Actualizado el sábado, 16 diciembre, 2023
Para expertos en educación infantil como Francesco Tonucci, lo más sano es que lo hacían los niños antes. ¿Os acordáis? Iban solos al colegio y a los 8 años ya cuidaban de sus hermanos os sus primos. Es una cuestión aparentemente muy sencilla pero aunque no hay nada que lo justifique (ninguna cifra de sucesos que haya variado alarmantemente) hoy la gente tiene miedo a dejar solos a los niños. Miedo a los desconocidos pero también miedo a sus conciudadanos.
Si hubieran subido las tasas de criminalidad sería comprensible pero la gente tiene miedo a pesar de que no pasa nada que no pasara hace años y a pesar de que los mayores índices de maltrato, violaciones o asesinatos a niños se producen dentro del entorno familiar o conocido de los niños. Cuando les preguntas de qué tienen miedo responden que a la violencia, a los pedófilos, a los secuestros… aunque esto nunca haya pasado en su pueblo, en su barrio, pero sí en algún pueblo o barrio que vieron por televisión.
Podría parecer que esta sobreprotección nunca está demás, pero el problema, según los expertos, es que estamos creando problemas con ella. Entre ellos, que no les damos la oportunidad de desarrollar habilidades para enfrentarse a la sociedad.
Es verdad que no podemos educar como nuestros abuelos educaban a nuestros padres. Es cierto que debemos luchar porque millones de niños en todo el mundo tenga derecho a vivir como niños y no tenga que sufrir peligros , pero sí podemos educar acorde a la realidad, utilizando el sentido común y rescatando aquello que nos sirvió en su tiempo: la paciencia, saber esperar o el respeto, sobre todo a los mayores. Hay una educación demasiado permisiva, padres que se sienten muy culpables porque trabajan todo el día y cuando llegan a casa son incapaces de poner normas. Pero sobre todo hay muchos padres excesivamente sobreprotectores. Sin embargo, olvidamos la paradoja de un primer mundo con niños excesivamente mimados y sobreprotegidos, y el resto de comunidades y países donde los niños tienen que vivir con un cúmulo de responsabilidades y peligros excesivos para su edad.
El documental «Camino a la escuela» narra la historia real y extraordinaria de cuatro niños, héroes cotidianos -Jackson, Carlitos, Zahira y Samuel- que deben enfrentarse diariamente con una multitud de adversidades y peligros para llegar a la escuela. Estos niños viven en cuatro puntos muy distantes de la tierra, pero comparten las mismas ganas de aprender y son conscientes de que sólo la educación les abrirá las puertas a un porvenir mejor. “Camino a la escuela” es una película que rebosa optimismo y esperanza en un futuro, donde para Jackson, Carlitos, Zahira y Samuel todo es posible con coraje, predeterminación y esfuerzo:
«Los niños en esto son perfectos en la elección del riesgo, nunca van buscando el peligro, no buscan el peligro por un afán suicida sino por el placer, y no poderlo experimentar hará que lo retrasen a la adolescencia, llegarán a ella con unas ganas enormes de riesgo que se expresará demasiado tarde y con peligro, ahí sí, todas las tonterías que no han podido hacer en la medida que lo necesitaban las unirán y compactarán en la adolescencia, y ahí si que habrá peligro»
Francesco Tonucci
Igual pasa con la forma de jugar, no le damos tiempo para crear sus propios juegos y esto es muy grave. Normalmente no somos conscientes pero los expertos aseguran que en el desarrollo de los niños, el juego es, con seguridad, la actividad más importante en la vida de una mujer y de un hombre, no sólo de los niños, porque ahí se ponen las bases.
Hay incluso investigaciones científicas que demuestran que tener una actividad física antes de ir a la escuela produce un efecto positivo en el rendimiento por lo que caminar hacia la escuela podría ser muy positivo. Hoy tenemos problemas enormes con el tema del déficit de atención, se considera una enfermedad y en Estados Unidos, aunque ya está llegando a Europa, hay un bombardeo de medicamentos a niños para tratar el déficit de atención, pues las investigaciones demuestran que los niños que van caminando a la escuela en lugar de ir en coche con su padre tienen un nivel de atención significativamente más alto y que esa ganancia de atención se prolonga 4 horas.