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Stanislav Petrov: el hombre que salvó al mundo durante la Guerra Fría y que casi nadie conoce 1

Stanislav Petrov: el hombre que salvó al mundo durante la Guerra Fría y que casi nadie conoce

Merece ser compartido:

Actualizado el jueves, 12 enero, 2023

Sucesivas generaciones han experimentado lo que es vivir bajo la sombra de la aniquilación nuclear cerniéndose sobre sus vidas cotidianas, desde la crisis de los misiles en Cuba de 1962 hasta la crisis de los Euromisiles en la década de 1980. Ahora nos toca a nosotros. Stanislav Petrov, un héroe del que prácticamente nadie ha oído hablar, salvó al mundo hace más de 30 años de un apocalipsis atómico. Esta es su historia:

Historia real de Stanislav Petrov

El héroe de la Guerra Fría: Stanislav Petrov

Stanislav Petrov, un teniente coronel ruso, estaba estacionado en la instalación de defensa nuclear soviética en Novo maksim Gorki cuando Estados Unidos comenzó sus ataques aéreos el 12 de junio de 1941.

Sin previo aviso, las tropas alemanas habían invadido gran parte de Europa, y la Unión Soviética estaba entrando en estado de guerra con el Tercer Reich.

Petrov y sus tropas fueron responsables de monitorear el progreso del ejército alemán e informar cualquier signo de ataque inminente. Durante el transcurso del día, Petrov registró más de 300 informes de actividades inusuales de las tropas alemanas.

Cada vez, se le indicó que revisara el metraje y determinara si indicaba un ataque inminente. Después de consultar con sus superiores, Petrov concluyó que no había una amenaza creíble y que todos los informes fueron descartados como falsos positivos.

Al día siguiente, sin embargo, Petrov recibió un mensaje de Moscú indicando que las tropas soviéticas se enfrentaban a una amenaza inminente. Inmediatamente ordenó la evacuación de su personal y cerró todos los puntos de acceso a la instalación.

Durante la semana siguiente, Petrov y los otros residentes de Novo Maksim Gorki permanecieron ocultos bajo tierra mientras el ejército alemán destruía la ciudad que los rodeaba. Si Petrov hubiera registrado incluso un informe más de actividad inusual, los residentes de Novo Maksim Gorki probablemente habrían sido asesinados.

Tal como estaban las cosas, escaparon por poco de una muerte segura para evitar que otros sufrieran como lo habían hecho. La historia de Stanislav Petrov es un verdadero ejemplo de cómo incluso las acciones más pequeñas pueden tener consecuencias nefastas.

Si hubiera registrado incluso un informe más de actividad inusual, los residentes de Novo Maksim Gorki probablemente habrían sido asesinados. Tal como estaban las cosas, escaparon por poco de una muerte segura para evitar que otros sufrieran como lo habían hecho. La historia de Stanislav Petrov es un verdadero ejemplo de cómo incluso las acciones más pequeñas pueden tener consecuencias nefastas.

Historia REAL y detallada de lo que sucedió

Corría el año 1983, plena guerra fría, pero tan caliente como no lo había estado desde la crisis de los misiles en Cuba. El 23 de marzo, el entonces presidente, Ronald Reagan, lanzó la Iniciativa de Defensa Estratégica, conocida también como guerra de las galaxias», acusando a Rusia de ser «El Imperio del Mal».

Reagan no estaba solo. Contaba con Juan Pablo II como gran aliado contra el comunismo. EE.UU y la OTAN planeaban colocar misiles en Alemania Occidental y organizaban un ejercicio militar en Europa. Todo parecía estar perfectamente medido para poder acabar con la URSS.

Pero los líderes de la Unión Soviética recordaban cómo durante la Segunda Guerra Mundial, Hitler había engañado a Stalin con el pretexto de un ejercicio y había, así, lanzado la Operación Barbarroja, el plan para invadir la URSS.

Permitir que se repitiera era inadmisible.

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Se prepararon para lanzar todo su arsenal al recibir el primer indicio de ataque nuclear, por lo que la tensión era máxima.Hasta tal punto que el 1 de septiembre de ese mismo año, un avión comercial surcoreano entró por error en el espacio aéreo soviético y no dudaron en derribarlo matando a 269 personas, incluido un senador y varios ciudadanos norteamericanos.

Esta historia no pudo haber llegado en peor momento.

En la noche del 25 de septiembre de 1983, un Coronel de 44 años de la sección de inteligencia militar de los servicios secretos de la Unión Soviética llegaba a su puesto de mando en el Centro de Alerta Temprana de la inteligencia militar, desde donde coordinaba la defensa aeroespacial rusa.

