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Guía para mejorar el sexo y la intimidad dentro de las parejas estables

21/01/2022 by muhimu

Mere­ce ser compartido:

Si tu yo sexual se está rebe­lan­do, no lo obli­gues a hacer algo que no quie­re hacer; en su lugar, prac­ti­ca la acep­ta­ción. Duran­te el sexo con una pare­ja, sigues sien­do res­pon­sa­ble de crear las con­di­cio­nes para tu pro­pia exci­ta­ción. El sexo nun­ca debe­ría ser una tarea. Si estás dema­sia­do con­cen­tra­do en dar­le pla­cer a tu pare­ja y no te divier­tes, no sen­ti­rá tu pasión. El buen sexo suce­de cuan­do las pare­jas se conec­tan des­de un lugar de egoís­mo mutuo. Y si pasa por una mala racha en su rela­ción, inten­te sen­tar­se con sen­ti­mien­tos de tris­te­za o decep­ción en lugar de entrar en páni­co. Cuan­do hagas esto, pue­des acer­car­te a tu pare­ja des­de un lugar tran­qui­lo y segu­ro y man­te­ner­te firme.

Love Worth Making (escri­to por Stephen Sny­der) es una guía para mejo­rar el sexo y la inti­mi­dad den­tro de pare­jas esta­bles. A par­tir de ejem­plos de la vida real de sesio­nes de tera­pia sexual y de pare­ja, mues­tra cómo tan­to la vida dia­ria como el trau­ma afec­tan nues­tros sen­ti­mien­tos sexua­les. Adop­ta un enfo­que emo­cio­nal para des­en­re­dar los pro­ble­mas sexua­les y ofre­ce ideas sobre cómo man­te­ner un cli­ma eró­ti­co en una relación.

Stephen Sny­der, MD es tera­peu­ta sexual y de pare­jas, psi­quia­tra y escri­tor en la ciu­dad de Nue­va York. Es Pro­fe­sor Clí­ni­co Aso­cia­do de Psi­quia­tría en la Escue­la de Medi­ci­na Icahn en el Hos­pi­tal Mt. Sinai, y se ha desem­pe­ña­do como Pre­si­den­te del Comi­té del Pre­mio del Libro del Con­su­mi­dor para la Socie­dad para la Tera­pia e Inves­ti­ga­ción Sexual (SSTAR). Escri­be para Psy­cho­logy Today y el Huf­fing­ton Post.

Guía para mejorar el sexo y la intimidad dentro de las parejas estables 1

__ ¿Qué des­cu­bri­rás en este post? __

  • Des­cu­bra cómo lograr una cone­xión eró­ti­ca dura­de­ra en una pare­ja estable
  • Alcan­zar la ver­da­de­ra exci­ta­ción es posi­ble una vez que hayas apren­di­do a nutrir tu yo sexual
  • El sexo nun­ca debe sen­tir­se como un trabajo
  • Las muje­res nece­si­tan sen­tir­se deseadas
  • Iden­ti­fi­car nudos sexua­les les da a las pare­jas la opor­tu­ni­dad de reco­nec­tar­se y pro­bar un nue­vo enfoque
  • Cuan­do cada miem­bro de la pare­ja se man­tie­ne fir­me, pue­den lidiar con la incer­ti­dum­bre del cam­bio en su relación
  • Los sen­ti­mien­tos eró­ti­cos regre­san cuan­do la pare­ja se sien­te mere­ce­do­ra del amor del otro

Descubra cómo lograr una conexión erótica duradera en una pareja estable

Vivi­mos en tiem­pos sin pre­ce­den­tes cuan­do se tra­ta de sexo. La por­no­gra­fía está en todas par­tes. El cono­ci­mien­to sobre la últi­ma cien­cia del sexo está a nues­tro alcan­ce. No hay esca­sez de con­se­jos sexua­les, des­de dife­ren­tes posi­cio­nes has­ta jugue­tes sexua­les de alta tec­no­lo­gía y téc­ni­cas que harían son­ro­jar a tu abuela. 

Pero, ¿nos ha ayu­da­do esto en nues­tras rela­cio­nes sexua­les esta­bles? ¿Esta­mos satis­fe­chos en la cama? Cual­quier pare­ja que haya inten­ta­do y no haya podi­do com­prar su camino hacia la rea­li­za­ción eró­ti­ca pro­ba­ble­men­te diría que no. Eso es por­que si no estás conec­ta­do emo­cio­nal­men­te con tu pare­ja, la nove­dad eró­ti­ca des­apa­re­ce­rá rápidamente. 

