Actualizado el domingo, 14 enero, 2024
Te invitamos a compartir este relato esencial sobre cómo y cuándo enseñamos a las niñas y niños a respetar su cuerpo y su espacio personal:
Un hombre se sentó junto a mi hija en el autobús. El autobús no estaba particularmente ocupado, pero él eligió el asiento junto a ella. Entonces mi hija se puso de pie y se acercó a mí. Tal vez no se sentía cómoda sentada con él.
– ‘Ohhh, no tengas miedo. Vamos, choca esos cinco’ dijo el señor.
Ella no quería hacerlo. Se volvió hacia mí y se negó. Le sonreí y luego mi hija y yo volvimos a nuestra conversación.
– «¿Estás esperando la Navidad?», le preguntó el señor a mi hija.
Pensé que tal vez estaba solo, así que sonreí y respondí en su nombre. Intercambiamos las bromas habituales que la gente comparte en esta época del año. Un breve resumen de los planes de mi familia y el disfrute de la temporada. No soy muy buena socialmente, pero trato de ser cortés y odio pensar que alguien esté solo en estas fechas.
– ‘¿El gato te comió la lengua? ‘ Lo intentó de nuevo. Tocándole la barbilla a mi niña.
La sentí apretujarse en mi pecho. Tratando de fusionarse en mi cuerpo. Su lenguaje corporal gritaba STOP… pero él no estaba escuchando. ¿Por qué las personas hacen esto?
– «Ella simplemente no quiere hablar», le expliqué con firmeza.
– ‘¿Es tímida?’
– “No particularmente. Simplemente no tiene ganas de hablar” reiteré.
Empecé a contarle nuestros planes para la noche con mis hijos. A propósito lo saqué del tema para que habláramos de otra cosa. Pero insistió.
‘Deberías enseñarle algunos modales. ¡Al menos debería ser educada!’ -dijo.
Lo miré. Lo miré y recordé todas las veces que la gente había ignorado mi incomodidad. Abuelos que exigieron abrazos. Tías persiguiéndome para ‘robarme un beso’. Me hicieron cosquillas hasta que no pude respirar y fue muy lejos de la diversión. Amigos de la familia que exigían que les hable o sonría. Extraños que exigieron monerías…
Recordé las veces que me llamaron maleducada porque no tenía ganas de hablar. Recordé todas las veces que me vi obligada a poner la comodidad de otras personas por encima de la mía.
Recordé la vez que un hombre en un club me llamó frígida porque lo aparté cuando quiso bailar frotándose sobre mi cuerpo. Una “amiga” riéndose y diciéndome que todo estaba bien, que me relajase y bailara con él que sólo se estaba divirtiendo inofensivamente … y que ese chico era amigo de su novio ¿Quería arruinar su noche siendo maleducada?
Recordé que quería ir a casa pero sentí que no podía porque ofendería a mi amiga. Recordé haber llorado más tarde porque me había sentido muy incómoda y atrapada toda la noche.
No es sólo una lección lo que le estoy enseñando a mi hija.
¡La comodidad y los sentimientos de mi hija son importantes!
No le debe nada a nadie … Y cuando se siente incómoda, no tiene que fingir que está bien para acomodarse al ego de otra persona.
‘Ella no ha sido descortés. ¡Ella no tiene porqué hablar! «, le dije al señor.
Luego me volví hacia mi hija y le hablé claramente para que ella pudiera escucharme y para que él también escuchara… «Hija, NO tienes que hablar con esta persona si no quieres. La gente NO puede hacerte sentir mal. ¡Puedes decirle que se detenga y si no escucha, entonces es esa persona la que se equivoca y debes asegurarte de que él lo sepa! Si la gente no te escucha, puedes gritar «¡Basta, ahora mismo! Déjame en paz y sigues gritando hasta que te escuchen»
El hombre farfulló y murmuró algo parecido a “otra loca suelta” o algo así. Y luego se cambió de lugar. Me negué a prestarle más atención… Y con calma, continué nuestro viaje en paz.
Cuando pasamos junto a él para bajar del autobús, dijo en voz alta «¡Ya se a quién salió!» …lo miré a los ojos y respondí ‘Yo también’.
En este caso, la no interacción de mi hija fue con el señor agresivo del autobús. Otra vez puede ser un pariente que no respeta sus límites. O un amigo de la familia que la invitó a hacer algo que sabe que está mal … Un día puede ser un hombre que no escucha cuando dice que no.
Quiero que sepa que tiene una opción. Ella nunca tiene que quedarse callada para beneficio de otra persona. Ella es poderosa y puede decir BASTA. Quiero que sepa que Parar significa PARAR … Y no significa NO.
