Actualizado el miércoles, 5 julio, 2023
Las pandemias como la del Covid-19 brutales atentados nos obligan a serenarnos y plantearnos, en primer lugar, el tipo de sociedad que queremos ser y, después, la respuesta que daremos a delitos de tanta gravedad; las primeras reacciones no parecen apuntar en la dirección moderada y sugieren que se usará la barbarie como una nueva excusa para recortar nuestras libertades y derechos. La pregunta es si lo vamos a permitir o no.
El poder de las pesadillas (The Power of Nightmares)
El poder de las pesadillas es un documental impactante que nos invita a reflexionar sobre el papel del miedo en la sociedad contemporánea. A través de su análisis profundo y perspicaz, Adam Curtis nos brinda una mirada esclarecedora de los mecanismos detrás de la política del miedo y sus consecuencias.
Es fundamental que como sociedad nos cuestionemos las narrativas que se nos presentan y busquemos una comprensión más amplia de los problemas que enfrentamos. Al hacerlo, podemos desafiar el miedo y la desinformación, y trabajar hacia un futuro más informado y empoderado.
El poder de las pesadillas (del inglés The Power of Nightmares) es un documental de la BBC, escrito y producido por Adam Curtis, parte de la serie de documentales titulada El ascenso de la política del miedo (The Rise of the Politics of Fear).
La idea clave, que se desarrolla con absoluta claridad y gira en torno a la transformación política y cultural. Dicha transformación ha supuesto, en todo el mundo, el paso progresivo desde una época en la que los líderes políticos centraban sus propuestas en la mejora de las condiciones de vida, hacia otra en la que los programas internacionales son fundamentalmente de naturaleza defensiva ante la amenaza externa.
El documental compara el ascenso del movimiento neoconservador en los Estados Unidos con el del movimiento radical islamista, sugiriendo que hay una fuerte conexión entre los dos.
Mas aún, éste argumenta que la amenaza del islamismo radical especialmente en la forma de Al-Qaeda, es en realidad un movimiento orquestado por los políticos de varios países y en particular por los neoconservadores de Estados Unidos con el objetivo de unir y motivar a la gente ante el fracaso de otras ideologías utópicas y la defensa de ideologías más peligrosas que la propia.
Hacer del miedo un sentimiento habitual se ha convertido en el objetivo prioritario de estos dos sistemas de pensamientos radicales. Tras muchos años en los que un enemigo común, la Unión soviética, parecía unir en alianza militar ambas corrientes, hemos alcanzado una época en la que los dos extremos se combaten pero se necesitan mutuamente para justificar sus excesos propios.
El poder de las pesadillas (del inglés «The Power of Nightmares») es un documental aclamado de la BBC, escrito y producido por Adam Curtis como parte de la serie de documentales titulada «El ascenso de la política del miedo» (The Rise of the Politics of Fear). En este artículo, exploraremos en detalle este fascinante documental y analizaremos su impacto en la sociedad actual.
El poder de las pesadillas es un documental que examina las raíces y el desarrollo de la política del miedo en el mundo occidental. A través de una narración perspicaz y una investigación exhaustiva, Adam Curtis revela las conexiones entre el ascenso del islamismo radical y el surgimiento de la política de miedo en Estados Unidos.
La política del miedo y su impacto
La política del miedo se refiere a la estrategia utilizada por los gobiernos y los medios de comunicación para mantener a la población en un estado constante de temor y ansiedad. Este enfoque busca manipular las emociones y crear una sensación de peligro inminente, lo que lleva a la aceptación de medidas de seguridad extremas y la restricción de las libertades civiles.
El documental muestra cómo tanto los Estados Unidos como el islamismo radical han utilizado la política del miedo para obtener y mantener el poder. Curtis argumenta que ambos movimientos se alimentan mutuamente, creando una espiral descendente de temor y paranoia en la sociedad.
Análisis de los personajes clave
Una parte fascinante de El poder de las pesadillas es el análisis de los personajes clave involucrados en el surgimiento de la política del miedo. Curtis examina a figuras como Leo Strauss, un filósofo político que influyó en las políticas neoconservadoras de Estados Unidos, y Sayyid Qutb, un teórico islamista radical.
El documental explora cómo las ideas de estos personajes han moldeado las narrativas políticas y sociales en sus respectivas sociedades. Además, destaca la importancia de comprender la ideología detrás de los movimientos políticos y religiosos para poder analizar y abordar los desafíos actuales.