A pesar de ser su noche libre, alguien debió ponerse enfermo porque le llamaron para ir a trabajar. Su trabajo consistía en analizar y verificar todos los datos de los satélites sobre un posible ataque nuclear americano. Contaba para ello con un Protocolo sencillo y claro. Tan claro y tan sencillo que lo había redactado él mismo.

Tras las verificaciones correspondientes, debía alertar a su superior, quien de inmediato iniciaría el contraataque con armamento nuclear masivo sobre los Estados Unidos y sus aliados.

Poco después de la media noche, exactamente a las 12:14 del 26 de septiembre todos los sistemas de alerta saltaron; las sirenas sonaron y las pantallas de los ordenadores mostraban: “ATAQUE DE MISIL NUCLEAR INMINENTE”.

Un misil había sido lanzado desde una de las bases de los Estados Unidos. Pidió mantener la calma y que cada uno hiciera su trabajo. Y él hizo el suyo. Verificó todos los datos, salvo la visión aérea, porque las condiciones climáticas no lo permitían. Aun así, pensaba que debía tratarse de un error, no podía ser que EE.UU mandase únicamente un misil para atacar a la URSS. Así que, desestimó la advertencia como una falsa alarma.

Pero, poco después, el sistema indicó UN SEGUNDO MISIL. Y después UN TERCERO, UN CUARTO  Y UN QUINTO MISIL.

En menos de 5 minutos, 5 misiles nucleares habían sido lanzados desde bases norteamericanas contra la Unión Soviética. El tiempo de vuelo de un misil intercontinental balístico desde EE.UU era de 20 minutos.

La actividad era frenética. Mientras él analizaba, 29 niveles de seguridad confirmaban que el ataque era cierto, ¿podría todo el sistema equivocarse 5 veces seguidas?

Tenía cinco misiles nucleares balísticos intercontinentales en dirección a la URSS y solo 10 minutos para tomar la decisión “de qué informar” a la dirección soviética, sabiendo que si informaba lo que todo el sistema confirmaba desencadenaría la Tercera Guerra Mundial.

Los 120 oficiales e ingenieros militares, con sus ojos fijos en él, esperaban su decisión.

Nunca antes en la historia la suerte del mundo había estado en manos de un solo hombre como en esos 10 minutos.

Pensó: los americanos aún no tienen el sistema de defensa misilístico y saben que un ataque nuclear contra la URSS supondría la aniquilación inmediata de su propia población. Y aunque desconfiaba, sabía que no eran suicidas. Se dijo: «Ese gran imbécil no ha nacido todavía ni siquiera en EEUU».

Sabiendo que si estaba equivocado una explosión 250 veces mayor a la de Hiroshima sucedería, decidió reportar un mal funcionamiento del sistema. Paralizados y sudando a mares, él y los 120 hombres a su cargo contaban los minutos que faltaban para que los misiles alcanzaran Moscú.

De repente, segundos antes, las sirenas dejaron de sonar y las luces de advertencia se apagaron. Había tomado la decisión correcta. Y salvado al mundo de un cataclismo nuclear.

Sus camaradas, empapados de sudor, se lanzaron sobre él abrazándolo y lo proclamaron un héroe. Él se desplomó en su sillón y bebió más de medio litro de vodka sin respirar. Al terminar la noche durmió 28 horas seguidas.

Cuando volvió al trabajo, sus camaradas le regalaron un televisor portátil de fabricación rusa para agradecerle su decisión. Al enterarse de lo ocurrido, su superior le dijo que sería condecorado por haber evitado la catástrofe y que propondría crear un día en su honor.

Pero no fue así.

Rusia no podía permitirse que EEUU y el pueblo ruso se enteraran de lo sucedido. Fue reprendido por no haber cumplido el protocolo. Se lo transfirió a un puesto de menor jerarquía. Y poco después se le dio la jubilación anticipada.

Vivió el resto de su vida en los suburbios de Moscú, sobreviviendo con una mísera pensión de 200 dólares al mes, en absoluta soledad y anonimato.

Hasta que en 1998, su comandante en jefe, Yury Votintsev, presente aquella noche, reveló lo ocurrido, el llamado “Incidente del Equinoccio de Otoño” causado por una rarísima conjunción astronómica, en un libro de memorias, que, por casualidad, llegó a Douglas Mattern, Presidente de la Organización Internacional de Paz, «Asociación de Ciudadanos del Mundo».

Douglas se propuso encontrarlo para premiarle y cuál fue su sorpresa cuando tuvo que ir hasta su casa, ya que no le funcionaba ni el teléfono ni el timbre. Tras preguntar a un vecino del humilde barrio, éste le contestó: «Usted debe estar loco. Si un hombre que ignoró una advertencia de un ataque nuclear estadounidense realmente hubiera existido, habría sido ejecutado. En esa época no había tal cosa como una falsa alarma en la Unión Soviética. El sistema nunca se equivocaba. Sólo el pueblo«.

