Actualizado el viernes, 24 noviembre, 2023
Jeff Bezos , dueño de Amazon, se convirtió recientemente en el primer hectomillonario de la historia con una fortuna de ciento cincuenta mil millones de dólares. En la actualidad, él y otros siete hipermillonarios suman la misma cantidad de riqueza que 3.500 millones de personas, la mitad más pobre del planeta. Lejos ser visto como un logro, los propios ricos y los especialistas ven el fenómeno de la acumulación exorbitante y el incremento de la desigualdad como una falencia del capitalismo.
La Insostenibilidad del Capitalismo
El renombrado economista francés Thomas Piketty sostiene que la estructura económica en la mayoría de los países desarrollados genera desigualdades «arbitrarias e insostenibles», socavando fundamentalmente los valores meritocráticos sobre los cuales descansan las sociedades democráticas. La concentración excesiva de la riqueza en pocas manos contribuye significativamente al problema creciente de la desigualdad, arrojando sombras sobre el tema de la pobreza.
Los Hiper-Milmillonarios Exponen las Fallas del Capitalismo
El economista francés Thomas Piketty sostiene que, por la forma en que se ha estructurado el sistema económico en la mayoría de los países desarrollados, «el capitalismo genera desigualdades arbitrarias e insostenibles que socavan radicalmente los valores meritocráticos en los que se basan las sociedades democráticas». La concentración excesiva del capital en pocas manos es una de las patas del creciente fenómeno de la desigualdad que tiene en su contracara el problema de la pobreza.
Muchos países lograron subir «el piso» de la pirámide socioeconómica reduciendo el número de pobres —tal como lo hizo América Latina en los primeros años de este siglo—, pero son pocos los que aplicaron estrategias para evitar que la cumbre de la pirámide se dispare a niveles exorbitantes.
Sirva como ejemplo una comparación muy gráfica
En 2010, el mundo se sorprendió con un reporte que indicaba que los 388 hombres más ricos del planeta, o sea un grupo de personas que cabe perfectamente dentro de un avión jumbo, tenían la misma cantidad de riqueza que la mitad más pobre del planeta. Pero cinco años más tarde, la cantidad de hipermillonarios que se necesitaba para igualar la riqueza de la mitad más pobre del mundo era de apenas 60. Siguiendo con la comparación con los medios de transporte, este grupo de ultraricos ya no necesitaba un jumbo: cabía adentro de un ómnibus de dos pisos.
Y la cuestión se agravó aún más. El año pasado en el Foro Mundial de Davos se informó que la cantidad de personas que se necesitan para igualar la riqueza de la mitad más pobre es de apenas ocho supermillonarios. Vamos que ya pueden sentarse cómodamente adentro de una camioneta.
«La fortuna de Bezos es un premio a su ingenio y su visión para los negocios. Pero también es un fracaso político-económico, una acusación a un sistema impositivo y regulatorio que sobrealimenta las ganancias y fomenta la acumulación de riqueza entre unos pocos», explica la analista económica norteamericana Annie Lowrey.
Hasta Bill Gates reconoce el problema
Incluso Bill Gates, un titán de la industria tecnológica, reconoció el problema. En los Estados Unidos, hogar de siete de los diez individuos más ricos del mundo, Gates afirmó a principios de este año que el sistema fiscal del país es demasiado benevolente con él. «Pagué $10 mil millones en impuestos, más que cualquier otra persona en EE. UU. Pero el gobierno debería exigir impuestos significativamente más altos a personas como yo», declaró Gates.
El propio magnate fortuna de Bezos reconoció a comienzos de año que el sistema impositivo de Estados —donde viven siete de los diez hombres más ricos del mundo—, es demasiado benévolo con él. «Yo pagué 10.000 millones de dólares en impuestos, más que ninguna otra persona en Estados Unidos. Pero el gobierno debería exigir que la gente como yo pague impuestos significativamente más altos», dijo Gates.
El magnate norteamericano coincide así con las políticas aplicadas en algunas naciones desarrolladas, como Japón y los países escandinavos, donde los hipermillonarios pagan superimpuestos, una de las alternativas dentro del propio sistema capitalista para enfrentar el problema de la concentración de riqueza.
Estrategias Exitosas en Naciones Desarrolladas
Una Comparación Gráfica Ilustra el Problema
Para comprender la gravedad del problema, consideremos una comparación gráfica. En 2010, los informes revelaron que los 388 individuos más ricos del planeta, un grupo que cabría en un avión jumbo, poseían la misma riqueza que la mitad más pobre del mundo. Sin embargo, en cinco años, la cantidad de hiper-milmillonarios necesarios para igualar esta riqueza se redujo a solo 60, ajustándose cómodamente en un autobús de dos pisos.
La situación empeoró aún más. El año pasado, en el Foro Económico Mundial en Davos, se dio a conocer que apenas ocho super-milmillonarios eran suficientes para igualar la riqueza de la mitad más pobre del planeta. Ahora podían acomodarse cómodamente en una camioneta estándar.
La analista Annie Lowrey enfatiza, «La fortuna de Bezos es un testimonio de su ingenio empresarial y visión. Sin embargo, también significa un fracaso político-económico, un señalamiento a un sistema tributario y regulatorio que sobrealimenta las ganancias y fomenta la acumulación de riqueza entre unos pocos».
Abrazando Alternativas: Políticas Fiscales en Naciones Desarrolladas
La alineación de Bill Gates con las políticas fiscales en algunas naciones desarrolladas, como Japón y los países escandinavos, subraya la necesidad de cambio. Estos países imponen impuestos superiores a los hiper-milmillonarios, presentando una alternativa dentro del sistema capitalista para abordar el problema de la concentración de riqueza.
El ascenso de los hiper-milmillonarios no solo simboliza el éxito individual, sino que también señala un problema más amplio dentro del marco capitalista. La concentración de la riqueza en unas pocas manos plantea una amenaza a los mismos valores que sustentan las sociedades democráticas. Abordar este desafío no solo requiere reconocimiento, sino también cambios audaces en las políticas, ejemplificados por los enfoques adoptados por ciertas naciones desarrolladas. Es un llamado a la reevaluación de nuestros sistemas económicos para garantizar una distribución más equitativa de la riqueza, fomentando una sociedad sostenible y justa para todos.