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La gran mentira de la revolución tecnológica: ¿realmente nos hace más felices?

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Actualizado el martes, 20 agosto, 2024

«No temáis: lo mejor está por llegar»

Posiblemente sea la frase más repetida. Sin embargo, es complicado confiar en un futuro mejor cuando casi ninguna promesa de prosperidad está cumplida. Tenemos acceso a la educación «gratuita» pero a pesar de que nuestros padres también tienen que invertir sus ahorros en pagarle a sus hijos un master o un postgrado… ni con eso les da para encontrar trabajo.  Teníamos acceso al crédito hipotecario pero en lugar de invertirlo en creación de empresas competitivas, se invertía en la burbuja urbanística e inmobiliaria para que la gente pudiera pagar pisos minúsculos con malos acabados y en comunidades de vecinos deshumanizadas. Y ya ni eso. Como diría Silvia Perez Cruz, España es un país lleno de gente sin casa y casas sin gente:

¿Acaso los avances tecnológicos no han servido para crear una sociedad mejor?

El poder salvador de la tecnología nos tiene más comunicados que nunca. En los últimos años, hemos vivido increíbles avances tecnológicos gracias a internet, la banda ancha y los dispositivos móviles, la inteligencia artificial, la robótica, materiales avanzados, las mejoras en la eficiencia energética y la medicina personalizada.

Sin embargo, estas innovaciones no han dado lugar a un aumento apreciable de la felicidad. Parece que cada vez tenemos menos tiempo para dedicar a lo que realmente importa y el acceso a la riqueza cada vez es más desigual.

Las nuevas tecnologías no están creando puestos de trabajo locales. Nuestro país exporta a sus mejores mentes en innovación, investigación y desarrollo e importa mano de obra barata para industrias obsoletas. La tecnología, no le lleva el pan a casa a nadie. No paga factura de luz y agua.

Cada vez más, la tecnología es el negocio de unos pocos y el derroche de la gran mayoría.

Las alcantarillas y las bombillas supusieron un mayor cambio en la vida de los ciudadanos que los móviles y las redes sociales. La revolución digital está sobrevalorada porque el crecimiento económico que han generado no volverá a los niveles que hicieron posible aquellas innovaciones. El problema quizás esté en que la tecnología ha estado al servicio del PIB, que se corresponde con el aumento de la capacidad de producir bienes y servicios que tienen valor para las personas. ¿Esta es la tecnología que hará de nuestra sociedad un lugar mejor?

«La conexión entre tecnología y felicidad es un desafío para la filosofía. Este desafío puede enfrentarse si entendemos la tecnología como un proceso de mercantilización que es guiado por un patrón característico- el paradigma del dispositivo, y si diferenciamos entre la felicidad como el consumo de placeres y la excelencia moral como la devoción de cosas y prácticas focales. Estas clarificaciones y distinciones nos permiten reubicar y redimir el placer y avizorar una vida donde el placer y la virtud se encuentren reunidos para dar lugar a una genuina felicidad» Albert Borgmann · The University of Montana, Estados Unidos

Creemos vivir una era revolucionaria, pero llamamos ola lo que en realidad es resaca tecnológica del neocapitalismo. Por tanto, el problema es que el impacto de la tecnología nos ha cambiado también los esquemas éticos y sociales.

La tecnología y el diseño podrían convertirse en mecanismos esenciales de innovación social y autonomía intelectual en la sociedad de la información. La tecnología construye los palacios de los nuevos reyes y la ciudadanía debe cavar las trincheras de la resistencia para la conservación del significado en la generación de la riqueza y del conocimiento. O, lo que es lo mismo, para la reconciliación de la ética y la tecnología.


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3 respuestas a «La gran mentira de la revolución tecnológica: ¿realmente nos hace más felices?»

  1. Avatar de Social Design

    Toda la razón, pero al final, la tecnología no es «autónoma». Es decir, detrás de ella siempre están las personas. Creo que todos entendemos que crear una sociedad tipo Blade Runner 2049 o Elysium no nos harán más felices. El desarrollo «tecnológico e industrial» debe ir de la mano de un compromiso social y ético. Otro desarrollo tecnológico ES POSIBLE y creo que es nuestra responsabilidad redirigirnos hacia él

  2. Avatar de Topalantismo
    Topalantismo

    El problema no es la revolución tecnológica, el problema viene dado por la falta de regulación, por olvidar la función social del trabajo y por la espiral negativa de los salarios. La velocidad de transformación no tiene parangón con nada de lo similar sucedido en la Historia (Revolución Industrial). No da tiempo a traspasar la mano de obra a otros sectores. Las empresas que generan grandes beneficios y suprimen enormes cantidades de trabajadores no están apenas reguladas, cotizan generalmente fuera de los países donde medran y forman gigantescos monopolios (Google, Amazón, Uber, etc). Los gobiernos machacan con impuestos a los pequeños autónomos o micro empresas y los dejan desvalidos frente a los grandes. Se permite despedir trabajadores a empresas con enormes ganancias. Cada vez hay menos trabajo, con salarios más bajos y mayores exigencias. Los políticos no saben de qué va la cosa y tampoco saben reaccionar.

  3. Avatar de Mirna
    Mirna

    Yo creo que la soledad es lo que hace el hombre actual. Voy a trabajar cada día en transporte público desde hace unos meses y eso es un ejemplo brutal de incomunicación humana. Más del 80% de la gente va enganchada al teléfono. En apariencia es el mundo de la comunicación. En realidad es el mundo de soledad absoluta y gélida. Eso no es comunicarse. El aluvión de información no equivale a comunicación. Vivimos solos porque no hablamos de las cosas importantes. Hay que mirar hacia el interior para luego dirigirse al exterior, pero no a un millón de personas. No se tienen mil amigos, aunque lo diga Facebook o Twitter. La comunicación son las cosas trascendentes de la vida y eso no lo puedes tener con más de diez personas. Lo que hace la gente en el psicólogo o en el psiquiatra es tener una conversación de verdad. Tenemos millones de conversaciones pero no nos comunicamos. Por eso hago una cruzada contra la tecnología, no va a salvar ninguno de nuestros males. No arreglará los problemas de verdad del hombre, que son los mismos de hace 2.500 años y tienen que ver con lo que sentimos. La tecnología no nos alivia, nos individualiza y ha banalizado muchas cosas.

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