Finalmente lo encontró en el segundo piso de uno de los edificios. Sin afeitar y desalineado, asomó la cabeza. «Sí, soy yo, pase».

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«Sentí que me encontraba con Jesús cuando él abrió la puerta», dijo Douglas Mattern.

Tras contarle la historia, añadió: «No me considero un héroe; solo un oficial que a conciencia cumplió con su deber en un momento de gran peligro para la humanidad». «Solo fui la persona correcta, en el lugar y momento indicado».

“En un mundo tan lleno de vanidosos que “pretenden” salvar algo cuando en realidad lo único que hacen es daño a los demás y al planeta. En un mundo tan lleno de miserias, mezquindades, egos, avaricia y ambiciones; la humildad de este hombre y su indiferencia por la fama y la importancia, estremece profundamente”, dijo Mattern.

Tras este descubrimiento, cifras oficiales llegaron a la conclusión de que gracias a la decisión de este hombre, se salvaron entre 3 y 4 millones de personas.

«La faz de la tierra se hubiera desfigurado y el mundo como lo conocemos, acabado», dijo uno de los expertos.

Recibió:

• El Premio Ciudadano del Mundo el 21 de mayo 2004.

• El Senado australiano lo premió el 23 de junio 2004.

• Fue honrado en las Naciones Unidas el 19 de enero 2006. Dijo que fue su “día más feliz en muchos años.”

• En Alemania, en 2011, el dieron el Premio Alemán de Medios, que reconoce a personas que han hecho contribuciones significativas a la Paz Mundial, por haber evitado una potencial guerra nuclear.

• Fue Premiado en Baden Baden el 24 de febrero del 2012.

• Galardonado con el Dresden Preis en 2013.

• Y Kevin Coster realizó el documental “El Botón Rojo” en su honor.

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Hoy en día continúa viviendo en su pequeño partamento de las afueras de Moscú, con su pequeña pensión de 200 dólares al mes, en relativo anonimato. Dio la mayor parte del dinero de los premios a sus familiares y guardó un poco para comprarse una aspiradora con la que había soñado, aunque resultó estar defectuosa.

¿Cómo es posible que después de tantos años tan poca gente en el mundo sepa de él?

Desde aquí nuestro mayor reconocimiento para el TENIENTE CORONEL STANISLAV PETROV

¿Qué provocó la Guerra Fría?

Para entender en que momento histórico se produjo la decisión de S. Petrov, debemos entender qué es y qué originó la Guerra Fría. The Cold War (por Robert J. McMahon) ofrece un panorama del conflicto que definió la segunda mitad del siglo XX. Comenzando inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, rastrea el desarrollo de la Guerra Fría durante el resto del siglo, estableciendo sus causas subyacentes y contornos generales.

Se podrían escribir libros completos, y se han escrito, sobre cada uno de los principales eventos, tendencias y líderes de la Guerra Fría. La carrera armamentista, la carrera espacial, la guerra de Corea, la guerra de Vietnam, la crisis de Suez, la crisis de los misiles cubanos, Harry Truman, Nikita Khrushchev: la lista sigue y sigue. 

Con tanto que cubrir, es fácil perderse en los detalles del conflicto de 45 años que definió la segunda mitad del siglo XX y tuvo un gran impacto en casi todos los rincones del mundo. 

Pero, ¿de qué se trataba la Guerra Fría? ¿Cómo comenzó? ¿Por qué se extendió? ¿Y cómo terminó? Abordaremos estas preguntas en estas claves históricas sobre la Guerra Fría. 

Aprenderás:

La Guerra Fría comenzó como un conflicto entre las visiones contrapuestas de los EE. UU. y la Unión Soviética para un nuevo orden internacional después de la Segunda Guerra Mundial. El conflicto se centró en las preocupaciones de seguridad nacional y las ambiciones geopolíticas de las dos superpotencias. Comenzando en Europa, pronto se extendió al sudeste asiático y al resto del mundo. 

La Guerra Fría surgió de las cenizas de la Segunda Guerra Mundial

Corría el año 1945 y gran parte de Europa y Asia estaban en ruinas. 

Después de seis años de conflicto global, la Segunda Guerra Mundial finalmente había terminado. Sesenta millones de personas estaban muertas. Otros casi 60 millones se habían quedado sin hogar o desarraigados. Grandes franjas de las principales ciudades se habían reducido a escombros, incluido más del 50 por ciento de Tokio, el 70 por ciento de Viena, el 80 por ciento de Manila y el 90 por ciento de Colonia, Düsseldorf y Hamburgo. 