Des­cu­bri­rás cómo cui­dar de tu ser sexual den­tro del pai­sa­je emo­cio­nal de una rela­ción y tener buen sexo, una y otra vez.

Apren­de­rás

  • cómo coci­nar a fue­go len­to ayu­da a man­te­ner viva la ener­gía sexual;
  • por qué la gene­ro­si­dad sexual debe equi­li­brar­se con el egoís­mo; y
  • por qué es impor­tan­te man­te­ner­se fir­me en una relación.
Guía para mejorar el sexo y la intimidad dentro de las parejas estables 2

Alcanzar la verdadera excitación es posible una vez que hayas aprendido a nutrir tu yo sexual

Muchos tera­peu­tas y libros de ayu­da sexual te dirán que el sexo se pue­de resu­mir como “fric­ción más fan­ta­sía”. Pero las pare­jas que han inten­ta­do y no han podi­do reavi­var su deseo saben que hay más que eso. Hay algo más que fal­ta, algo más esqui­vo: la sen­sa­ción de ver­da­de­ra excitación.

Tres cam­bios psi­co­ló­gi­cos ocu­rren cuan­do esta­mos exci­ta­dos. Pri­me­ro, nos sen­ti­mos cau­ti­va­dos, absor­bi­dos y per­de­mos todo sen­ti­do del tiem­po. A con­ti­nua­ción, retro­ce­de­mos a un esta­do men­tal más pri­mi­ti­vo y egoís­ta. Final­men­te, nos sen­ti­mos bien con noso­tros mis­mos, como si nues­tras pare­jas real­men­te pudie­ran ver­nos . Las fór­mu­las pue­den ser bas­tan­te inú­ti­les en la bús­que­da de la exci­ta­ción. Pero hay cier­tas reglas del cora­zón que pue­des apren­der para ayu­dar a cul­ti­var las con­di­cio­nes idea­les para que pros­pe­re la excitación. 

Las reglas del cora­zón deben enten­der­se más de lo que deben seguir­se. Exis­ten en un ámbi­to de cone­xión genui­na y auten­ti­ci­dad. Aquí encon­tra­rás tu ser sexual: un sen­ti­mien­to eró­ti­co muy per­so­nal. No está mar­ca­do por la luju­ria, sino por la gra­ti­tud y el asombro.

El yo sexual es muy hones­to, pero su voca­bu­la­rio se limi­ta prin­ci­pal­men­te a “sí” o “no”. Tra­tar de obli­gar al yo sexual a con­ver­tir un “no” en un “sí” garan­ti­za­rá prác­ti­ca­men­te el mal sexo.

Esto es lo que le pasó a Car­men, que no podía sen­tir nada duran­te el sexo con su mari­do Scott. Se exci­ta­ba cuan­do se besa­ban en el sofá del salón. Pero una vez que se muda­ron al dor­mi­to­rio, se obse­sio­nó con la preo­cu­pa­ción de que había algo “malo” con ella, y men­tal­men­te se apagó.

Lo que la mayo­ría de la gen­te no se da cuen­ta es que son res­pon­sa­bles de su pro­pia exci­ta­ción. Enton­ces, el autor sugi­rió que Car­men hicie­ra dos cosas para esta­ble­cer el esta­do de áni­mo para sí mis­ma. Pri­me­ro, píde­le a Scott que no inten­te lle­var­la al clí­max; le preo­cu­pa­ba que él se moles­ta­ra si no lo hacía, lo que la sacó del momen­to. En segun­do lugar, si ella se sin­tió exci­ta­da cuan­do esta­ban en el sofá, inten­te que­dar­se en el sofá. 

La sema­na siguien­te, Car­men infor­mó que su sexo en el sofá era más eró­ti­co. Pero ella toda­vía esta­ba angus­tia­da. Con­fe­só que se daba a sí mis­ma los orgas­mos de la “mane­ra equi­vo­ca­da”: en la bañe­ra, con el clí­to­ris bajo el cho­rro de agua.

