Actualizado el domingo, 16 junio, 2024
Angrynomics examina la creciente atmósfera de ira en todo el mundo. En parte teoría política, en parte ciencia social, este texto accesible diagnostica la causa del creciente resentimiento y propone algunas soluciones populares.
- ¿Por qué es importante reorganizar nuestras economías para producir más igualdad y menos ira?
- Es importante porque la desigualdad económica puede conducir a la marginalización de ciertos grupos de la sociedad, generando resentimiento y discordia. Al reorganizar nuestras economías para promover la igualdad, podemos mitigar estos problemas y fomentar una sociedad más cohesionada y pacífica.
- ¿Cuáles son algunas medidas concretas que podrían implementarse para promover la igualdad económica?
- Algunas medidas podrían incluir aumentar los impuestos a los más ricos, implementar políticas de salario mínimo justo, garantizar un acceso equitativo a la educación y la atención médica, y promover programas de igualdad de oportunidades.
- ¿Cómo puede contribuir el sector empresarial a esta reorganización económica?
- Las empresas pueden contribuir adoptando prácticas de remuneración justa, ofreciendo oportunidades de desarrollo profesional equitativas y participando en iniciativas de responsabilidad social corporativa que aborden las disparidades económicas.
- ¿Qué papel juegan las políticas gubernamentales en este proceso?
- Las políticas gubernamentales son fundamentales para establecer un marco regulatorio que promueva la igualdad económica. Esto puede incluir la implementación de políticas fiscales progresivas, programas de asistencia social y regulaciones laborales que protejan los derechos de los trabajadores.
- ¿Cómo puede la educación contribuir a reducir la ira y promover la igualdad económica?
- La educación puede proporcionar a las personas las habilidades y el conocimiento necesarios para participar plenamente en la economía y mejorar sus perspectivas laborales. Además, una educación inclusiva y equitativa puede fomentar la comprensión intercultural y reducir los prejuicios, lo que a su vez puede disminuir la ira y la hostilidad hacia los demás.
- ¿Qué desafíos podrían surgir al intentar reorganizar nuestras economías de esta manera?
- Algunos desafíos podrían incluir la resistencia por parte de los grupos de interés que se benefician de la desigualdad económica, la falta de recursos financieros para implementar políticas de igualdad y la necesidad de superar las barreras culturales y políticas.
- ¿Cómo pueden abordarse estos desafíos?
- Estos desafíos pueden abordarse mediante la creación de coaliciones amplias que apoyen la igualdad económica, la movilización de recursos a través de impuestos progresivos y la promoción de un diálogo constructivo entre diferentes sectores de la sociedad.
- ¿Qué impacto podría tener la reorganización económica en la competitividad de un país en el mercado global?
- Aunque algunas medidas de igualdad económica podrían plantear desafíos para la competitividad en el corto plazo, a largo plazo podrían fortalecer la economía al aumentar la productividad, mejorar la cohesión social y reducir el riesgo de disturbios civiles.
- ¿Qué ejemplos de políticas exitosas de igualdad económica podemos observar en otros países?
- Ejemplos incluyen el modelo nórdico de bienestar social, que combina altos impuestos con un amplio sistema de seguridad social y oportunidades de educación gratuita y de calidad. Otros ejemplos incluyen programas de renta básica universal y políticas de inclusión laboral.
- ¿Cómo pueden los ciudadanos individuales contribuir a este proceso de reorganización económica?
- Los ciudadanos individuales pueden contribuir a este proceso mediante la participación en la vida cívica y política, apoyando a líderes y políticas que promuevan la igualdad económica, y abogando por cambios en el comportamiento y las prácticas empresariales que refuercen la equidad y la justicia económica.
Una mirada al lado emocional de la economía
Si le pregunta a ciertos expertos, las últimas décadas han sido un éxito económico. Cuando observa las estadísticas, los indicadores clave, como el PIB, están en aumento, mientras que la productividad está en su punto más alto. Sin embargo, en todo el mundo, la gente está protestando en las calles. Y están enojados.
