo, ante cualquier ruido, me levantaba con ese bate de béisbol que antaño sirvió para el juego y que transformé en un arma de defensa. Con el número de la policía siempre a mano. Con la desazón de dejarte en muchos momentos sola porque tenía que trabajar. Tu angustia era la mía, cada mañana y cada noche.

Me encantaría decirte que todo ha cambiado. Que hay voluntad política, que las movilizaciones sociales son a una, y que todas las personas que trabajan para que se erradique la violencia hacia la mujer han conseguido avanzar. Ojalá decirte que hoy en día hijos e hijas de mujeres valientes como tú no somos los grandes olvidados de la barbarie.

Desearía contarte que nos protegen, que ya ningún niño ni niña llora en silencio su desgracia, acurrucados como lo hacía yo en la soledad gris y triste de su habitación. Que esos críos ya no son maltratados, mutilados psicológicamente, arrancados de sus hogares, asesinados en muchos casos.

Pero, mamá, eso no es así. Las víctimas, palabra que no me gusta porque somos supervivientes de la violencia (y tú lo sabes mejor que nadie), siguen siendo las mismas. Siguen asesinando con impunidad; seguimos siendo, desgraciadamente, ciudadanas de segunda; y ley, hoy por hoy, no ha conseguido todo lo que debería.

Sabes que nuestras vidas, como hijos, nunca ha sido fácil. Presenciamos demasiadas peleas y agresiones; muchas de ellas, en carne propia. Sufrimos tanta hostilidad y desprecio de una persona que, se suponía, te quería, nos quería, pero que nos consideraba tan solo objetos de su dominio, juguetes que manejaba a su antojo. Un ser destructor, autoritario, frío y agresivo en casa, pero gentil y agradable de puertas para afuera. Como decía tu padre, mi abuelo, un “candil de puerta ajena”. Alguien que no mostraba su verdadera faceta, alguien a quien desde bien pequeña no he tenido más que miedo, pavor y, aún sin saber muy bien por entonces su significado, desprecio.

Desprecio por todos esos malos gestos contigo y con nosotros, por esas agresiones que jamás nadie debe recibir de un padre o de un marido. Nuestra infancia se reduce a aquella que disfrutamos a ratos a tu lado, cuando él, a quien no considero padre, se alejaba. Esas temporadas en las que permanecía fuera varios meses, VIVÍAMOS, respirábamos, corríamos por las calles, sin el temor de que llegara. Disfrutábamos tanto, ¿verdad, mamá? De nuestra complicidad, de nuestras escapadas al centro de Granada. También recuerdo las visitas a tu madre, nuestra abuela, la que nos comía a besos y nos contaba historias; a la que veíamos y disfrutábamos tan poco. Un aislamiento impuesto que te separaba de todos aquellos a los que queríamos y que nos querían: tíos, abuelos, hermanos.

Te echo tanto de menos, mamá. Me haces tanta falta… En mis decisiones, en mi camino, en mi vida. Has sido y serás la mujer mas valiente y honesta que he conocido. Me has inculcado valores, y me has educado desde el respeto y el cariño. Has sido capaz de sacar adelante a tus 8 hijos y has logrado que seamos hombres y mujeres de bien, como tú siempre has querido. Con el orgullo de un apellido, ORANTES, que significa todo.

Cuanto daría, mamá, porque siguieras aquí. Me imagino cuántas veces levantaste tu mirada hacia ese arco de Elvira que vio tu infancia y adolescencia pasar, cuántas veces te perdiste por las callejuelas de Granada. Cuántas veces bebiste en esa fuente que antaño calmaba la sed de los comerciantes que convivían en una calle ahora tan diferente… Cuántas te quedaste rendida, dormida cerca de la pequeña tienda que tu madre regentaba para sacaros a ti y a tus 5 hermanos adelante. Cuántas noches en vela perfilando las mantillas que lucen las mujeres en Semana Santa, cosiendo para poder llevar ese vestido de domingo que soñabas. Tan coqueta y femenina, tan llena de energía. Cuántas ilusiones acogería tu alma, cuántas añoranzas y risas derrochaste en esos tiempos en los que eras solo esa niña que crecía ajena a la desdicha y la sinrazón de su futuro. Cuánto daría por haberte librado de tanto sufrimiento.

A veces recorro la calle Elvira, donde naciste, y el barrio en el que te criaste, y cada vez lo disfruto más. Antes me inundaba la tristeza, pero ahora te imagino y me llenas el alma de tanto amor y tanta dicha de haberte tenido en mi vida que por un momento siento que estás aquí y sigues a mi lado. Mujer valiente donde las haya, mujer con principios. Ojalá estuvieras aquí para poder escribir ese libro que querías, porque como tú decías, tenías experiencias para hacerlo. Te extraño cada día, estás en mí y eso me consuela pero daría mi vida por otro último abrazo tuyo. Te echo de menos y siempre estás en mi pensamiento y en mi corazón. 

Hasta que nos volvamos a encontrar.
Te quiero, mamá.

¡Y reuerda! El machismo sigue matando

Que el miedo no te paralice, ¡denuncia! Recuerda que puedes llamar al 016, el teléfono contra la violencia de género, la llamada no aparecerá en tu factura. 

Esta es la emotiva carta que la hija de Ana Orantes dedica a su madre 20 años después de su asesinato 2
Infografía metoo


Merece ser compartido:

Deja una respuesta