¿Sabías que las tumbonas nos han acompañado desde hace siglos? Aunque hoy las relacionamos con el descanso, el verano y el autocuidado, su historia es mucho más antigua y curiosa de lo que parece.
Ya en la antigua Roma, los patricios se reclinaban en lectus (una especie de tumbona acolchada) para comer, leer o filosofar. El descanso no era solo una necesidad: era un arte, un símbolo de estatus y una forma de vida. Más adelante, en el mundo islámico, los patios interiores se llenaron de divanes bajos, cojines y bancos de descanso, donde el tiempo se ralentizaba y el cuerpo encontraba pausa y sombra. Incluso en culturas asiáticas como la china o la japonesa, existían mobiliarios reclinables pensados para el reposo físico… y mental.
Hoy, siglos después, la tumbona ha sobrevivido a todos esos cambios culturales y tecnológicos, y se ha convertido en algo más sencillo pero igual de poderoso: un símbolo de la cultura del disfrute, de la calma, del autocuidado. Un lugar donde nos damos permiso para parar, respirar, mirar el cielo, cerrar los ojos o simplemente hacer nada.
Cómo elegir el mejor conjunto de sofás para tu jardín
Con los primeros días de sol, a muchas nos entra esa necesidad de salir al exterior, respirar aire fresco y buscar ese rinconcito de paz que a veces se nos olvida que tenemos… nuestra terraza. No importa si es grande o pequeña, si tienes jardín o solo un balcón: cualquier espacio puede convertirse en un lugar especial si lo cuidas un poco.
Hoy te comparto algunas ideas que he ido probando (o que tengo en mi lista de “cosas por hacer”) para disfrutar de esos momentos de descanso en su tumbona o simplemente sentarte a tomar un café al sol.
1. La tumbona, esa aliada del descanso
No hay nada como tumbarte al sol después de una semana intensa. Imaginarte a una misma tirada en su tumbona hace más llevadero cualquier elaboración de aburridos informes. Lo digo por experiencia: cuando por fin me compré una tumbona cómoda, resistente y —por qué no— bonita, cambió por completo la forma en la que disfruto mi terraza. Pasó de ser un espacio que apenas usaba a convertirse en mi rincón favorito para leer, descansar o simplemente dejar pasar el tiempo. Si estás buscando una opción que combine diseño y funcionalidad, te recomiendo echar un vistazo a esta selección de modelos pensados para durar y adaptarse a distintos estilos de exterior. Las hay plegables, con cojines a los que les puedas quitar la funda, ligeras pero estables… y para todos los gustos. Y si tienes algo más de espacio, una mesita auxiliar al lado marca la diferencia: para apoyar un libro, un vaso de agua o simplemente los pies al final del día.
2. Sombra, por favor
Cuando empieza a apretar el sol, una sombra es básica. Y quien dice básica, ¡dice imprescindible!. Yo al principio tiraba de sombrilla de playa (sí, esas redondas de colores), pero luego me animé a poner una vela de sombra en forma de triángulo que queda muy bien y sobre todo, tiene mayor protección solar. También puedes usar una vela ligera, tipo lino, colgada con cuerdas si tienes dónde engancharla.
3. Plantas que alegran el día
A veces subestimo lo mucho que cambia el ánimo ver verde alrededor. Tener plantas no solo alegra el espacio, también te conecta con el ritmo de las estaciones y te recuerda que ese rincón es tuyo, que lo estás cuidando. En mi terraza tengo macetas con romero, lavanda y albahaca, que además de oler de maravilla, aguantan muy bien el sol directo y no requieren demasiada atención. Si no tienes mucho tiempo para regar, también puedes optar por suculentas, cactus o incluso buganvillas, que florecen preciosas y resisten muy bien el calor. Y si tu espacio es reducido, te animo a probar con jardineras colgantes o estructuras verticales: ocupan poco y multiplican la sensación de frescura.
4. Un rincón para leer o simplemente estar
Una tumbona está genial para tumbarte, pero a veces solo quieres sentarte con un café y no hacer nada. Para eso, montar un pequeño rincón con cojines, alfombra de exterior y una lámpara solar hace maravillas. Una amiga tiene un conjunto de sofá bajo y mesa pequeña que me tiene enamorada. Si estás pensando en algo así, aquí tienes algunas ideas con un conjunto sofá jardín ideal. Son prácticos, y si lo eliges bien, te duran años.
5. La iluminación lo cambia todo
De noche, me encanta ver las lucecitas encendidas. No hace falta complicarse: un par de guirnaldas LED (las que van con pilas o solares), unas velas dentro de tarros de cristal y listo. Esos pequeños toques hacen que la terraza invite a quedarte, aunque ya no haya sol. Ahora bien, te aviso: tu mayor enemigo serán los mosquitos. Recuerdo una noche en la que todo era perfecto… hasta que terminé haciendo una especie de coreografía ridícula para intentar espantar a uno que no dejaba de perseguirme. Desde entonces, combino la iluminación cálida con alguna lámpara específica para atraer mosquitos y eliminarlos discretamente. Hay modelos que no desentonan nada y que cumplen su función sin arruinar la atmósfera. Créeme, tu piel (y tu paciencia) te lo agradecerán.