La era de la desinformación
El poder de las pesadillas también aborda el tema de la desinformación y cómo ha contribuido a la política del miedo. Curtis argumenta que la falta de información precisa y confiable ha llevado a la difusión de teorías de conspiración y narrativas distorsionadas que aumentan el temor y la desconfianza en la sociedad.
El documental muestra cómo la desinformación puede ser utilizada como una herramienta poderosa para manipular las percepciones y los comportamientos de las personas. Al comprender este fenómeno, podemos ser más críticos con la información que consumimos y buscar fuentes confiables y verificadas.
- El neoconservadurismo, fundado sobre las bases filosóficas de Leo Strauss, alcanzó el poder político siempre con ayuda del miedo impuesto en la sociedad hacia figuras, reales o imaginarias, que representarían, en la opinión de sus integrantes, el mal que amenazaba con destruirles y transforma en «el bien» a quien lo combate. El apoyo recibido por parte de los fundamentalistas católicos estadounidenses, hasta ahora apartados de la política, habría sido clave en la creciente influencia de estas terribles ideas.
- El islamismo radical, dramáticamente violento pero sin apenas seguidores entre las masas, aprovechó entonces su sobrevaloración internacional para aumentar su influencia. Los pocos fanáticos dispuestos a acabar con sus vidas vieron cómo, de la noche a la mañana, veían proyectadas en las palabras de sus enemigos los deseos utópicos con los que soñaban y que técnicamente eran inalcanzables.
«Estado Islámico es un Estado, Al Qaeda nunca lo fue. Se quedó en el Afganistán de los talibanes. No tenía un control de ese territorio. Al Qaeda tenía como objetivo final el califato, pero fue siempre como un sueño para ellos. Su objetivo era atacar lo que se llamaba el enemigo lejano, principalmente EEUU. Fue una organización tradicional saudí, muy piramidal. No fue una organización horizontal, como es el Estado Islámico. Al Qaeda fue un producto de la guerra contra los soviéticos, financiada por EEUU y los saudíes.
El origen de Estado Islámico es diferente. El grupo inicial surge del salafismo radical de Jordania que se opone a la decisión del Gobierno jordano de reconocer a Israel. El enemigo no es EEUU, es un enemigo muy cercano, el Gobierno de Jordania. Su filosofía política consiste en luchar contra los gobiernos corruptos de Oriente Medio. El objetivo del grupo de Al Zarqaui (líder de Al Qaeda en Irak, grupo del que formó parte el actual líder del ISIS) fue siempre constituir el califato y después empezar una guerra de conquista.»
El documental demuestra estas relaciones, forjadas entre alianzas y combates durante decenas de años, y cómo Alqaeda no es en realidad sino una red diseñada por los neoconservadores, quienes han seguido la misma estrategia usada contra la URSS en los últimos años de la Guerra Fría.
De hecho, cada catástrofe económica o humanitaria supone una coartada perfecta para adoptar medidas traumáticas sobre la población, que las acepta porque se transmite el mensaje de “no hay otra salida”. Esta crisis económica es un claro ejemplo de ello.
El mensaje de “no hay otra salida” significa también que “no hay otra economía que la nuestra“, “no hay otra forma de acceder al conocimiento que la nuestra”, o “no hay otra forma de medicina que la nuestra”. No hay, en suma, alternativas. Este es el corolario de esta información negativa y uniformizadora que transmiten los medios de comunicación convencionales.
Sería bueno combatir también a quienes financian tanta atrocidaz y a quienes les venden las armas. Porque sin dinero y sin armas no podrían atentar. Todo eso mejor que caer en la tentación de restringir la libertad de movimientos del conjunto de los ciudadanos o sus derechos de asociación, reunión, manifestación, la libertad de expresión y de información.
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La organización Maldita.es ha creado un sitio específico –en este enlace– para ordenar y explicar la información que van generando y DESMENTIR BULOS.
La guía de First Draft cuenta con herramientas de verificación, recomendaciones de ética y deontología periodística. Es importante que cualquier posible desinformación que nos llegue a nuestro teléfono móvil sea verificado antes de compartirlo con nuestros amigos y seres queridos. En este enlace podemos encontrar un buscador de bulos.