El autor le dijo que no esta­ba hacien­do nada malo. Pero la creen­cia de que esta­ba daña­da había gana­do mucho poder a lo lar­go de los años. Para que su yo sexual fue­ra feliz, nece­si­ta­ba acep­ta­ción . Tran­qui­li­za­da, Car­men se dio un orgas­mo por pri­me­ra vez con las manos unas sema­nas des­pués. Y duran­te el sexo con Scott, pudo man­te­ner su exci­ta­ción y final­men­te lle­gar al clí­max en los bra­zos de su esposo.

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El sexo nunca debe sentirse como un trabajo

Otra regla del cora­zón es que el yo sexual nun­ca cre­ce . Es vul­ne­ra­ble y egoís­ta; no pue­de ocul­tar sus sen­ti­mien­tos o fin­gir. Una vez que acep­ta­mos el hecho de que nues­tro yo sexual es como niños, pode­mos com­pren­der mejor nues­tros dile­mas sexuales.

Tome un pro­ble­ma común que el autor a menu­do reci­be de los clien­tes. Uno de los socios, por ejem­plo, el espo­so, afir­ma que no sabe cómo dar­le pla­cer a su espo­sa. No impor­ta cuán­to lo inten­te, sus esfuer­zos siem­pre son reci­bi­dos con crí­ti­cas. Mien­tras tan­to, la espo­sa res­pon­de que el pro­ble­ma no es su sen­si­bi­li­dad, es su fal­ta de pasión.

La fal­ta de “pasión” sue­le ser un códi­go para la fal­ta de algo más: un tipo de egoís­mo sexual. Cuan­do nues­tras pare­jas obtie­nen egoís­ta­men­te el pla­cer sexual de estar con noso­tros, eso es lo que real­men­te nos da pla­cer a la mayo­ría de noso­tros. Nues­tro yo sexual quie­re ser vio­la­do y ado­ra­do, no aten­di­do por un sen­ti­do de obli­ga­ción. Pién­sa­lo: si exci­tar­te pare­ce tra­ba­jo para tu pare­ja, no te per­de­rás en el momen­to. Eso no quie­re decir que ser gene­ro­so en la cama sea algo malo; sim­ple­men­te no es espe­cial­men­te eró­ti­co por sí solo. 

No es sor­pren­den­te que muchas per­so­nas digan que su par­te favo­ri­ta del sexo es el momen­to en que su pare­ja lle­ga al clí­max. Ver­los per­der el con­trol se sien­te pode­ro­so, y el jue­go de poder es otra cosa que aman nues­tros seres sexua­les. Des­afor­tu­na­da­men­te, los sen­ti­mien­tos de ver­güen­za a menu­do se inter­po­nen en nues­tro disfrute.

Tome­mos como ejem­plo a Jill, quien esta­ba pro­fun­da­men­te aver­gon­za­da de la fan­ta­sía que solía tener para lle­gar al clí­max duran­te el sexo con su espo­so Peter. Cada vez que per­día la exci­ta­ción, se sen­tía terri­ble por ello y lue­go fan­ta­sea­ba con que un hom­bre mal­va­do la ence­rra­ba. No podía ver­lo, pero sabía que él siem­pre la esta­ba obser­van­do. Esta fan­ta­sía haría que Jill tuvie­ra un orgas­mo sin fal­ta, pero siem­pre la deja­ba perturbada.

Des­pués de un poco de dis­cu­sión, ella y la auto­ra se die­ron cuen­ta de que su fan­ta­sía tenía que ver con la aten­ción. Pro­ba­ble­men­te fue el resul­ta­do de sen­tir­me aban­do­na­do cuan­do era niño: nues­tras men­tes a menu­do con­vier­ten el trau­ma en fan­ta­sía sexual como una for­ma de sua­vi­zar el dolor. La fan­ta­sía en sí no era pro­ble­ma de Jill; era el hecho de que se cas­ti­ga­ba a sí mis­ma de una mane­ra poco natu­ral cada vez que per­día la excitación.

La tera­pia sexual, como le dijo el autor a Jill, se tra­ta de abra­zar lo que ya se sien­te fácil y natu­ral; no tie­ne la inten­ción de poner­nos bajo pre­sión. Enton­ces, en lugar de for­zar­se a sí mis­ma a lle­gar al clí­max con una fan­ta­sía que la moles­ta­ba, él le sugi­rió que tra­ta­ra de ser ama­ble con su yo sexual si su exci­ta­ción disminuía.