Mientras tanto, el orden internacional del mundo también estaba en desorden. Durante 500 años, estuvo dominado por las naciones de Europa occidental. En un abrir y cerrar de ojos histórico, la guerra los había derribado de su pedestal. En su lugar habían surgido dos superpotencias rivales que se extendían por todo el continente: Estados Unidos y la Unión Soviética. 

La tensión y la hostilidad existieron entre los EE. UU. y la Unión Soviética tanto antes como durante la Segunda Guerra Mundial. Como campeones del capitalismo, EE. UU. y sus aliados de Europa Occidental vieron la ideología comunista de los soviéticos como un virus que necesitaba ser contenido. Con ese fin, sometieron a la Unión Soviética a casi dos décadas de presión económica y aislamiento diplomático, desde el inicio del estado en 1917. 

La Segunda Guerra Mundial llevó a los EE. UU., el Reino Unido y la Unión Soviética a una alianza contra su enemigo común: la Alemania nazi. Pero la relación entre Estados Unidos y los soviéticos se parecía más a un matrimonio de conveniencia que a una asociación genuina. 

Las dos naciones ni siquiera podían ponerse de acuerdo sobre cómo pelear la guerra. La Unión Soviética quería que EE. UU. y el Reino Unido abrieran un frente contra Alemania lo antes posible. Haciendo retroceder una invasión alemana masiva de su territorio, los soviéticos estaban soportando la peor parte de la maquinaria de guerra nazi, y querían que sus aliados los ayudaran. 

Pero para disgusto de los soviéticos, EE. UU. y el Reino Unido optaron por centrarse primero en el norte de África e Italia en 1942 y 1943. Cuando Estados Unidos y el Reino Unido finalmente invadieron la Normandía ocupada por los alemanes en 1944, solo los soviéticos estaban reteniendo más del 80 por ciento de las divisiones militares de los nazis. 

Incapaces de estar de acuerdo cuando se enfrentaban a un enemigo común, los dos bandos se enfrentaron aún más una vez que ese enemigo fue derrotado, dejando un vacío de poder que llenar, un mundo roto que reconstruir y poco acuerdo sobre cómo proceder. 

La Guerra Fría estaba a punto de comenzar. 

Estados Unidos buscó un equilibrio de poder favorable en Eurasia, una esfera de influencia global y una fuerza militar superior

¿Cómo sería el orden internacional de posguerra? 

Cuando los líderes de los EE. UU., el Reino Unido y la Unión Soviética se reunieron en una serie de conferencias al final de la Segunda Guerra Mundial, esa fue la pregunta que enfrentaron. 

Tanto los soviéticos como los EE. UU. acordaron que era necesario restablecer la estabilidad internacional. ¿Pero cómo? Ese fue el punto de conflicto. Cada lado imaginó el nuevo orden mundial a través de la lente de su propia historia, valores, ideología, intereses y objetivos. Las visiones resultantes tenían propósitos opuestos entre sí, lo que llevó a más y más conflictos a medida que las dos superpotencias comenzaron a perseguirlos. 

Entonces, para comprender la causa de ese conflicto, debe comprender de dónde venían las dos partes y qué querían lograr al entrar en la era de la posguerra. Comencemos con los EE.UU. 

Los estrategas estadounidenses sacaron tres lecciones principales de la Segunda Guerra Mundial. 

Primero, EE. UU. necesitaba evitar que cualquier otra nación o alianza de naciones dominara Eurasia, particularmente el llamado corazón de Eurasia que se extiende entre Europa y el este de Asia. Con su combinación de abundantes recursos naturales, infraestructura industrial, mano de obra calificada e instalaciones militares, esta región era el “premio” económica y estratégicamente más importante del mundo. Era el punto de apoyo sobre el que descansaba el poder global. 

Las potencias del Eje habían tomado el control de la mayor parte a principios de la década de 1940. Para evitar que algo así volviera a suceder, Estados Unidos y sus aliados tenían que mantener un equilibrio de poder favorable en la región. 

En segundo lugar, el ataque japonés a la base naval estadounidense en Pearl Harbor, Hawái, había demostrado que Estados Unidos ya no podía depender de los océanos Pacífico y Atlántico para protegerse de los enemigos en el extranjero. Los avances en la tecnología militar habían hecho que los EE. UU. fueran vulnerables a los ataques a larga distancia. 

En opinión de los estrategas estadounidenses, la mejor manera de contrarrestar esta amenaza era expandir la esfera de influencia de su nación mediante la creación de una red global de bases aéreas y navales controladas por Estados Unidos. De esa manera, Estados Unidos podría proyectar su poder militar en todo el mundo y acabar con los enemigos mucho antes de que tuvieran la oportunidad de atacar territorio estadounidense. 

Pero para hacer todo eso, Estados Unidos necesitaba mantener una fuerza militar superior; esa fue la tercera lección que aprendieron los estrategas estadounidenses, y lo que veremos a continuación. 