Estos consejos examinan cómo el mundo financiero se cruza con nuestro bienestar emocional para responder a la pregunta: ¿Por qué la gente está tan enojada? Al hacerlo, establecen conexiones entre la política económica, los movimientos populistas y los sentimientos de estrés, ira e incertidumbre que la mayoría de nosotros experimentamos a diario.
En estos consejos, obtendrá una apasionante introducción sobre cómo las instituciones de élite que estructuran la economía global han administrado mal sus responsabilidades. También obtendrá una inmersión profunda en los diversos tipos de ira y consecuencias emocionales que este fracaso exacerba. ¡Pero no pierdas la esperanza! Terminaremos con algunas ideas de políticas que podrían reducir nuestra crisis actual.
En estos consejos aprenderás
- por qué los nuevos vecinos no deberían dar miedo;
- cómo la economía es como una computadora; y
- qué pueden hacer las bajas tasas de interés por la igualdad.
La ira puede ayudar a las sociedades a tener éxito, pero solo cuando está justificado
Irlanda del Norte, 1980. La población se divide entre los que buscan la reunificación con Irlanda y los leales a Gran Bretaña. Desafortunadamente, durante la próxima década, miles de personas mueren y resultan heridas a causa del conflicto.
Islandia, 2017. La filtración de los “Papeles de Panamá” revela que altos funcionarios del gobierno operan paraísos fiscales en el extranjero. Reykjavik está inundado de manifestantes. No se van hasta que el gobierno colapsa.
Filadelfia, 2018. Los Eagles ganan el Super Bowl. En las horas posteriores al juego, los fanáticos se alborotan y destrozan gran parte de la ciudad.
Parecen acciones dispares, pero no lo son. El elemento unificador es la ira. Esta ardiente emoción es un impulsor clave de los eventos contemporáneos. Sin embargo, toda la ira no es la misma. La indignación puede funcionar para rectificar la injusticia, pero también puede usarse para discriminar y dividir.
La ira es una parte inherente de la sociedad. A pesar de su mala reputación, a menudo tiene un propósito útil. Verá, la ira refuerza las normas sociales que establecemos para proteger el bien colectivo. Si un individuo viola una norma, por ejemplo, haciendo trampa o robando, se encontrará con la ira colectiva de sus compañeros.
Esta forma de ira colectiva se puede llamar «ultraje moral». El miedo a esta furia es grandioso para evitar que las personas actúen de manera egoísta; también puede alimentar el fuego necesario para arreglar las injusticias. Este fue el caso de Islandia. Cuando los ciudadanos se enteraron de que los políticos habían estado eludiendo en secreto sus deberes, su indignación moral derrocó a la administración en favor de un gobierno más justo. Esta es la ira justificada, es decir, la ira dirigida a las raíces de la injusticia real.
Sin embargo, hay otra forma de ira colectiva que se presenta como tribalismo. Esta ira anima a las personas a adherirse a un grupo de identidad y atacar agresivamente a aquellos percibidos como forasteros. Es una respuesta colectiva al estrés, el miedo y la incertidumbre. En la política moderna, este tribalismo a menudo adopta la forma de nacionalismo. Como estamos presenciando hoy, apelar al nacionalismo puede ser una forma muy efectiva de motivar a los votantes sin tener que abordar ningún problema político real.
Solo busque ejemplos en todo el mundo. Políticos como Narendra Modi en India, Viktor Orbán en Hungría y Donald Trump en Estados Unidos han utilizado este tipo de ira para generar apoyo político. Específicamente, Trump tomó la insatisfacción que sienten los estadounidenses en las regiones económicamente deprimidas del país y la transformó en ira tribal contra los inmigrantes. Fue eficaz para ser elegido, pero no resolvió ningún problema.
Entonces, ¿cuáles son algunas fuentes legítimas de ira en el mundo actual? Veremos esa pregunta en el próximo consejo.
La ira pública se ve alimentada por la inseguridad económica y los políticos que no responden
Imagínese que es 2005. Hay una pareja joven que vive feliz en España. Ambos tienen empleos estables en el sector público y un modesto colchón financiero tras años de cuidadosos ahorros. Cuando llega el momento de comprar una casa, el banco les ofrece un préstamo considerable para ingresar al mercado inmobiliario en auge.
Luego, unos años más tarde, ocurre un desastre.