El ejemplo de los ataques terroristas
El ISIS nació al calor de la ocupación y la fragmentación de Irak. El desmantelamiento de las fuerzas armadas iraquíes por parte de EEUU contribuyó a su fortalecimiento. Y la guerra siria fue clave para su crecimiento.
Cuando ISIS asesinó a 37 civiles en Beirut en una zona habitada en su mayoría por chiíes, en nuestros países, nadie puso en circulación hashtags o campañas de homenaje. En las guerras de Irak y Siria decenas o centenares de miles de musulmanes han muerto en esas guerras civiles cuyo punto de arranque fue la invasión norteamericana de Irak.
Nosotros tememos a sus pueblos y ellos nos temen a nosotros pero en realidad, las familias y trabajadores de cada rincón de estas zonas en conflicto, tanto en oriente medio como en occidente, son sólo víctimas.
En este documental vamos a comprender, mejor que nunca, cómo el miedo y la mentira son las principales armas del poder. “El poder de las pesadillas” es uno de los documentales más polémicos que ha editado la BBC y en él, se explica el imparable ascenso de dos movimientos extremistas más importantes en la actualidad: el neoconservadurismo y el islamismo radical. Ambos se nutren del poder del miedo para dominar a través del sometimiento voluntario.
Cómo los Estados Unidos de la posguerra fría contribuyeron al aumento del autoritarismo en todo el mundo
A finales de la década de 1980, parecía que las cosas iban bien para la democracia. La gente bailaba en las calles mientras se derribaba el Muro de Berlín, el imperio soviético se derrumbaba como un castillo de naipes y se liberaba Europa del Este. Por un momento, pareció que Estados Unidos y gran parte del mundo se movían en una dirección democrática.
Pero luego ese momento pasó, y en la década de 1990 Estados Unidos tuvo que enfrentarse a lo que realmente tenía para ofrecer. Corrupción política. Desigualdad económica. Estas serían las exportaciones que volverían a atormentar a Estados Unidos en las próximas décadas a medida que el nacionalismo y el autoritarismo comenzaran a aumentar en todo el mundo.
En este artículo descubrirás
- los pasos más comunes en el libro de jugadas autoritario;
- cómo la Guerra contra el Terrorismo de Estados Unidos alentó a los regímenes autoritarios en el extranjero; y
- cómo la tecnología estadounidense ayudó a alimentar la opresión china.
Después de la caída del Muro de Berlín y el final de la Guerra Fría, Estados Unidos se quedó sin un propósito en el mundo. En lugar de luchar por la democracia, promovió una versión del capitalismo que condujo a la desigualdad económica, que culminó en la crisis financiera de 2008. Esto, combinado con la guerra injusta contra el terrorismo que siguió al 11 de septiembre, redujo en gran medida la autoridad moral de Estados Unidos y ayudó a mantener un alejamiento de la democracia en lugares como Hungría, Rusia y China.
Ahora, Internet y las redes sociales continúan alimentando un aumento del autoritarismo en todo el mundo, difundiendo desinformación y teorías de conspiración, al tiempo que monitorean a las personas y reprimen la resistencia política.
Pero hay un pequeño punto brillante. Y ese es el conocimiento de que el liderazgo político construido solo sobre dinero y poder está condenado al fracaso, eventualmente.
After the Fall, escrito por Ben Rhodes, analiza el auge del nacionalismo y el autoritarismo en lugares como Hungría, China, Rusia y los Estados Unidos de América. Examina cómo cambió la posición y la influencia de Estados Unidos en los años posteriores a la Guerra Fría, y cómo esto ha llevado a los desafíos actuales que enfrenta la democracia en todo el mundo.
La posición de Estados Unidos se hundió en la era posterior a la Guerra Fría
Las personas que crecieron en los EE. UU. En la década de 1980 podrían fácilmente ser víctimas de cierta narrativa sobre el excepcionalismo estadounidense. Películas populares como Top Gun y Rocky IV adoctrinaban a las mentes jóvenes con la idea de que ninguna potencia extranjera tenía una oportunidad contra Estados Unidos y su incansable estilo de justa libertad.
Los letreros del mundo real respaldaban esta idea. La economía estadounidense estaba en auge, el imperio soviético se derrumbaba y, a finales de la década, el Muro de Berlín había caído.