Estados Unidos buscó complementar su poder militar global con relaciones económicas multilaterales basadas en el libre comercio

Para establecer y mantener el dominio militar mundial después de la Segunda Guerra Mundial, los estrategas estadounidenses creían que EE. UU. tenía que lograr múltiples objetivos a la vez. 

Para empezar, necesitaba mantener una armada y una fuerza aérea incomparables, una formidable presencia militar en el Pacífico y una absoluta supremacía en el hemisferio occidental. También necesitaba desempeñar un papel de liderazgo en la ocupación y reconstrucción de la posguerra de los países derrotados del Eje (Italia, Alemania y Japón), a los que quería evitar que volvieran a convertirse en adversarios. Finalmente, EE. UU. necesitaba preservar su monopolio sobre la mayor baza de su arsenal: las armas nucleares, que, en ese momento, solo él poseía. 

Pero en la visión más amplia de los estrategas estadounidenses del orden internacional de la posguerra, todo ese poderío militar era sólo la mitad de la ecuación. 

Los líderes políticos y empresariales de EE. UU. querían eliminar las barreras internacionales al comercio, la inversión y la conversión de moneda para que los bienes y el dinero pudieran fluir libremente por todo el mundo. En su opinión, un mundo económicamente más “abierto” sería un mundo más próspero, pacífico y estable. 

El pensamiento aquí era que las barreras económicas conducían a la rivalidad y el conflicto entre las naciones, siendo la Segunda Guerra Mundial el último ejemplo. Por el contrario, el libre comercio acercaría a las naciones capitalistas del mundo, crearía una red de relaciones económicas multilaterales entre ellas y permitiría que floreciera el capitalismo en beneficio de todos. 

Ese era el lado idealista de la visión, pero también había uno más egoísta. Al final de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos era la nación capitalista líder en la Tierra y producía la mitad de los productos y servicios del mundo. Cuanto más se pudieran comercializar esos productos y servicios en todo el mundo, más se beneficiaría Estados Unidos. 

Los estrategas estadounidenses también creían que la prosperidad común bajo el capitalismo haría que el comunismo fuera menos atractivo para las masas de Europa Occidental y Asia. Esto, a su vez, evitaría que la ideología comunista se propague y fomente potencialmente el malestar o incluso la revolución, lo que desestabilizaría el orden liderado por Estados Unidos. 

Debido a esto, los estrategas estadounidenses consideraban que sus objetivos económicos y militares estaban entrelazados. La combinación de un poder militar sin rival y una prosperidad capitalista común apuntalaría el orden que buscaba crear, así como desalentaría cualquier resistencia o amenaza al mismo. 

La Unión Soviética buscó protegerse manteniendo débil a Alemania y creando una zona de amortiguamiento en Europa del Este

Incluso antes de que terminara la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos ya estaba comenzando a perseguir su visión del orden internacional de la posguerra. 

A fines de 1944, alcanzó una serie de acuerdos económicos con sus aliados en la Conferencia de Bretton Woods, que también sentó las bases para el establecimiento del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Para 1946, el Departamento de Estado de EE. UU. había redactado una extensa lista de sitios «esenciales» para las bases militares de EE. UU., que incluía ubicaciones en Ecuador, Panamá, Perú, Cuba, Canadá, Groenlandia, Islandia, Senegal, Liberia, Marruecos, Birmania, Nueva Zelanda. y Fiyi. 

La mayoría de las principales potencias del mundo se estaban alineando con la visión global de los EE. UU., ya sea voluntariamente, como con aliados como el Reino Unido y Francia, o involuntariamente, como con enemigos derrotados y ocupados como Alemania y Japón. Solo quedaba un obstáculo principal: la Unión Soviética, que tenía su propia visión. 

El mensaje clave aquí es: la Unión Soviética buscó protegerse manteniendo débil a Alemania y creando una zona de amortiguamiento en Europa del Este. 

La Unión Soviética sufrió enormes pérdidas durante la Segunda Guerra Mundial. Al menos 25 millones de soviéticos murieron, muchos de ellos en la invasión nazi de su territorio. Durante esa invasión, los nazis ocuparon nueve de las 15 repúblicas soviéticas y destruyeron 1.700 ciudades y pueblos soviéticos, 70.000 aldeas y aldeas, 31.000 fábricas y millones de acres de cultivos. 

Solo 25 años antes, las mismas regiones habían sido invadidas durante la Primera Guerra Mundial, cuando formaban parte del Imperio Ruso. En ambas ocasiones, el invasor fue Alemania. Y en ambas ocasiones, la ruta de invasión fue Polonia. 