La sema­na siguien­te, Jill y Peter tuvie­ron sexo mara­vi­llo­so, sexo que no pare­cía tra­ba­jo. Cuan­do per­dió la exci­ta­ción, deci­dió no preo­cu­par­se y dejar que Peter se corrie­ra pri­me­ro. Enton­ces, se dio a sí mis­ma un orgas­mo. Toda­vía usa­ba su fan­ta­sía, pero aho­ra que enten­día sus orí­ge­nes, podía disfrutarla.

Las mujeres necesitan sentirse deseadas

Se pue­den hacer muchas excep­cio­nes a cual­quier gene­ra­li­za­ción sobre el deseo mas­cu­lino o feme­nino. Pero el autor des­cu­brió que las dife­ren­cias eró­ti­cas entre hom­bres y muje­res toda­vía cau­san muchos pro­ble­mas a las pare­jas heterosexuales.

Cuan­do Rob y Melis­sa se casa­ron por pri­me­ra vez, él no podía qui­tar­le las manos de enci­ma. Pero enton­ces, dejó de ini­ciar el sexo. Aun­que Rob afir­mó que siem­pre esta­ba lis­to y dis­pues­to, Melis­sa sin­tió que ya no la quería.

Otra regla del cora­zón es que las muje­res quie­ren sen­tir­se desea­das . Es por eso que la mayo­ría de las muje­res pre­fie­ren que los hom­bres sean los que ini­cian. Pero esto no le pare­cía jus­to a Rob. No enten­día por qué Melis­sa no podía ser la que iniciara.

El autor deci­dió usar un ejem­plo inusual para ilus­trar esta regla del cora­zón para Rob: los jue­gos pre­vios de las ratas. No te asus­tes, te con­ta­re­mos de qué se trata.

Una rata hem­bra mues­tra su tra­se­ro a una rata macho. Él corre tras ella por un tiem­po, has­ta que ella deci­de que ya la per­si­guió lo sufi­cien­te y le per­mi­te tener­la. Al igual que la rata hem­bra, a Melis­sa le gus­ta­ba que la per­si­guie­ran por­que sig­ni­fi­ca­ba que Rob esta­ba real­men­te intere­sa­do. Final­men­te, todo hizo clic para Rob.

Este es un pro­ble­ma que aque­ja a muchos matri­mo­nios: una vez que el mari­do se sien­te segu­ro, deja de per­se­guir a su mujer. Enton­ces, ade­más de des­cri­bir los jue­gos pre­vios de las ratas, ¿cómo pue­den las muje­res lograr que sus pare­jas a lar­go pla­zo las persigan?

Muchos libros de sexo reco­mien­dan que las muje­res estén menos dis­po­ni­bles para sus mari­dos o intro­duz­can algún otro ele­men­to de incer­ti­dum­bre. Pero en lugar de recu­rrir a la mani­pu­la­ción, la auto­ra sugie­re que una mujer sim­ple­men­te edu­que a su pare­ja mas­cu­li­na sobre su nece­si­dad de sen­tir­se desea­da. Lue­go, pue­de deci­dir si está dis­pues­to a hacer el esfuer­zo, y si no, pue­de enfren­tar las consecuencias.

Per­se­guir a una mujer has­ta el dor­mi­to­rio no siem­pre es nece­sa­rio. Una téc­ni­ca lla­ma­da coc­ción a fue­go len­to es una for­ma efec­ti­va de man­te­ner un buen cli­ma eró­ti­co en una rela­ción. Coci­nar a fue­go len­to es cuan­do bus­cas un momen­to rápi­do para exci­tar­te con tu pare­ja, inclu­so si el sexo no es una posi­bi­li­dad prác­ti­ca. No está des­ti­na­do a ser una acti­vi­dad inten­sa: pien­se en un abra­zo sen­sual que los deje a ambos sin­tién­do­se emo­cio­na­dos. Es dife­ren­te a los abra­zos, que tien­den a neu­tra­li­zar la ener­gía erótica. 

Si bien cual­quie­ra pue­de coci­nar a fue­go len­to a su pare­ja, en las rela­cio­nes hete­ro­se­xua­les, es ideal si el hom­bre coci­na a fue­go len­to a la mujer con más fre­cuen­cia. Aga­rrar­la apa­sio­na­da­men­te demues­tra su deseo. Y no te preo­cu­pes si es frus­tran­te: un poco de frus­tra­ción sexual es algo bueno. 