El colapso del muro fue una señal tan clara como cualquier otra de que Estados Unidos había ganado la Guerra Fría. En cierto modo, fue una marca de agua alta para los EE. UU. Pero también dejó un gran vacío, ya que el país se preguntó, ¿hacia dónde vamos desde aquí? ¿Cuál es nuestro propósito en el mundo?
Después de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos se centró en promover la democracia. Para muchas personas, incluidas las que vivían bajo el dominio soviético en el bloque del Este, este era un propósito imperioso. Pero después de que cayó el Telón de Acero, las cosas se pusieron más turbias. Los valores que impulsaba Estados Unidos se volvieron menos sobre las libertades personales y la democracia, y más sobre dólares y centavos. Se trataba de hacer crecer una economía mundial saludable.
En lugares como Hungría y Rusia, este movimiento planteó preguntas sobre el tipo de capitalismo específico de Estados Unidos. La política y la corrupción siempre han ido de la mano, pero en los años posteriores a la Guerra Fría, quedó claro que los mercados monetarios generadores de riqueza de EE. UU. También vinieron con una marcada desigualdad económica.
No había forma de escapar al hecho de que Estados Unidos estaba promoviendo un sistema diseñado para ayudar a los ricos a hacerse más ricos. No solo eso, sino que en 2008, cuando una crisis financiera paralizante se abrió paso en Europa, se reveló que el sistema era una amenaza peligrosa para cualquiera que no fuera muy rico.
Al mismo tiempo, Estados Unidos había pasado el comienzo del siglo XXI en una interminable guerra de pesadilla en el Medio Oriente. Después de difundir una versión ruinosa del capitalismo, Estados Unidos estaba mostrando un feo músculo imperialista disfrazado de la llamada Guerra contra el Terrorismo. Pero en lugar de reducir los actos de terrorismo, la guerra pareció crear más violencia e inspirar a las futuras generaciones de extremistas.
Una vez que fue un símbolo de libertad y prosperidad, los Estados Unidos de la posguerra fría ahora estaban extendiendo la violencia y la pobreza. ¡Oh, cómo habían caído los valientes!
El líder húngaro Viktor Orbán muestra cómo el nacionalismo y el autoritarismo van de la mano
Políticas de identidad. Probablemente haya escuchado mucho el término durante la última década, ya que se encuentra en el corazón del nacionalismo, que también ha experimentado un aumento preocupante en la era posterior a la Guerra Fría. Los políticos de derecha están ansiosos por explotar los temores de los votantes sobre la identidad nacional y criticar cualquier posible amenaza, ya sea la moral occidental suelta o los refugiados musulmanes.
Para despertar un sentido de orgullo nacional, estos políticos también modifican la realidad. Presentan una versión sencilla de la historia de sus países, una que cualquier votante puede abrazar con entusiasmo.
Lo hemos visto en la petición de Donald Trump de hacer que Estados Unidos vuelva a ser grande , pero también está detrás de la política actual de Rusia, China y la Hungría de Viktor Orbán.
Desde que se convirtió en primer ministro en 2010, Viktor Orbán ha reforzado sistemáticamente su control autoritario sobre Hungría al tomar el control de los medios de comunicación y el sistema judicial, limitar la prensa libre, restringir las libertades civiles y socavar los principios básicos de la democracia. Pero no siempre fue así. De hecho, Orbán comenzó como un político de izquierda a finales de los 80 y principios de los 90 cuando Hungría se volvió más democrática.
En ese momento, Orbán arremetió contra la corrupción e instó a su país a avanzar, adoptar la democracia, rechazar el gobierno soviético y trabajar por un futuro libre y más abierto. Pero eso cambió después de la crisis financiera de 2008. Hungría se vio especialmente afectada. Después de haber servido cuatro años como primer ministro a principios de la década, Orbán necesitaba algo para revitalizar su carrera. Así que se transformó en un candidato nacionalista y populista, un líder que podría hacer que Hungría volviera a ser grande.
Como lo explicó Orbán, el problema era que Hungría había sido demasiado abierta, demasiado liberada, demasiado occidentalizada. Necesitaba estrechar sus fronteras y volver a sus raíces y valores cristianos fundamentales.
La política de identidad funcionó tan bien que Orbán no solo fue reelegido primer ministro, sino que su partido, Fidesz, ganó el control de dos tercios del parlamento. Se aprobaron más de mil leyes nuevas, ya que Fidesz reescribió la constitución, se apropió de los principales medios de comunicación y televisión y cambió las leyes de votación, todo lo cual dificultó la escucha de las voces contrarias.