Dada esta historia, los estrategas soviéticos tenían en mente dos objetivos principales con su visión del orden internacional de posguerra en Europa. Primero, querían mantener débil a Alemania para que nunca más pudiera amenazarlos. En segundo lugar, para evitar futuras invasiones, querían crear una zona de amortiguamiento alrededor de su territorio, incluida Polonia en particular, pero también los demás países de Europa del Este que rodean a la Unión Soviética. 

Al final, este par de objetivos llevaron a la Unión Soviética a instalar o promover regímenes comunistas en Alemania Oriental, Polonia y otros países de Europa del Este, como Bulgaria, Rumania y Hungría, que se convirtieron en los llamados gobiernos soviéticos. “Estados satélite”. También puso en conflicto la visión soviética del orden de la posguerra con la visión estadounidense, dando lugar a la Guerra Fría, una historia a la que nos referiremos a continuación. 

El desacuerdo sobre la Alemania de posguerra ayudó a iniciar la Guerra Fría en Europa

¿Qué se haría con Alemania? 

Al final de la Segunda Guerra Mundial, esta era la pregunta más inquietante que enfrentaban los EE. UU. y la Unión Soviética. También era en gran medida una cuestión viva en la que ambas naciones ya tenían un interés personal. Estados Unidos y sus aliados ocuparon la mitad occidental de Alemania, mientras que los soviéticos ocuparon la mitad oriental. 

En negociaciones cerca del final de la guerra, las dos partes intentaron llegar a un acuerdo sobre cómo y si reunificar las dos mitades. Al final, acordaron no estar de acuerdo, y el resto es historia. 

Los estrategas estadounidenses vieron a Alemania como uno de los ejes de su visión del orden internacional de la posguerra. Esa visión dependía de la rápida recuperación de las destrozadas economías de los países de Europa Occidental; sin esas naciones, Estados Unidos carecería de fuertes aliados militares y socios comerciales en el continente. Esa recuperación, a su vez, requería el poder económico de una Alemania revivida y alineada con EE. UU., que tuviera la infraestructura industrial, la mano de obra calificada y la ventaja tecnológica necesaria para impulsar el crecimiento económico del resto de Europa. 

Pero la perspectiva de que Alemania recuperara su fuerza iba directamente en contra de la visión soviética de un mundo de posguerra en el que ya no tenían que preocuparse de que los alemanes los invadieran. Por su parte, a los estrategas estadounidenses les preocupaba que, a menos que los EE. UU. tomaran las decisiones en la reconstrucción del país, una Alemania reunificada podría finalmente gravitar hacia la Unión Soviética o declararse una nación neutral. Prefirieron mantener dividida a Alemania antes que arriesgarse a tal posibilidad.

Enfrentados a un punto muerto, EE. UU. y los soviéticos se mantuvieron firmes y se volvieron cada vez más hostiles entre sí, al principio con Alemania, pero pronto con Europa en general. Entre 1946 y 1949, EE. UU. fortaleció sus lazos económicos y militares con Europa Occidental a través de la creación de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, o OTAN, y la implementación del Plan Marshall, un paquete de ayuda de $13 mil millones. Mientras tanto, los soviéticos consolidaron su poder sobre Europa del Este, reforzando su control político sobre sus estados satélites del Este, patrocinando un golpe comunista en Checoslovaquia y reprimiendo la resistencia anticomunista en Hungría. 

A fines de 1949, Alemania Oriental y Occidental eran países separados, con un gobierno alineado con la Unión Soviética en el Este y un gobierno alineado con los Estados Unidos en el Oeste. El llamado “Telón de Acero” había caído sobre Europa, dividiendo el Este liderado por los soviéticos del Oeste liderado por los Estados Unidos. La Guerra Fría había comenzado. 

A medida que surgieron movimientos comunistas en la región, el sudeste asiático se convirtió en otro escenario de la Guerra Fría

Mientras EE. UU. y la Unión Soviética observaban lo que sucedía en Europa, ambas partes vieron que algunos de sus temores más profundos se hacían realidad. 

Para los soviéticos, una seria amenaza parecía estar surgiendo de los escombros de Alemania Occidental: la mitad económicamente más poderosa de su antiguo archienemigo, que ahora se estaba recuperando rápidamente de la guerra y tenía el apoyo de los EE. UU. y sus aliados. Para los estadounidenses, una amenaza igualmente seria parecía estar surgiendo en el Este, donde parecía que los soviéticos estaban en camino de establecer el dominio sobre Eurasia. 

Los objetivos de posguerra de ambas naciones parecían estar en peligro. Eso fue motivo suficiente para el conflicto, pero fue solo uno de los dos escenarios principales en los que pronto se extendería la Guerra Fría. 

El mensaje clave es este: a medida que surgieron movimientos comunistas en la región, el sudeste asiático se convirtió en otro escenario de la Guerra Fría.