El mercado se derrumba. Primero, el valor de la casa cara se derrumba. Luego, el gobierno recorta el salario de un socio y despide al otro. Ahora, el banco está ejecutando la casa. Los políticos no ofrecen ayuda, pero sí rescatan a algunas grandes corporaciones.
Después de todo esto, ¿la joven pareja está enojada? Probablemente. No hicieron nada malo y, sin embargo, a nadie parece importarle su difícil situación. Esta pareja hipotética no está sola en su indignación.
A raíz de la crisis financiera de 2008, y la posterior crisis de la eurozona unos años más tarde, la tragedia de esta pareja española imaginaria fue una realidad para millones de personas en Estados Unidos y Europa. Peor aún, estos dos shocks financieros fueron solo los últimos golpes en un proceso de décadas que reestructuró el panorama político y económico del planeta. El resultado de este proceso es un mundo en el que muchas personas sienten una ira justificada contra el sistema por no cumplir con su promesa.
Una de las causas de esta indignación es la creciente desigualdad económica. Desde la década de 1970, la mayoría de los países importantes han adoptado políticas económicas neoliberales que recortan impuestos, reducen el gasto social y, en general, apuntalan a los mercados como fuerzas centrales de la sociedad. El resultado es que los ricos se vuelven más ricos y los pobres más pobres. De hecho, a nivel mundial, el 1 por ciento más rico se ha llevado a casa el 90 por ciento de las ganancias de ingresos desde 2012.
Esta distribución ascendente de la riqueza deja a muchas personas trabajando más y ganando menos. En los EE. UU., El ingreso medio real no ha aumentado en tres décadas. Esta caída significa que la mayoría de la gente ha visto muy poca mejora en su nivel de vida. Y, por supuesto, para quienes viven en pueblos pequeños estancados, esta verdadera dificultad financiera se agrava al ver el éxito comparativo de las personas más ricas en las grandes ciudades.
Para agravar este problema están las respuestas inadecuadas de las instituciones políticas. Desde el final de la Guerra Fría, los partidos políticos dominantes en la mayoría de las democracias se han desplazado hacia la derecha. En lugar de ofrecer soluciones políticas reales, los líderes recurren a culpar de estos problemas a fuerzas vagas como la «globalización» o, peor aún, recurren al nacionalismo.
Como resultado, muchas personas con agravios reales sienten que nadie en el gobierno aborda sus preocupaciones. Se quedan sintiéndose enojados.
Para evitar la indignación, es necesario rediseñar el capitalismo contemporáneo
Comencemos con una burda analogía: el capitalismo es como su computadora. Y, al igual que su computadora, depende del hardware y software para funcionar correctamente.
El hardware del capitalismo (la CPU, la tarjeta de video y los chips de memoria) son instituciones de la sociedad, como los bancos, la bolsa de valores o el gobierno. El software, la programación que dice todo cómo interactuar, es la ideología de una sociedad, como el liberalismo de libre mercado o la socialdemocracia.
Ahora, al igual que una computadora, puede diseñar una sociedad capitalista con todas las diferentes combinaciones de hardware y software. Algunos arreglos funcionan bien y son relativamente estables. Otros no funcionan tan bien. Con el tiempo, el software generará errores, el hardware se sobrecalentará y todo el sistema se bloqueará.
Y esos choques enojan mucho a la gente.
Desde mediados del siglo XIX, ha habido tres versiones principales de la máquina capitalista. Cada uno ha funcionado durante algunas décadas antes de tener problemas y requerir un reinicio. La primera iteración ejecutó un software que decía que los mercados siempre tenían la razón y que el hardware de un estado nunca debería interferir con ellos. Esto siguió avanzando hasta que comenzó a producir pobreza y desempleo generalizados. Esta falla provocó un accidente que llamamos la Gran Depresión y ayudó a encender la Segunda Guerra Mundial.
Entonces, después de 1945, reiniciamos una nueva máquina capitalista. Esta versión ejecutó un software diferente basado en modelos económicos keynesianos. Dio más poder al hardware, como los sindicatos y el estado, y menos poder a los inversores y los mercados. Esta configuración generó un crecimiento económico generalizado y una clase media fuerte. Pero también tenía un error: produjo mucha inflación y decepcionantes bajos rendimientos de las inversiones.