El plan de Orbán no era nada único. Viene directamente del libro de jugadas autoritario, y es la misma estrategia básica que se ha utilizado con gran efecto en Rusia, China y Estados Unidos.
El ascenso al poder de Vladimir Putin comenzó después de la caída del Telón de Acero
Irónicamente, mientras Orbán comenzó su carrera luchando contra la corrupción y la influencia rusa, terminó en un largo noviazgo con Rusia. En los Estados Unidos, el partido republicano ha realizado el mismo viaje extraño: desde demonizar a Rusia durante la Guerra Fría hasta admirarla abiertamente hoy.
La razón es que pocos líderes han demostrado una mejor comprensión del manual autoritario que el presidente ruso Vladimir Putin. Y si su objetivo es consolidar el poder y la riqueza mientras silencia a sus oponentes, sin duda Putin es alguien a quien admirar.
El ascenso de Putin también comenzó al final de la Guerra Fría, después de que Boris Yeltsin tropezara al alejar a Rusia del comunismo en la década de 1990. La economía estaba luchando. La corrupción fue desenfrenada. Yeltsin había trabajado con asesores estadounidenses para abrir la economía, pero nuevamente, solo reveló que el sistema se estableció para beneficiar a unos pocos, no a muchos. Las mujeres intentaban ganarse la vida traficando vodka a través de la frontera. No fue difícil interpretar la situación como una humillación duradera provocada por Occidente.
En 1999, Putin fue elegido como sucesor de Yeltsin, en parte porque Putin garantizó que Yeltsin no sería acusado de corrupción. Y, como haría Orbán años después, uno de los primeros pasos de Putin fue tomar el control de los medios y convertirlos en canales para mensajes progubernamentales y avivar el fervor nacionalista. La riqueza se dividió entre amigos y compinches, como Igor Sechin, a quien se le entregó la compañía petrolera Yukos. Mientras tanto, aquellos que fueron vistos como una amenaza, como el rico e independiente Mikhail Khodorkovsky, podrían terminar en prisión.
De hecho, oponerse a Putin se convertiría en un asunto mortal. Una voz disidente de alto perfil fue Boris Nemtsov, quien fue asesinado a tiros en Moscú, a pocas cuadras del Kremlin. Otro es Alexei Navalny, quien habló extensamente con el autor en su investigación antes de ser envenenado y hospitalizado en agosto de 2020.
Durante la última década, Putin, con su partido Rusia Unida, ha aumentado gradualmente su control sobre la nación, eligiendo a los gobernadores locales y al poder judicial, mientras amplifica la retórica de Estados Unidos contra Occidente . Como veremos, Estados Unidos le dio a Putin mucha munición para sus argumentos sobre la superioridad moral.
En muchos sentidos, Estados Unidos proporcionó munición para el autoritarismo en el extranjero
La Guerra de Estados Unidos contra el Terrorismo fue una respuesta directa a los trágicos eventos del 11 de septiembre de 2001. Obviamente, los ataques al World Trade Center y al Pentágono estaban destinados a cambiar a Estados Unidos, pero eso no significa que su reacción haya sido necesariamente buena. .
Lo que siguió fue una respuesta nacionalista y militarista. Con la creación del Departamento de Seguridad Nacional y la aprobación de la Ley PATRIOTA, se erosionaron las libertades civiles. El resultado fue la invasión de países que habían tenido poco que ver con el ataque del 11 de septiembre y las imágenes y los informes de los militares estadounidenses torturando a personas en el extranjero.
Para líderes como Vladimir Putin, esto fue útil. Fue una prueba más de que Estados Unidos estaba muy lejos de ser una autoridad moral íntegra en el mundo.
La Guerra contra el Terrorismo logró darle un propósito a Estados Unidos después de la Guerra Fría. Pero también logró bajar el listón de lo que se consideraba «normal» en la arena de la política global. Si Estados Unidos no iba a seguir las reglas, ¿por qué debería hacerlo alguien más? Si Estados Unidos iba a invadir países con falsos pretextos y crear leyes que borraran los derechos de privacidad, entonces esa debía ser la nueva normalidad, ¿verdad?