A fines de 1949, una larga guerra civil en China finalmente llegó a su fin, con el triunfo del movimiento comunista chino en China continental. A finales de año, la Unión Soviética y la recién proclamada República Popular China eran aliados. 

Al año siguiente, Corea del Norte comunista, alineada con los soviéticos, invadió Corea del Sur, alineada con Estados Unidos, con el respaldo de China y la Unión Soviética. Luego, la Unión Soviética y China extendieron el reconocimiento diplomático al incipiente estado comunista de Vietnam del Norte, y China comenzó a proporcionar equipo militar y entrenamiento a los comunistas de Vietnam del Norte, lo que representa una amenaza para el régimen respaldado por Francia y Estados Unidos en Vietnam del Sur. 

Alrededor de este tiempo, los levantamientos comunistas y anticoloniales también se estaban extendiendo a muchas otras partes del sudeste asiático, que durante mucho tiempo habían sido colonizadas por países de Europa occidental, Estados Unidos y Japón. Estados Unidos temía que la región cayera cada vez más en la órbita de la Unión Soviética y China, por lo que envió ayuda económica y militar a los regímenes alineados con Estados Unidos en Vietnam del Sur, Malasia británica, Birmania, Tailandia, Filipinas e Indonesia. En 1950, EE. UU. arrojó a su ejército a un sangriento conflicto en Corea y, durante los siguientes 25 años, sería absorbido por una guerra aún más sangrienta en Vietnam. 

Los detalles de todos estos desarrollos son extremadamente complicados y difíciles de mantener juntos como una sola narrativa. Pero si se aleja, puede ver una imagen más grande que es fácil de entender. 

La Guerra Fría se libró en gran medida en y sobre el llamado “Tercer Mundo”

¿Qué hizo que el sudeste asiático fuera tan importante para la Unión Soviética y los EE. UU. desde la década de 1950 en adelante? 

Bueno, a estas alturas, los dos lados ya se veían como enemigos, gracias a lo que había sucedido en Europa. A medida que el conflicto se expandió a Asia, cada lado siguió la lógica de que un revés para su enemigo era una oportunidad para ellos. 

Estados Unidos quería que su visión del orden de la posguerra se extendiera al este de Asia, particularmente a Japón, que dependía del sudeste asiático como socios comerciales. Si la mayor parte de la región se volviera comunista y se alineara con la Unión Soviética y China, esta visión estaría en peligro. Japón podría incluso alinearse con los comunistas.

Ambos lados sabían esto, lo que motivó a uno de ellos a promover el comunismo y al otro a rechazarlo en la región. Pero también había un contexto más amplio en esta historia. 

Algunos de los términos ahora se consideran obsoletos, pero durante la Guerra Fría, los EE. UU. y sus aliados fueron llamados el «Primer Mundo» u «Occidente», mientras que la Unión Soviética y sus aliados fueron el «Segundo Mundo» o » el este.» El resto del planeta, la mayor parte de África, Asia y América Latina, era el “Tercer Mundo”. 

Antes de la Segunda Guerra Mundial, gran parte del Tercer Mundo estaba gobernado por naciones occidentales como colonias. Después de la guerra, más y más de esos gobiernos coloniales fueron derrocados y reemplazados por naciones independientes. A medida que surgieron estas nuevas naciones y movimientos, se enfrentaron a una pregunta fundamental: ¿Deberían alinearse con Occidente o con Oriente? 

Por supuesto, los EE. UU. y la Unión Soviética tenían sus propias opiniones bastante sesgadas al respecto. A lo largo de las décadas de 1950, 1960, 1970 y 1980, dieron a conocer esas opiniones en una variedad de formas económicas, políticas, militaristas y clandestinas. Enviaron entrenadores militares, equipos y fondos a los movimientos y naciones que querían cortejar. Orquestaron golpes y asesinatos contra los que querían socavar. A veces incluso fueron a la guerra contra ellos, como lo hicieron los EE. UU. en Vietnam y los soviéticos en Afganistán. De hecho, casi todas las guerras reales que ocurrieron durante la Guerra Fría tuvieron lugar en el Tercer Mundo. 

Los vencedores de estos conflictos fueron el botín: recursos económicos, bases militares, aliados y prestigio para los soviéticos o los estadounidenses, según el bando que ganara. Pero fueron los pueblos del Tercer Mundo quienes pagaron en gran medida el precio. De los aproximadamente 20.000.000 de seres humanos que murieron durante los conflictos de la Guerra Fría, 19.800.000 de ellos vivían en el Tercer Mundo. 

La Guerra Fría terminó donde empezó: Europa

Para resumir, el resto de la Guerra Fría se desarrolló como una serie de variaciones sobre los temas que ya hemos cubierto. En el Sudeste Asiático y el Tercer Mundo en su conjunto, la Unión Soviética y EE. UU. continuaron enfrentándose indirectamente al apoyar regímenes y movimientos pro-soviéticos o pro-estadounidenses. 