6. Textiles: pequeños detalles que marcan
Si tienes piscina y usas la tumbona solo para tomar el sol o secarte después del baño, quizá no necesites añadir textiles. Pero si tu tumbona está pensada para descansar, leer o echar una siesta, entonces te recomiendo sí o sí que la vistas un poco. No sé tú, pero a mí sentarme en una superficie dura no me invita precisamente a relajarme. Por eso tengo cojines mullidos, alguna alfombra de exterior para apoyar los pies descalzos, fundas bonitas para las sillas y una mantita ligera para cuando refresca al caer la tarde. Eso sí, todo pensado para exteriores, porque si no, la humedad, el sol o la lluvia lo estropean en dos días. Y un consejo muy práctico: si tienes niños o mascotas, busca tejidos lavables y resistentes. Te prometo que lo vas a agradecer mucho más de lo que imaginas.
7. Hazlo tuyo
No tiene que ser perfecto, ni parecer sacado de una revista. Tu terraza es tu refugio, y lo importante es que te haga sentir bien. En la mía, por ejemplo, tengo colgado un atrapasueños que me regaló una amiga en uno de sus viajes, y una estantería pequeña donde dejo libros que no me importa que se estropeen un poco con el sol o el aire. También he puesto una pizarrita con frases que me inspiran, algunas fotos, y un altavoz donde suena música suave por las tardes.
¿Y por qué no añadir una pequeña fuente de agua? El sonido es increíblemente relajante y da una sensación de frescor inmediata. Hay modelos muy sencillos, que se enchufan como una lámpara y no ocupan casi nada. Es verdad que hay quien dice que el agua estancada puede atraer mosquitos, pero si la fuente está en movimiento, no suele haber problema. Además, tiene un efecto colateral que me encanta: los pájaros del barrio vienen a beber, sobre todo en verano. Y si tienes gorriones, golondrinas o incluso gaviotas cerca, estarás mejor protegida de los insectos de lo que crees.
8. Piensa a largo plazo
Una cosa que aprendí a la fuerza: si compras muebles muy baratos que no resisten ni dos lluvias, acabas gastando más. Así que mejor invertir un poco más al principio, elegir materiales buenos y cuidarlos bien. Hay productos específicos para limpiar y proteger, sobre todo si vives en zona de mucha humedad o viento. Y si además eliges productos que están hechos con materiales reciclados o locales, mejor para todos.
A la hora de elegir una tumbona, el material marca la diferencia tanto en comodidad como en mantenimiento a largo plazo. El plástico reciclado es una opción práctica y sostenible: ligero, resistente y fácil de limpiar, ideal si buscas algo funcional sin complicaciones. La resina trenzada, también conocida como ratán sintético, es muy popular por su aspecto elegante y su alta resistencia al sol y la humedad, sin necesidad de mantenimiento. Si prefieres un estilo más natural, la madera de teca es una apuesta robusta y atemporal, perfecta para exteriores, aunque conviene tratarla de vez en cuando para que conserve su color y propiedades. También hay tumbonas con superficie de tela, que resultan muy cómodas y estéticamente versátiles, siempre que el tejido esté preparado para resistir el sol y la intemperie. Por último, el textileno es un tejido técnico muy usado por su durabilidad, transpirabilidad y secado rápido, ideal si buscas una tumbona cómoda y resistente que puedas dejar al aire libre sin preocuparte. Pero vamos, que hay un elemento que también tendrías que tener en cuenta y que solo depende de ti: el que estéticamente te guste más.
Como ya habrás imaginao, para los conjuntos de jardín también el material es clave. Los conjuntos de resina trenzada son ligeros, resistentes al clima y muy decorativos, con poco mantenimiento. Los conjuntos de aluminio ofrecen un estilo moderno, no se oxidan y son perfectos para zonas húmedas o costeras. Por su parte, los conjuntos de madera de teca destacan por su elegancia natural y durabilidad, aunque requieren algo de cuidado para mantener su color y aspecto con el paso del tiempo.
Mi recomendación personal
Al principio estaba bastante perdida. Tenía claro que quería aprovechar mi terraza, pero no sabía por dónde empezar: si comprar primero plantas, muebles, textiles… o todo a la vez. Miraba fotos preciosas en redes sociales y pensaba: “Esto no lo voy a conseguir nunca”. La primera vez que fui a una tienda física, acabé volviendo sin nada, agobiada por los precios y por no tener claro qué encajaba en mi espacio. Entonces empecé a hacer algo que me ayudó mucho: visitar páginas web especializadas en decoración exterior, donde no solo veía productos, sino también ideas reales, combinaciones posibles y consejos para espacios pequeños como el mío. Ahí fue cuando descubrí que lo importante no era copiar un estilo, sino encontrar lo que me funcionaba a mí. Finalmente, encontré una tienda online con muy buena relación calidad-precio y especializada en decoración para exteriores, donde compré mis tumbonas favoritas: tienen respaldo reclinable, una estructura ligera de aluminio que aguanta bien el clima, y cojines desenfundables en tono piedra que dan mucha calidez sin restar luz. Para el conjunto de jardín, opté por un sofá amplio de ratán sintético con mesa baja a juego, perfecto para desayunar fuera o sentarme a leer. Lo mejor no es solo que todo encaja, sino que da el valor que se merece al lugar favorito de mi casa.