Identificar nudos sexuales les da a las parejas la oportunidad de reconectarse y probar un nuevo enfoque

Mucha gen­te asu­me que la res­pues­ta sexual mas­cu­li­na es auto­má­ti­ca. Y si bien es cier­to que la mayo­ría de los hom­bres se exci­tan rápi­da­men­te si ven un cuer­po atrac­ti­vo, los sen­ti­mien­tos eró­ti­cos de un hom­bre son más com­pli­ca­dos den­tro del con­tex­to de una relación.

David fue envia­do solo a la ofi­ci­na del autor por su espo­sa, Gwen. El pro­ble­ma era que, como Rob, había deja­do de ini­ciar­se en el sexo. Pero no fue por des­co­no­ci­mien­to o pro­tes­ta. En cam­bio, sin­tió que había una fuer­za mis­te­rio­sa que lo bloqueaba. 

Toda­vía se sen­tía físi­ca­men­te atraí­do por Gwen, y por lo gene­ral pla­nea­ba ini­ciar el sexo cuan­do ambos lle­ga­ban a casa del tra­ba­jo. Pero, según David, por la noche, Gwen nor­mal­men­te se esta­ría que­jan­do de algo. Can­sa­do por un lar­go día, ter­mi­na­ría men­tal­men­te excluyéndola.

De hecho, el pro­ble­ma comen­zó cuan­do David y Gwen se muda­ron jun­tos por pri­me­ra vez. Lo que suce­dió a con­ti­nua­ción fue un ejem­plo de un nudo sexual : una situa­ción que sur­ge cuan­do nues­tro yo sexual no res­pon­de de la mane­ra que que­re­mos, y reac­cio­na­mos de mane­ras que lo empeoran. 

El nudo sexual de Gwen y David fue así: cuan­do comen­za­ron a vivir jun­tos, Gwen comen­zó a cri­ti­car más a David. Esto hizo que se sin­tie­ra recha­za­do, pero res­pon­dió fin­gien­do con­fian­za y espe­ran­do a que pasa­ran sus sen­ti­mien­tos heri­dos. Lue­go, a medi­da que la des­apro­ba­ción se hizo cons­tan­te, comen­zó a reti­rar­se. Esto enfu­re­ció a Gwen, por lo que lo cri­ti­có más. Como resul­ta­do, David se ale­jó aún más, lo que hizo que Gwen supu­sie­ra que David ya no la deseaba.

¿Recuer­das cómo las muje­res espe­cial­men­te nece­si­tan sen­tir­se desea­das? Bueno, el yo sexual de un hom­bre se nutre cuan­do se sien­te con­fia­do y bien­ve­ni­do . Des­afor­tu­na­da­men­te, cuan­do una mujer ya no se sien­te desea­da, deja­rá de dar­le a su pare­ja seña­les de que es bien­ve­ni­do. Cuan­do David ate­rri­zó en la ofi­ci­na del autor, él y Gwen esta­ban fuer­te­men­te ata­dos en la peor eta­pa de su nudo sexual: no se sen­tía bien­ve­ni­do con Gwen, por lo que ya no la desea­ba. Al dar­se cuen­ta de esto, Gwen enlo­que­ció y se moles­tó con él. Enton­ces él real­men­te ya no la deseaba.

Cuan­do las muje­res cri­ti­can, a menu­do es por­que se sien­ten igno­ra­das y, por lo tan­to, solas. Enton­ces, si David que­ría que Gwen deja­ra de cri­ti­car­lo, el autor le reco­men­dó que deja­ra de huir y la escuchara.

David estu­vo de acuer­do y su rela­ción mejo­ró. Des­cu­brió que él y Gwen tenían mucho de qué hablar, y ella no insis­tió en las defi­cien­cias de David. Pero toda­vía no esta­ba ini­cian­do el sexo. Des­cu­bri­re­mos por qué.

Cuando cada miembro de la pareja se mantiene firme, pueden lidiar con la incertidumbre del cambio en su relación

Final­men­te, Gwen cono­ció al autor sin David y pro­por­cio­nó algu­nos ante­ce­den­tes para su his­to­ria. Cuan­do se cono­cie­ron, David rebo­sa­ba entu­sias­mo. Siem­pre hizo que Gwen se sin­tie­ra espe­cial. Pero una vez que comen­za­ron a vivir jun­tos, su acti­tud hacia ella cam­bió de embe­le­sa­do a distante.

