Actualizado el viernes, 4 noviembre, 2022
La creatividad es una de las capacidades más asombrosas que poseemos. Gracias a ella hemos hecho realidad inventos increíbles que han mejorado nuestra calidad de vida o han ampliado nuestra comprensión del mundo. Sin embargo, también es una capacidad muy delicada que, si no se cultiva, puede terminar perdiéndose.
“Todo niño es un artista, el problema es seguir siendo un artista cuando creces” – Pablo Picasso
La educación que se recibe en la infancia puede fomentar la creatividad o, al contrario, devastarla. Por eso, los padres deben proporcionar a sus hijos un entorno en el que puedan explorar con seguridad y sentirse libres para crear y dejar volar su imaginación.
Los fallos en la educación que limitan la creatividad infantil
Según un estudio publicado en la Creativity Research Journal realizado en más de 272.000 niños en edad escolar, desde 1984 hasta la fecha se ha producido un declive impresionante de la creatividad infantil. Los niños han perdido, sobre todo, la capacidad para desarrollar perspectivas interesantes y novedosas a partir de una idea, una habilidad que se conoce como “elaboración creativa”.
1. Llenar su agenda
Aterrados por la idea de que sus hijos no estén a la altura de lo que demanda la sociedad, muchos padres se encargan de llenar la agenda infantil con diferentes actividades extraescolares. Apuntan a sus hijos a todo tipo de talleres y cursos, con el objetivo de que estén mejor preparados para la vida. Sin embargo, al llenar su agenda no dejan espacio para el juego libre, por lo que, sin darse cuenta, terminan matando la creatividad infantil. De hecho, un estudio realizado en la University of Central Lancashire desveló que el aburrimiento es un poderoso aliciente de la creatividad.
2. Limitar sus opciones
Muchos padres cometen el error de elegir en lugar de sus hijos porque piensan que estos son demasiado pequeños como para tener su propio criterio. De esta forma limitan considerablemente sus opciones. Sin embargo, la creatividad proviene precisamente de la libertad para combinar diferentes ideas, incluso las más absurdas o dispares. A una mente que se ha atado desde pequeña, le resultará muy difícil encontrar la libertad necesaria para crear.
3. Imponer una manera de hacer las cosas
Con el pretexto de “querer lo mejor para su hijo”, muchos padres cometen el error de imponer sus puntos de vista y formas de hacer las cosas. Es cierto que los niños tienen mucho que aprender y es probable que cometan errores a lo largo del camino pero si los padres siempre les dan instrucciones precisas y les transmiten la idea de que solo existe una manera correcta de hacer las cosas, no solo estarán matando su creatividad sino también su individualidad. De hecho, un experimento realizado en la Universidad de Exeter desveló que cuando en los grupos se imponen normas demasiado severas, las personas son menos creativas.
4. Transmitir miedo al fracaso
Los niños no nacen teniendo miedo al fracaso, lo desarrollan cuando se dan cuenta de que la opinión de los demás es importante para ser aceptados y amados. Por eso, si los padres critican constantemente al niño y solo se centran en los resultados, el pequeño terminará desarrollando un profundo miedo a equivocarse. Como resultado, preferirá no arriesgarse, optará por la solución más convencional y segura, lo cual limitará considerablemente su creatividad. Desgraciadamente, muchos padres transmiten la idea de que el fracaso es una calle con un solo sentido, sin marcha atrás, cuando en realidad se trata simplemente de un paso más en el camino del aprendizaje.
5. Convertir todo en una competición
Hay padres muy competitivos que ven en sus hijos una oportunidad para reafirmar su identidad y sobresalir. Estos padres suelen muy exigentes con los niños y se encargan de que cada uno de sus pasos sea una ocasión para que demuestren su valía. Esa presión por ganar siempre el “trofeo” termina generando en los niños una tensión innecesaria y muy dañina que da al traste con la creatividad. De hecho, se ha demostrado que para que las ideas fluyan es necesario “desconectar” la parte del cerebro que se encarga de la evaluación y la crítica. Y también es imprescindible que la mente se libere de la presión por ser los mejores.