En las décadas de 1970 y 1980, las cosas se rediseñaron y reiniciaron una vez más. Esta vez, el software se llama neoliberalismo. Sus actualizaciones de hardware incluyen sindicatos más débiles, libre comercio sin restricciones y gobiernos que, una vez más, ceden al mercado. Los errores en esta versión producen una gran desigualdad y bancos que prestan en exceso e inevitablemente colapsan. Esta última versión del capitalismo ya se estrelló una vez, en la crisis financiera de 2008.
Sin embargo, a diferencia de los fallos anteriores, esta vez no actualizamos la máquina. En cambio, los que estaban en el poder simplemente hicieron algunos ajustes y presionaron reiniciar. Todo está funcionando de nuevo, pero los mismos errores van a producir los mismos problemas, solo que peores.
Según lo que ya hemos comentado, los resultados serán predecibles: más gente enojada. Echaremos un vistazo más de cerca a por qué en el próximo consejo.
Las fuerzas económicas impulsan la ira al hacer que nuestras vidas sean más estresantes
¡Vaya, qué día tan terrible! Primero, su automóvil se descompone y no sabe cómo va a pagar las reparaciones. Luego, su jefe le exige que aprenda un nuevo sistema técnico para mantener la competitividad de la empresa. Finalmente, de camino a casa, nota que su tienda de comestibles habitual ha cerrado. En su lugar hay un mercado que atiende a la nueva población inmigrante del barrio.
Con todo este cambio, es difícil decir cómo será la vida en un año, o incluso en una semana. La verdad es que nuestra vida diaria se ha vuelto menos estable y el futuro más incierto. Algunos impulsores de este cambio, como la inseguridad laboral, son muy reales. Otros, como la amenaza que representa la inmigración, son exagerados.
Sin embargo, en cualquier caso, toda la incertidumbre es estresante, agotadora y agravante.
Entonces, ¿qué procesos económicos están causando estrés a la gente común? Bueno, las razones son innumerables y están interconectadas, pero podemos reducir los impulsores de la ansiedad moderna a cuatro tendencias principales.
Primero está el mercado en rápida evolución. La desregulación industrial y el cambio tecnológico hacen que la economía sea muy competitiva. Las empresas deben innovar constantemente para mantenerse a flote. Como resultado, siempre se pide a los trabajadores que se adapten y se adapten. Si alguna vez ha tenido que dedicar más horas al trabajo o cultivar nuevas habilidades para su currículum, sabe lo estresante que puede ser la presión adicional.
El segundo factor estresante es el espectro de automatizar su trabajo. Si bien hay poca evidencia concluyente de que las innovaciones inminentes en inteligencia artificial eliminarán una franja significativa de trabajos, la posibilidad percibida sigue siendo estresante. Con empresas ansiosas por adoptar cualquier medida de ahorro de costos, es difícil para los trabajadores de muchas industrias sentirse seguros a largo plazo.
El tercer factor de estrés es la orientación de la economía hacia la generación mayor. Los boomers, la generación que creció en la economía de la posguerra, disfrutaron de muchos programas sociales, como una universidad barata y un mercado laboral fuerte. Por lo tanto, acumularon una gran cantidad de riqueza y la influencia política que la acompaña. La cohorte más joven de hoy carece de estas oportunidades y enfrenta una pendiente más pronunciada para lograr esa seguridad.
El cuarto factor de estrés es la competencia imaginada que plantea la inmigración. Las élites urbanas de clase alta disfrutan del cosmopolitismo de comunidades diversas. Sin embargo, las personas que viven en lugares en declive relativo ven a los recién llegados como la causa de sus problemas. Si bien la evidencia muestra que los inmigrantes en realidad fortalecen las economías, los políticos oportunistas, no obstante, estigmatizan a estas poblaciones como drenajes de programas sociales ya estresados.
Todas estas tendencias se conjugan para crear una atmósfera en la que nadie se sienta seguro acerca de su futuro económico.
