Actualizado el miércoles, 4 agosto, 2021
Nacida en Honduras y de ascendencia garífuna, la familia de Sulma Arzu-Brown se trasladó a Nueva York cuando ella tenía seis años. Allí sigue residiendo en la actualidad, concretamente en el barrio del Bronx, con su marido y sus dos hijas. Un día, la cuidadora de las pequeñas le aconsejó que debería usar algún producto alisador para el “pelo malo” (así lo definió) de la menor, de tres años. Arzu-Brown decidió poco después escribir y publicar un libro ilustrado que lleva por título Bad Hair Does Not Exist! / ¡Pelo Malo No Existe!, con la intención de sensibilizar sobre los prejuicios hacia el cabello afro y mostrar que, al igual que sucede en el resto de ámbitos de la vida, cuando nos referimos a la belleza la diversidad es siempre enriquecedora.
En el libro, que está editado en formato bilingüe español e inglés, la autora muestra como el pelo afro o muy rizado puede resultar bonito y único en sus múltiples variantes (suelto, recogido, peinado en rastas, trenzado…), sin que haya necesidad de someterlo a ningún tratamiento para hacerlo más liso.
El tema del pelo podría parecer a simple vista una anécdota, si no fuera porque realmente es uno de los mejores ejemplos de cómo los patrones estéticos (y culturales) dominantes influyen en los hábitos y deseos de muchas personas pertenecientes a determinados grupos o minorías, como ocurre con las mujeres negras o de origen latino. Evidentemente, esto no sucede tan sólo con el pelo (la moda de operarse los ojos entre las jóvenes asiáticas para que luzcan más redondos es otro de los casos más conocidos) pero lo cierto es que el cabello se está convirtiendo en los últimos años en motivo de debate en países como, por ejemplo, Estados Unidos.
Así, los defensores del pelo afro natural esgrimen diversos motivos por los cuales las mujeres con este cabello deberían dejar de alisárselo. En primer lugar, porque los productos que se utilizan contienen químicos peligrosos para la salud. En segundo lugar, por el considerable gasto económico que supone (se calcula que el desembolso puede llegar a los 800 euros anuales), el cual está generando un lucrativo negocio alrededor de las cremas alisadoras y las pelucas, sean sintéticas o elaboradas con pelo auténtico. Y, finalmente, pero no menos importante, porque renunciar al propio pelo implica subordinarse a los patrones de belleza imperantes en el mundo de la moda, fundamentalmente pensados para mantener la hegemonía de la raza blanca.
Bajo el lema Poderosa y Rizada, cada año se celebra en Brasil el Desfile de las Mujeres con Rizos, una acción que defiende la importancia de estar orgullosas del propio cuerpo y la propia imagen. «No es sólo el cabello. Es quien somos», afirma una de las participantes en la última edición.
En el lado contrario, otras mujeres opinan que su pelo no las identifica, que ellas son mucho más que su pelo y que tienen derecho a elegir libremente como quieren verse y mostrarse ante el mundo. Algunas aseguran, además, que llevar el pelo afro puede ser un inconveniente a la hora de buscar un trabajo y que muchas niñas y adolescentes han sufrido acoso y discriminación por tener ese pelo.
La novelista nigeriana Chimamanda Adichie dedica una buena parte de su libro Americanah a reflexionar sobre este tema. De hecho, el subtítulo de la obra reza así: “Una novela sobre el amor, la raza… y el pelo afro”. A través de la relación con su pelo, iremos conociendo la evolución vital de la joven protagonista, desde la tiranía de las trenzas a la que era sometida periódicamente por su madre hasta el momento en que, ya adulta, decide que no quiere seguir siendo esclava de largas sesiones de alisamiento en peluquerías de extrarradio.
Y es que cada vez más, muchas mujeres están descubriendo que el pelo afro también mola. Y que, más allá de lo que la industria de la moda, la publicidad o las actitudes discriminatorias pretendan imponer, NO HAY PELO MALO.
Las ilustraciones de Bad Hair Does Not Exist!/¡Pelo Malo No Existe! son de Isidra Sabio
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