Gwen se pre­gun­tó si David podría tener tras­torno por défi­cit de aten­ción con hiper­ac­ti­vi­dad o TDAH. Las per­so­nas con esta afec­ción tie­nen difi­cul­ta­des para con­cen­trar­se en cosas que no son inme­dia­ta­men­te emo­cio­nan­tes. La pró­xi­ma vez que David visi­tó al autor a solas, revi­sa­ron una lis­ta de veri­fi­ca­ción de TDAH. Sus sín­to­mas de fal­ta de aten­ción ase­gu­ra­ron el diagnóstico.

Una vez que David comen­zó el tra­ta­mien­to para el TDAH, se vol­vió más feliz y ansio­so por vol­ver a conec­tar­se con su espo­sa, pero aho­ra Gwen pare­cía depri­mi­da. A veces esto suce­de con las pare­jas. Uno de los socios cam­bia de mane­ra posi­ti­va y lue­go el otro se dis­tan­cia, ya sea por­que ha habi­do dema­sia­do cam­bio o por­que no ha habi­do suficiente.

Cuan­do Gwen y David visi­ta­ron jun­tos al autor, ella le agra­de­ció por ayu­dar a David, pero lamen­tó que él toda­vía no estu­vie­ra aten­to de la for­ma en que ella lo nece­si­ta­ba. Inclu­so con medi­ca­ción, no pare­cía capaz de mos­trar amor en los peque­ños deta­lles, como lim­piar­se él mis­mo. Esta­ba can­sa­da de sen­tir­se como su madre.

Y sin embar­go, el autor tenía espe­ran­za. Gwen y David esta­ban comen­zan­do a man­te­ner­se fir­mes . Abo­ga­ron por sus pro­pias nece­si­da­des fren­te a su pare­ja. En ese momen­to, el autor les pre­gun­tó sobre el sexo. David con­fe­só que sus jue­gos pre­vios siem­pre se sen­tían un poco apre­su­ra­dos. Gwen admi­tió que se apre­su­ró por­que esta­ba preo­cu­pa­da de que él per­die­ra el foco.

David le ase­gu­ró a Gwen que no se iría a nin­gu­na par­te; todo lo que que­ría hacer era dis­fru­tar­la, si ella lo deja­ba. Pero Gwen no esta­ba segu­ra de poder hacer­lo; tenía mie­do de vol­ver a abrir­se a la decepción. 

El autor obser­vó que David había apren­di­do a dife­ren­ciar . Es decir, había desa­rro­lla­do un fuer­te sen­ti­do de sí mis­mo como indi­vi­duo y podía mane­jar los con­flic­tos sin depen­der de la apro­ba­ción de Gwen. Tal vez aho­ra era el turno de Gwen de apren­der a hacer eso. 

El autor sugi­rió que Gwen se sen­ta­ra con su sen­ti­mien­to de mie­do y vie­ra cómo le fue. Gwen estu­vo de acuer­do, y ese día mar­có un cam­bio impor­tan­te para ella. Se dio cuen­ta de que la decep­ción era solo un sen­ti­mien­to; no sig­ni­fi­ca­ba que fue­ra el fin del mun­do. Tam­bién apren­dió que sufrir jun­tos a veces pue­de con­du­cir a la feli­ci­dad, si cada miem­bro de la pare­ja se man­tie­ne firme.

Los sentimientos eróticos regresan cuando la pareja se siente merecedora del amor del otro

Sari­na y Jo, una pare­ja de les­bia­nas de unos cin­cuen­ta años, se habían reu­ni­do con el autor al comien­zo de su rela­ción y él las había ayu­da­do a resol­ver un peque­ño pro­ble­ma. Aho­ra, muchos años des­pués, des­pués de casar­se y tener hijos, regresaron.

Final­men­te tenían el nido vacío, y Sari­na había per­di­do todo inte­rés en el sexo. 

Según Jo, esto era sim­ple­men­te una nue­va eta­pa del impul­so sexual pasi­vo-agre­si­vo de Sari­na. Si pla­nea­ban un fin de sema­na fue­ra, por ejem­plo, Sari­na bus­ca­ría pelea el día en que se supo­nía que debían irse. Enton­ces, no esta­ría intere­sa­da en el sexo duran­te todo el viaje. 

