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Actualizado el viernes, 10 mayo, 2024

Parecería una locura usar el término “decrecimiento” de la economía en medio de la peor crisis económica vivida en las últimas décadas. Pero, de hecho, hay quien aboga por ello. ¿Qué entendemos por decrecimiento?

El decrecimiento es una corriente de pensamiento político, económico y social que busca el equilibrio entre lo que el ser humano necesita para vivir y los recursos que la naturaleza puede proporcionar preservando el planeta.

En realidad no es una teoría que esté en contra del crecimiento, sino que está en contra del crecimiento como única forma de modelo económico. El argumento subyacente es que para crecer indefinidamente la producción deber crecer indefinidamente el consumo (base del crecimiento económico), lo que hace crecer indefinidamente el uso (y con ello el sobreuso) de los recursos naturales, que son limitados.

En realidad la corriente del decrecimiento está muy relacionada con otras teorías o conceptos tales como el crecimiento sostenible, el consumo colaborativo, el movimiento slow o incluso la economía budista.

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Decrecimiento

El concepto de “decrecimiento” nace durante los años 1970 de la conciencia de las consecuencias atribuidas al productivismo de la sociedad industrial, sin importar si ésta deriva de un sistema capitalista o socialista, es decir, no sólo es un movimiento anticapitalista sino también es una ideología antiproductivista. 

La teoría enunciada por Nicholas Georgescu-Roegen (considerado padre del decrecimiento) sobre la bioeconomía en su obra The Entropy law and the Economic Process (1971) es una de las bases de la corriente decrecentista. Otras obras que se suman al sustento ideológico del decrecimiento son las de Günther Anders (La obsolescencia del hombre, 1956), Hannah Arendt (Condición del hombre moderno, 1958), Kenneth Boulding (The economics of the coming spaceship earth, 1966), el ensayo del Club de Roma (Los límites del crecimiento,1972), e Iván Illich (La convivencialidad,1973).

El economista británico Kenneth Boulding utilizaba allá por los años 60 la metáfora de una “nave espacial Tierra” para recordarnos los límites del planeta, tanto en la extracción de sus recursos como en la capacidad de asimilación de los residuos. Su frase más conocida fue la de: “Quién cree que un crecimiento infinito es compatible con un planeta finito o está loco o es un economista”. Así, de no actuar razonadamente, los partidarios del decrecimiento opinan generalmente que se llegaría a una situación de decrecimiento forzado debido a esa falta de recursos.

El decrecimiento rechaza el objetivo de crecimiento económico en sí del liberalismo y el productivismo; en palabras de Serge Latouche (uno de sus principales defensores): «la consigna del decrecimiento tiene como meta, sobre todo, insistir fuertemente en abandonar el objetivo del crecimiento por el crecimiento, […] En todo rigor, convendría más hablar de “acrecimiento”, tal como hablamos de “ateísmo”». Por ello también se suelen denominar “objetores de crecimiento”.

Los partidarios del decrecimiento proponen una disminución del consumo y la producción controlada y racional, permitiendo respetar el clima, los ecosistemas y los propios seres humanos. Esta transición se realizaría mediante la aplicación de principios y prácticas que surgirían una vez asumida una situación de recursos limitados: reducción de escala de los mercados, relocalización, incrementar la eficiencia, mayor cooperación, autoproducción (e intercambio), fabricación de productos más durables (en oposición a la obsolescencia programada, etc.)

La teoría enunciada por Nicholas Georgescu-Roegen sobre la bioeconomía en su obra «The Entropy law and the Economic Process» (1971) y su relevancia en el decrecimiento

La teoría enunciada por Nicholas Georgescu-Roegen en su obra «The Entropy law and the Economic Process» (1971) ha sido ampliamente reconocida como una de las bases fundamentales de la corriente decrecentista. Georgescu-Roegen, considerado el padre del decrecimiento, estableció una relación crucial entre la economía y la entropía, desafiando las nociones tradicionales de crecimiento económico ilimitado.

El legado de Nicholas Georgescu-Roegen

Nicholas Georgescu-Roegen, economista y profesor rumano-estadounidense, planteó en su obra una visión novedosa sobre la relación entre la economía y los límites físicos del planeta. Según Georgescu-Roegen, la economía se encuentra estrechamente ligada a la entropía, que es una medida de la dispersión y el desorden en un sistema cerrado.

Georgescu-Roegen argumentó que el crecimiento económico sostenido es insostenible a largo plazo, ya que el uso constante de los recursos naturales y la producción de residuos conducen a un aumento de la entropía en el sistema. En otras palabras, la economía enfrenta límites físicos impuestos por la finitud de los recursos naturales y la capacidad del planeta para absorber los desechos generados.

Bioeconomía y decrecimiento

La teoría de Georgescu-Roegen sienta las bases para el enfoque de la bioeconomía dentro del paradigma decrecentista. La bioeconomía propone una reorientación de la economía hacia una relación más armoniosa con los sistemas ecológicos, reconociendo los límites planetarios y promoviendo la sostenibilidad.

Dentro de la corriente decrecentista, se considera fundamental replantear el modelo de desarrollo basado en el crecimiento económico perpetuo. En lugar de buscar el crecimiento ilimitado, se busca una reorganización de la sociedad y la economía para garantizar una calidad de vida sostenible y equitativa, respetando los límites de los ecosistemas.

Otros pensadores clave en el decrecimiento

Además de Nicholas Georgescu-Roegen, existen otros pensadores y obras que han contribuido al sustento ideológico del decrecimiento. Estos autores han reflexionado sobre diversos aspectos relacionados con los límites del crecimiento y la necesidad de repensar nuestro modelo de desarrollo. Algunos de ellos son:

1. Günther Anders: «La obsolescencia del hombre» (1956)

Anders aborda la idea de la obsolescencia, tanto en el ámbito tecnológico como en el humano. Critica la mentalidad de la sociedad industrial que promueve la producción y el consumo sin considerar las consecuencias a largo plazo.

2. Hannah Arendt: «Condición del hombre moderno» (1958)

Arendt examina las implicaciones de la sociedad moderna en la condición humana. Destaca la importancia de la acción política y la participación ciudadana como elementos fundamentales para evitar la alienación y promover una sociedad autónoma.

3. Kenneth Boulding: «The economics of the coming spaceship earth» (1966)

Boulding plantea la metáfora de la Tierra como una nave espacial limitada en recursos. Argumenta que la economía debe adaptarse a esta realidad y adoptar prácticas sostenibles que garanticen la supervivencia a largo plazo.

4. Club de Roma: «Los límites del crecimiento» (1972)

El informe elaborado por el Club de Roma advierte sobre los límites del crecimiento económico y los impactos negativos de la sobreexplotación de los recursos naturales. Propone la necesidad de un cambio de paradigma hacia un desarrollo sostenible.

5. Iván Illich: «La convivencialidad» (1973)

Illich cuestiona el modelo de sociedad centrado en la producción y el consumo excesivo. Propone una visión alternativa basada en la convivialidad, la autonomía y la satisfacción de necesidades reales.

Estas obras, junto con la teoría de Nicholas Georgescu-Roegen, han contribuido al desarrollo de la corriente decrecentista, que busca replantear los fundamentos del desarrollo económico y promover una transición hacia un modelo más sostenible y equitativo.


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