Las acciones de Estados Unidos después del 11 de septiembre facilitaron que Putin justificara la guerra contra sus vecinos de Chechenia e introdujera leyes antiterroristas que fortalecieron su control. Pero Estados Unidos brindó aún más ayuda involuntaria en forma de tecnología de redes sociales barata y poderosa.
Al principio, parecía que plataformas como Facebook y Twitter serían una bendición para la democracia. Estas herramientas se utilizaron para ayudar a organizar protestas a favor de la democracia en Egipto en 2011 y en Ucrania en 2013. Pero en los años siguientes, las redes sociales se convirtieron en un arma contra la democracia. Rusia demostró ser especialmente hábil, utilizando las redes sociales para atacar a disidentes y rivales políticos y promover teorías de conspiración, por no mencionar sembrar la división en lugares como Estados Unidos y el Reino Unido.
Pero como veremos, no fueron los maestros, porque nadie ha utilizado la tecnología como una herramienta eficaz para el control social como China.
La China moderna y opresiva de hoy también surgió después de la Guerra Fría
Si miramos a Hungría, vemos una versión occidental moderna del autoritarismo nacionalista. Si miramos a Rusia, vemos ideas anticuadas de soberanía y seguridad nacional agresiva. En China, vemos lo que muy bien podría ser el futuro.
Los tres países tienen la influencia de Estados Unidos, pero quizás sea más evidente en China, donde el capitalismo en etapa tardía y la vigilancia tecnológica han chocado para crear algo completamente diferente.
Si vive en los EE. UU., Es muy probable que tenga algo que se fabricó en China. Hacia el final de la Guerra Fría, Estados Unidos alejó a China de la Unión Soviética y la llevó al lado occidental. Desde entonces, los dos países han estado en una asociación económica, cumpliendo el deseo de productos más baratos y más baratos. Se han obtenido enormes beneficios como resultado de esta asociación, aunque los únicos que se benefician de ellos son los ejecutivos de la empresa y los agentes del mercado de valores.
Aún así, el final de la Guerra Fría dejó a China en una situación existencial. Sus líderes no querían que colapsara de la misma manera que lo había hecho la Unión Soviética, y sabían que eso significaba abrazar alguna forma de capitalismo. Bajo el liderazgo de Deng Xiaoping, China se abrió a través de un período de reforma económica. Pero a diferencia de otras naciones comunistas, no se abrió políticamente. De hecho, el Partido Comunista de China se fortaleció tanto aumentando el espíritu nacionalista como volviéndose más totalitario.
Por supuesto, volverse más nacionalista generalmente significa volverse más antagónico hacia «los demás». En la década de 2000, China ya había expulsado a los chinos tibetanos del país, pero en 2014 un ataque de musulmanes uigures en la provincia de Xinjiang condujo a lo que se conoció como la «guerra popular contra el terrorismo». Una vez más, tomando una página del libro de jugadas de Estados Unidos, China orquestó una brutal represión contra la población uigur, colocando a más de un millón de personas en campos de detención.
En los últimos años, la tecnología ha transformado la sociedad china, impulsando su economía a alturas sin precedentes y ayudando a sacar a la gente de la pobreza. Pero la tecnología también se ha vuelto contra la sociedad, como medio de vigilancia y opresión. Echaremos un vistazo más de cerca a esto.
China ha utilizado la tecnología estadounidense con fines opresivos
El presidente de China, Xi Jinping, estaba comentando en Internet cuando dijo: «La libertad es para lo que está destinado el orden, y el orden es la garantía de la libertad». Si usted piensa que se parece mucho a “La libertad es la esclavitud”, que era el lema de la Parte en la de George Orwell 1984 , usted no está solo.
Al igual que Rusia, China había estado observando las posibilidades de las redes sociales y las nuevas tecnologías en línea que surgían de los EE. UU. Durante los últimos veinte años, y vio potencial. En el caso de China, esta tecnología formaría la columna vertebral de un nuevo sistema de “crédito social”.
Quieres un nuevo trabajo? ¿Tiene sus ojos puestos en una buena escuela para su hijo? Entonces, será mejor que mantenga un buen puntaje de crédito social. Con quién se comunica, qué compra, adónde va y si paga o no sus facturas a tiempo, todo se supervisa y se tiene en cuenta. Un buen puntaje de crédito social significa que puede obtener lo que desea. Un puntaje de crédito social malo podría significar que lo consideran una amenaza e incluso podría terminar siendo detenido.