A veces, las pare­jas expe­ri­men­ta­rán una peque­ña inte­rrup­ción en su vida eró­ti­ca y solo nece­si­ta­rán una pues­ta a pun­to rápi­da. Los tera­peu­tas se refie­ren a esto como el tra­ta­mien­to de una cau­sa inme­dia­ta . Pero a menu­do hay una cau­sa remo­ta pro­fun­da­men­te arrai­ga­da que segui­rá pro­vo­can­do pro­ble­mas has­ta que se resuel­va. Este fue el caso de Sari­na y Jo. 

Las cau­sas remo­tas se mani­fies­tan cuan­do las per­so­nas incons­cien­te­men­te inten­tan que sus pare­jas se unan a ellos en una recrea­ción: un dra­ma de su infan­cia que no entien­den completamente.

Sari­na, que había sufri­do el aban­dono de sus padres, esta­ba recrean­do ese aban­dono con Jo. Cuan­do Jo expre­sa­ba su amor por Sari­na, Sari­na res­pon­día con frial­dad, como si estu­vie­ra tra­tan­do de con­ven­cer a Jo de que no podía ser ama­da. Mien­tras tan­to, la madre de Jo había sido fría con ella, así que Jo esta­ba recrean­do esa diná­mi­ca. La cau­sa remo­ta fue que ambas muje­res nun­ca supie­ron real­men­te que mere­cían sen­tir­se queridas. 

Enton­ces, el autor sugi­rió una téc­ni­ca de aten­ción ple­na lla­ma­da enfo­que sen­so­rial , en la que se des­nu­da­rían y se tur­na­rían para tocar­se. No habría nin­gu­na expec­ta­ti­va de dar o reci­bir pla­cer; no se les exi­gía que sin­tie­ran nada que real­men­te no sintieran.

Un lan­za­mien­to de mone­da deci­dió que Sari­na se acos­ta­ría en la cama y Jo la toca­ría pri­me­ro. Comen­zó a los pies de Sari­na. Sari­na se dio cuen­ta de que sen­tía una pro­fun­da tris­te­za. Jo besó los dedos de los pies de Sari­na, como para ins­tar a Sari­na a levan­tar los pies y seguir el sen­ti­mien­to. Sari­na se dejó lle­var por la corrien­te de la tris­te­za, con­fian­do en que Jo la man­ten­dría a flo­te. Jo, mien­tras tan­to, se esta­ba exci­tan­do un poco. Cuan­do pasó, se sin­tió tran­qui­la y feliz.

A Sari­na le preo­cu­pa­ba que Jo se estu­vie­ra can­san­do. Jo susu­rró: “Solo qué­da­te con eso, Sari­na”. Escu­char su nom­bre hizo que Sari­na se emo­cio­na­ra. Podía sen­tir inten­sa­men­te el amor y la aten­ción de Jo. Even­tual­men­te, el río de tris­te­za de Sari­na flu­yó hacia un gran lago. Se ima­gi­nó revol­cán­do­se en la exu­be­ran­te hier­ba jun­to al lago con Jo. Sari­na sin­tió la exci­ta­ción de Jo, se encon­tró exci­ta­da tam­bién y se entre­gó a Jo.

El buen sexo en una rela­ción se tra­ta de pres­tar aten­ción, sin juz­gar, al momen­to eró­ti­co. Haces esto cuan­do eres un buen padre para tu yo sexual, ofre­cién­do­le pacien­cia, ama­bi­li­dad y aceptación.

Y aquí hay algu­nos con­se­jos prác­ti­cos: no le des a las hor­mi­gas tu aten­ción emocional.

Una de las razo­nes por las que las per­so­nas dejan de dis­fru­tar del sexo es por­que los pen­sa­mien­tos nega­ti­vos y obse­si­vos sobre sí mis­mos se apo­de­ran de ellos. Estos pen­sa­mien­tos nega­ti­vos auto­má­ti­cos, o ANT, cap­tan su aten­ción y difi­cul­tan per­ma­ne­cer en el momen­to eró­ti­co presente.

Muchos libros de con­se­jos sexua­les reco­mien­dan reem­pla­zar las ANT con afir­ma­cio­nes, pero el autor no cree que ese sea el méto­do más efec­ti­vo. En cam­bio, acon­se­ja a los clien­tes que iden­ti­fi­quen las ANT cuan­do apa­rez­can, las reco­noz­can y sigan adelante.


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Filed Under: Diversidad Y Estilos de vida

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