Podemos reorganizar nuestras economías para producir más igualdad y menos ira
Enciende las noticias y ¿qué ves? Imágenes de protestas en Europa. Historias tristes sobre abuelos en bancarrota en Estados Unidos. Quizás algunas historias sobre la incesante aceleración del calentamiento global. Parece que esta versión del capitalismo está llevando al mundo entero hacia un final airado.
Claramente, es hora de reiniciar. Pero, ¿cómo es un nuevo sistema?
Podría ser un poco apresurado desechar todo. Después de todo, existen algunas historias de éxito recientes. Canadá y Australia han logrado controlar sus bancos y crear resultados positivos como el crecimiento de los salarios reales. Quizás, cuando se trata de diseñar nuestra economía actualizada, es más fácil mantener las piezas que funcionan y arreglar las fallas que no.
Entonces, ¿cuáles son las ventajas de nuestra versión actual del capitalismo? Para empezar, en la mayoría de los países ha tenido un largo período de altas tasas de empleo. Además, lo hace sin generar inflación. Al actualizar el hardware y software de nuestra sociedad, queremos mantener estos resultados mientras eliminamos los principales inconvenientes, específicamente, la desigualdad y la inestabilidad.
Para abordar la desigualdad, debemos proporcionar al 80 por ciento inferior más riqueza y activos. Y para hacer esto, los países pueden aprovechar las tasas de interés históricamente bajas para establecer un Fondo Nacional de Riqueza. Básicamente, un gobierno puede pedir dinero prestado vendiendo bonos y luego invertir ese capital en un fondo mutuo diverso. Cada pocos años, los retornos del 4 al 6 por ciento se distribuirán a los ciudadanos para que los gasten en vivienda, educación y atención médica.
Ya se han establecido sistemas similares en lugares como Noruega, Singapur y los Estados del Golfo, lo que nos lleva a otra posible vía de reforma.
Si bien las entidades supranacionales como la UE son valiosas para la coordinación internacional, pueden responder menos a las necesidades regionales y dejar a la gente sin voz. En cambio, los países y regiones deberían tener libertad para experimentar más con políticas novedosas. Esto les permitiría adaptar soluciones directamente a las necesidades de su población mientras prueban nuevas ideas.
También hay muchos otros conceptos que vale la pena probar. Los países podrían redistribuir la riqueza haciendo que las grandes empresas tecnológicas paguen licencias para usar datos públicos. O los bancos centrales podrían otorgar tasas de interés preferenciales a las empresas que invierten en descarbonización.
El objetivo general es encontrar soluciones que frenen las tendencias económicas que alimentan la indignación pública y el estrés privado. Si los responsables trabajan en la implementación de políticas que sirvan a un mayor número de personas, podemos calmar la ira antes de que nos lleve a todos por un camino peligroso.
En muchos países, la economía está en auge. Sin embargo, los beneficios de nuestra versión contemporánea del capitalismo no se distribuyen de manera uniforme. Grandes franjas de personas padecen inseguridad financiera y enfrentan un futuro incierto. Peor aún, los de arriba parecen no estar interesados en abordar la legítima indignación de la mayoría. Para evitar la ira que alimenta el peligroso tribalismo , como el racismo y el nacionalismo, necesitamos construir economías más equitativas utilizando nuevas herramientas, como los fondos nacionales de riqueza y la autonomía regional.
Consejos prácticos:
Arreglar recesiones con apoyo directo al consumo.
Durante la última recesión, los bancos centrales apuntalaron el mercado con rescates gigantes para las corporaciones. Esto se sintió como una injusticia atroz para mucha gente. Una mejor estrategia sería transferir directamente la riqueza a los ciudadanos. Esto sería más efectivo para mantener la economía en marcha y, lo que es más importante, lo lograría sin parecer injusto.
Acaba de recibir un rápido curso intensivo sobre cómo el capitalismo genera indignación e ira, y qué podemos hacer para detenerlo. A continuación, continúe aprendiendo sobre nuestro sistema económico con El futuro del capitalismo .
Estos consejos presentan una mirada astuta y pragmática sobre las posibles formas de reorganizar nuestra economía. Parte de memorias, parte de manifiesto, este tratado intenta encontrar un camino a seguir que sea más equitativo, justo y sostenible.