El nivel de vigilancia tecnológica en la provincia de Xinjiang se extiende más allá del «crédito social». Toda la región también es monitoreada con cámaras, y algo tan trivial como ser atrapado con vello facial largo podría ser suficiente para detenerlo. Se monitorean las llamadas telefónicas. Para alguien que vive en Xinjiang, incluso las acciones de un familiar o amigo fuera del país podrían considerarse una amenaza suficiente para justificar la detención. La tecnología ha hecho posible todo esto: tecnología que se exportó desde los EE. UU. Antes de que se entendiera todo su potencial.
Mientras tanto, China ha estado ocupada ampliando su influencia. Ha lanzado un enorme proyecto de construcción conocido como la Iniciativa de la Franja y la Ruta, que involucra a cerca de 70 países que probablemente se beneficiarán lo suficiente como para no quejarse del cuestionable historial de derechos humanos de China. Y ha estado tratando de ejercer un mayor control sobre la región semiautónoma de Hong Kong.
Ya son tantas las organizaciones y empresas que confían en los negocios chinos que pocas hablarán. Pero en las calles de Hong Kong, las protestas se han reavivado.
China quiere promulgar una ley que permita la extradición de ciudadanos de Hong Kong al continente. ¿Podría la gente de Hong Kong esperar el mismo destino que los uigures en Xinjiang? Muchos manifestantes sienten que esa amenaza es demasiado real.
Hay razones para mantener la esperanza de que el autoritarismo fracasará
La historia de lo que sucedió en todo el mundo desde la caída del Muro de Berlín no se trata solo de líderes como Orbán, Putin y Xi. También está lleno de historias más pequeñas y personales sobre cómo las grandes decisiones pueden afectarnos a todos.
Está Sandor Lederer, un húngaro medio judío que, como Orbán, experimentó un despertar político luchando contra la corrupción en la política. Pero ahora, el perro guardián anticorrupción de Lederer es considerado un «enemigo del estado». Luego está Zhanna Nemtsova, hija del asesinado Boris Nemtsov, quien creó una fundación para promover la política liberal y la democracia en su memoria.
El autor habló con Lederer, Nemtsova y manifestantes en Hong Kong, todos los cuales continuaban luchando por la democracia en sus países de origen. En cada conversación, la pregunta era: ¿prevalecerá la democracia?
Cuando el autor habló con Barack Obama sobre el libro que estaba escribiendo, Obama señaló que las características de la era posterior a la Guerra Fría no son únicas. A lo largo de la historia, la democracia y el totalitarismo han ido y venido, y probablemente seguirán haciéndolo.
Maria Stepanova, escritora y poeta rusa, ve un posible rayo de luz en la pandemia actual que ha afectado a casi todo el mundo. Tal vez esta crisis global le recuerde a la gente que la verdad, el conocimiento experto y la unidad global son más útiles que las realidades distorsionadas, las teorías de la conspiración racista y el nacionalismo vengativo. Tal vez la gente vea lo absurdo de quedarse atrapada detrás de sus propias fronteras estrechamente amuralladas.
Por supuesto, también podría suceder lo contrario. Tal vez la pandemia lleve a las personas a aislarse aún más en las burbujas de desinformación de las redes sociales y sus realidades aún más distorsionadas por el odio y la ira. Pero hay motivos para creer que nos hemos dado cuenta de los peligros que presenta Internet para la democracia. ¿Podemos hacer que productos como Facebook sean más responsables? ¿Podemos poner normas de seguridad en las redes sociales? Actualmente, de lo único que Mark Zuckerberg es responsable es del dinero que está ganando, y eso claramente no es lo suficientemente bueno.
En sus conversaciones con el autor, e incluso en medio de la pandemia, el activista anticorrupción Alexei Navalny se mantuvo obstinadamente optimista. Tarde o temprano, dijo, personas como Putin, Orbán y Trump se quedan sin justificaciones para la corrupción en el centro de sus esfuerzos. El liderazgo que consiste en consolidar el poder y el dinero no puede durar, razón por la cual todos los imperios se derrumban.
Las personas que continúan protestando en Budapest, Moscú, Hong Kong y en todo Estados Unidos saben que podemos hacerlo mejor. Y esta es una realidad que no se puede reprimir ni distorsionar.
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