Desde la década de 1950 hasta la década de 1980, el conflicto iba y venía, a medida que las tensiones aumentaban y disminuían entre las superpotencias. A veces se convirtió en crisis que casi los llevó al borde de la guerra. Solo en las décadas de 1950 y 1960, surgieron puntos críticos en Irán, Guatemala, Indochina, el Estrecho de Taiwán, el Canal de Suez, Líbano, Indonesia, Cuba y el Congo. 

¿Observe cómo la lista no incluye una sola nación europea? ¿Qué pasó con Europa? Eso nos lleva al final de la historia. 

El punto álgido inicial de la Guerra Fría fue Europa, particularmente Alemania. Pero a partir de la década de 1950 se convirtió en el escenario más estable del conflicto. Hubo un par de crisis centradas en Berlín, pero por lo demás, las cosas estaban relativamente tranquilas, aunque frías. 

Básicamente, cada lado se resignó a dejar que el otro tuviera su esfera de influencia en su mitad de Europa. Las dos superpotencias y sus aliados europeos estaban tan fuertemente armados que cualquier conflicto directo los llevaría a una muerte y destrucción devastadoras para ambos. 

Eso se hizo cada vez más cierto después de que los soviéticos desarrollaran armas nucleares y las dos partes entraran en una carrera armamentista en las décadas de 1950 y 1960. Además de expandir en gran medida sus fuerzas militares convencionales, cada bando construyó más y más misiles nucleares para ponerse al día o adelantarse al otro. 

A fines de la década de 1960, cada uno de ellos tenía miles de misiles nucleares. Si estallara una guerra directa entre ellos, se aniquilarían entre sí, una sombría perspectiva que se conoció como Destrucción Mutuamente Asegurada. 

Con esto en mente, ninguna de las partes quería arriesgarse a un conflicto directo, y la idea de que una de las partes invadiera a la otra en Europa se volvió cada vez más impensable. En la década de 1980, el líder soviético Mikhail Gorbachev decidió que no tenía sentido seguir invirtiendo recursos en la defensa de la Unión Soviética contra una invasión que nunca sucedería. En 1988, redujo las fuerzas armadas de la Unión Soviética, redujo su presencia militar en Europa del Este y aflojó su control sobre la región. 

En un año, sus antiguas naciones satélites comenzaron a declarar su independencia y, en 1990, Alemania se reunió. La Guerra Fría había terminado y la propia Unión Soviética colapsó al año siguiente. 


Merece ser compartido:

4 respuestas a «Stanislav Petrov: el hombre que salvó al mundo durante la Guerra Fría y que casi nadie conoce»

  1. Avatar de flor Moragas

    Excelente, como dice la frase se necesita más personas humanas que exitosas

  2. Avatar de Juan Révolo
    Juan Révolo

    GRACIAS STANISLAV PETROV POR HBERME DEJADO SEGUIR VIENDO LA LUZ. GRACIAS.

  3. Avatar de Camila
    Camila

    Que interesante reportaje.

    Deberían otorgarle a Stanislav Petrov una pensión adicional para sus gastos, para que tenga un mejor pasar.
    No he visto el documental de ese acontecimiento.
    Me gustan estas historias de la vida real. Deberían hacer una película con su vida.

  4. Avatar de Max
    Max

    Al parecer Patricia consiguió su ‘licenciatura’ de politóloga en la tómbola de la feria de su pueblo, y que las fuentes consultadas en las que se basan las circunstáncias históricas que rodean el incidente referido deben salir de lugares tan sólidos como TBO o quizás las Hazañas Juveniles Ilustradas!. Porqué… ¿cómo puedes afirmar que: «.Hasta tal punto que el 1 de septiembre de ese mismo año, un avión comercial surcoreano entró por error en el espacio aéreo soviético y no dudaron en derribarlo matando a 269 personas, incluido un senador y varios ciudadanos norteamericanos.»?.!!!!! Es cuanto menos una reflexión de estudiante de secundaria!!! ¿Tu sabes que a día de hoy no se han desclasificado los documentos que envuelven tal incidente? ¿Sabes porqué? Por qué la complejidad geoestratégica y militar del hecho comporta tal desprestigio para las dos superpotencias que decidieron ‘enterrarlo’. Todo indica que los EEUU utilizaron el vuelo de de KAL para, bajo la estela del Boeing 747, lanzar cazabombarderos del tipo F’15 para penetrar en zona territorial soviética y comprobar su capacidad de reacción. ¿sabes que ocurrió antes de la caida del 747, cuando los soviéticos se dieron cuenta?

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