Actualizado el sábado, 31 julio, 2021
¡Buenas noticias! Los diputados franceses han aprobado que establecer «el asesinato premeditado» de un producto electrónico, la denominada obsolescencia programada, se puede castigar penalmente, acarreando una pena de prisión de dos años y una multa de hasta 300.000 euros que se añadiría a otras ya integradas en la Ley de Consumo.
El Comité Económico y Social de la UE exige prohibir la obsolescencia programada en toda Europa
La medida francesa trae el debate a toda la Unión Europea. El próximo 17 de octubre, el Comité Social y Económico Europeo (EESC, por sus siglas en inglés) organiza una mesa redonda sobre la obsolescencia planificada de la que se espera surja la presión necesaria sobre la Comisión Europea para que se castigue a quienes practican dentro de la UE la obsolescencia programada .
El EESC ya hizo una llamada a la prohibición total en un pleno en octubre del año pasado que empieza a dar sus frutos.
El pasado mes de junio, tras una reunión organizada por la Comisión Consultiva de Transformaciones Industriales , que preside el español Carlos Trias Pinto, y que se encuadra en el citado Comité, se promulgó la Declaración de Madrid, en la que se reclamaban fundamentos de sostenibilidad en todo el modelo productivo.
La nueva economía colaborativa y circular
Si bien los casos aquí expuestos hacen alusión a una problemática duradera y un futuro sin solución, hay varios emprendimientos interesantes que ya están en marcha. El químico Michael Braungart y el arquitecto William McDonough, autores del libro “De la cuna a la cuna” plantean un interesante recurso llamado diseño sostenible que no debe entenderse como metodología para reducir el impacto de productos desechados.
“Los diseñadores de productos o servicios, deberíamos plantear el diseño sostenible como una responsabilidad social corporativa que no sólo preste atención al reciclado de productos o la producción biodegradable, sino que además debería trabajar el significado del uso de esos productos y la vinculación de las personas con sus bienes de consumo”, sostiene McDonough.
Por otro lado, también se realizan festivales en contra de la Obsolescencia programada. Uno de ellos es Make It Up en el cual diseñadores, artesanos, ingenieros, investigadores, emprendedores sociales, artistas y programadores comparten diseños abiertos y duraderos para hacer frente a esta problemática.
El experto español en políticas públicas de Consumo, Alejandro Salcedo Aznal, deja claro en un estudio licitado por el Consejo Social y Económico, que la expansión de la nueva economía colaborativa de consumo compartido , la auténticamente sostenible, necesita para su viabilidad el tránsito de una sociedad industrial de bienes perecederos a otra de bienes duraderos. Quedaría así fuera del circuito la obsolescencia programada y se trataría de enfocar la lucha contra la obsolescencia psicológica, que se marca al consumidor con la implantación de modas.
El aumento de los plazos de garantía, el fomento del alquiler en lugar de la compra, la exigencia de piezas de recambio para periodos muy largos y la reducción de los costes de reparación, además de la estandarización de algunos productos (como es el caso ya reglamentado de los cargadores de móviles) son medidas que ya se están exigiendo en los países más avanzados en sostenibilidad.
La asimilación que hace ahora Francia de la obsolescencia planeada con el engaño es un gran paso.
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