…. Y si alguien se ofende por sus límites, ese es SU problema.
Autora: Nic Bescoby
Adaptación al español: Elizabeth Salvatierra
Forzar a un niño a dar un beso o un abrazo no es un buen método para enseñarle modales
¿Por qué no debemos obligar a los niños a dar un beso o un abrazo?
Es importante que los niños socialicen y aprendan a convivir con los demás. Enseñarles a saludar y a despedirse, así como a ser atentos y respetuosos, son normas básicas de cortesía que se deben inculcar desde una edad temprana. Sin embargo, si los niños no se sienten a gusto con una persona, no es necesario forzarles a que la besen o abracen. Un apretón de manos o un simple “buenos días” debe bastar.
Cinco buenas razones por las cuales no deberías forzar a un niño a dar besos y abrazos
1. Porque para un niño, los besos y los abrazos son demostraciones de afecto auténticas
Por ello, es comprensible que se sientan incómodos y no les broten con espontaneidad ante desconocidos o personas con quien no tienen una buena relación. Para los peques, los besos y los abrazos son formas de demostrar su cariño, son actos íntimos, no sociales. Al menos hasta que crezcan y se apropien de los convencionalismos sociales, lo que suele ocurrir alrededor de los cinco años de edad.
2. Porque no debemos forzar las emociones
No hay nada mejor que un abrazo auténtico, de esos que transmiten calidez y cariño. Los abrazos obligados son fríos y distantes, congelan el alma. Forzar a los niños a dar un beso o un abrazo equivale a enseñarles que sus emociones no cuentan, por lo que es probable que más adelante tengan dificultades para expresar asertivamente sus sentimientos. Además, de esta forma también invalidamos su instinto, pues le estamos diciendo que no debe confiar en él.
3. Por respeto a su carácter
Todos los niños no son iguales, hay quienes se muestran más cariñosos con los desconocidos y otros son mucho más tímidos y les cuesta demostrar su afecto incluso con personas que conocen. La timidez no es un problema, es un rasgo de la personalidad que se puede ir atenuando con el paso del tiempo, pero no poniendo al niño en situaciones que le hacen sentir extremadamente incómodo ya que, de esta manera, le estamos transmitiendo el mensaje de que hay algo malo en él.
4. Porque le transmitimos la idea errónea de que su cuerpo no le pertenece
Y que para complacer a los demás debe ofrecer afecto físico. Al obligarle a abrazar o besar a alguien le estamos diciendo que no puede disponer de su cuerpo y decidir sobre él, lo cual puede poner al niño en una situación de riesgo ante el abuso infantil.
5. Porque no aprende a poner límites
Y a decir no cuando se sienta incómodo con alguna situación. Cada persona, incluyendo los niños, debe ser libre para decidir cómo y a quién mostrar su afecto. De hecho, a nosotros no nos gustaría que alguien nos obligase a abrazar o besar a una persona por quien no sentimos una simpatía especial. Entonces, ¿por qué forzar a los niños?
¿Qué hacer cuando los niños se niegan a dar besos y abrazos?
Jamás recurras al chantaje
Frases como “si le das un beso, te daré…” o “si no me das un beso, te querré menos” implican condicionar el amor y las muestras de cariño. De esta forma, el niño solo aprenderá a fingir el afecto y a utilizarlo como estrategia de manipulación. En cambio, el mensaje que le debe llegar es que el amor y el afecto no se compran, se brindan incondicionalmente y con espontaneidad.
Actúa con naturalidad y no le obligues
No hagas una tormenta en un vaso de agua y no permitas que otros adultos la hagan. Si tu hijo no quiere saludar con un beso o un abrazo, pídele que dé la mano o los “buenos días”. Esta alternativa es mejor que ver después al niño limpiándose el beso, con visible disgusto, una situación que resultará mucho más incómoda para todos. El pequeño brindará demostraciones de afecto cuando esté preparado y se sienta a gusto.
Mantén una comunicación abierta y apóyale
Si la reticencia del niño ocurre solo con una persona, es importante que investigues la causa; pero para saber qué ocurre realmente tu hijo debe sentirse cómodo para hablar contigo, sabiendo que no le juzgarás. De hecho, es fundamental que siempre valides sus emociones y sentimientos, lo cual no significa permitirle rabietas y caprichos, sino enseñarle a detectar sus estados emocionales y gestionarlos de la manera más asertiva posible, sin violentar su “yo”.
Mientras tanto, hay que armarse de paciencia. La mayoría de los padres saben que los niños pasan por diferentes etapas: fases en las que dan muchísimos besos, otras en las que solo besan a los familiares más cercanos y otras en las que muestran su afecto cuando tienen ganas.