Actualizado el Friday, 11 February, 2022
Una vez más, los paraísos fiscales nos han dejado boquiabiertos. Después de los Papeles de Panamá y todos los escándalos de políticos españoles con cuentas en Suiza o Andorra, llegan los Paradise Papers.
Tal vez te preguntes qué son esos Papeles del Paraíso de los que tanto hablan las noticias. Sencillo: los Paradise Papers están formados por más de 13,4 millones de documentos de dos despachos de abogados de Bermuda (Appleby) y Singapur (Asiaciti Trust) y 19 registros mercantiles de jurisdicciones opacas y revelan de nuevo el funcionamiento de la industria offshore. Son, sin duda, el fruto del arduo trabajo del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación, entre los que se encuentran periodistas españoles de El Confidencial y laSexta.
“Somos el 99%”, señalaba en su momento el movimiento Occupy Wall Street para remarcar cómo el 1% de la población concentra una cantidad desproporcionada de riqueza.
Los Paradise Papers demuestran dónde está y a dónde va el dinero de la población más rica del mundo, esa a la que normalmente nos referimos como “el 1%”. Sin embargo, estamos muy equivocados: según un estudio publicado en la revista The National Bureau of Economic Research (NBER), el 80% de todo el dinero guardado en centros financieros offshore pertenece al 0,1% más rico. Y el 50% de ese total pertenece al 0,01% de más arriba, es decir, a los ultrarricos.
¿Qué supone esto para el común de los mortales? El 0,01% de las personas más ricas del mundo oculta sus fortunas en lugares, hasta ahora, secretos. Hasta ahí bien, pero ¿qué ocurre con el resto de la gente? ¿Cómo nos afecta al resto de la población que los ultrarricos escondan su dinero en paraísos?
La relación entre los paraísos fiscales y la pobreza (y el empobrecimiento) de los países
Todo apunta a que las ingentes cantidades de dinero que circulan en los sistemas financieros offshore están empobreciendo al mundo. Según la Tax Justice Network, una coalición internacional de investigadores y activistas que trabajan en el ámbito de la regulación financiera, “debido a los paraísos fiscales, la desigualdad (a nivel mundial) es significativamente peor de lo que los economistas miden”. Explican que, al ocultar la riqueza en los paraísos fiscales, las personas físicas y jurídicas evitan el pago de impuestos en los países donde hacen negocios y de donde sacan el dinero. Esto priva a los gobiernos de los recursos derivados de la recaudación de impuestos, unos recursos indispensables para financiar los servicios públicos y las nuevas infraestructuras, es decir, se quedan sin presupuesto para invertir en sanidad, educación, fábricas, hospitales…
Al final del día, el déficit acaba por convertirse en un problema para el ciudadano de a pie. Queramos o no queramos.
“Los gobiernos o bien tienen que recortar servicios o bien deben compensar la caída en recaudación aumentando los impuestos en todos los demás ciudadanos —sostienen desde Oxfam—. Ambas opciones hacen que las personas más pobres pierdan y que la brecha de desigualdad crezca”.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos asegura que la pérdida de ingresos anuales a nivel global por culpa de la evasión fiscal asciende a los 240.000 millones de dólares. Por su parte, Oxfam eleva a 100.000 millones de dólares el coste anual que supone la evasión de impuestos en los países más empobrecidos. Para verlo con perspectiva y entender qué suponen esas cifras tan desorbitadas: ese dinero proporcionaría educación a 124 millones de niños en todo el planeta y podría prevenir la muerte de casi 8 millones de madres, bebés y niños.
Países tan empobrecidos como los que forman el continente africano, por ejemplo, pierden 14.000 millones de dólares anuales en impuestos por todo el dinero que se va a los paraísos fiscales. Ese dinero cubriría, según Oxfam, la atención médica que necesitan 4 millones de niños en toda África. Además, aún sobraría dinero para contratar a profesores y maestros para que todos los menores del continente fuesen a la escuela.
América Latina también nos deja atónitos con sus cifras. El subcontinente americano vio como entre 2002 y 2015 las fortunas de los más ricos aumentaron un 21% de media cada año. Claro que esto no significa nada cuando un informe del Foro Económico Mundial desvela que “gran parte de esta riqueza se mantiene en paraísos fiscales, lo que significa que una parte importante de los beneficios del crecimiento de América Latina está en manos de un pequeño número de personas muy ricas, a expensas de los pobres y la clase media”.
Todas estas cifras son bastante difíciles de digerir y, aún así, la Tax Justice Network afirma que el dinero invertido en paraísos fiscales es tal que todos los cálculos sobre inequidad económica y empobrecimiento se quedan cortos. Los Paradise Papers son solo la punta del iceberg, al igual que lo fueron los Papeles de Panamá. Por muy extraño que parezca, lo que hagan las grandes fortunas del mundo nos afecta a todos. La evasión fiscal y los paraísos fiscales solo sirven para hacer más agudas las diferencias entre ricos y pobres y, sobre todo, para que los más pobres sean cada vez más pobres.
Ayúdanos a concienciar al mundo. Exijamos el fin de los paraísos fiscales.