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El descubrimiento de Darwin que nos ocultaron y quizás pudo cambiar la historia

27/03/2017 by María Hidalgo

Mere­ce ser compartido:

Actua­li­za­do el Mon­day, 31 January, 2022

✅ Para saber más sobre cómo la evo­lu­ción y la psi­co­lo­gía moral nos pue­den ayu­dar a apor­tar un poco de luz en este caos social, te reco­men­da­mos los retos for­ma­ti­vos de Dise­ño Social EN+


Los huma­nos han evo­lu­cio­na­do para ser una espe­cie inhe­ren­te­men­te social. A lo lar­go de la his­to­ria, nues­tra capa­ci­dad para sobre­vi­vir ha depen­di­do del cul­ti­vo de habi­li­da­des socia­les, comu­ni­ca­ción inter­per­so­nal y comu­ni­da­des de apo­yo mutuo. Des­afor­tu­na­da­men­te, nues­tra ten­den­cia a vin­cu­lar­nos con las per­so­nas cer­ca­nas a noso­tros tam­bién pue­de hacer­nos des­con­fiar de los extra­ños que nos pare­cen ame­na­za­do­res. Para cons­truir un mun­do más pací­fi­co, debe­mos esfor­zar­nos por for­mar amis­ta­des con quie­nes nos rodean, inclu­so si pare­cen dife­ren­tes en la superficie.

“Por más egoís­ta que se pue­da supo­ner al hom­bre, exis­ten evi­den­te­men­te en su natu­ra­le­za algu­nos prin­ci­pios que le hacen inte­re­sar­se por la suer­te de otros, y hacen que la feli­ci­dad de éstos le resul­te nece­sa­ria, aun­que no deri­ve de ella nada más que el pla­cer de con­tem­plar­la. Tal es el caso de la lás­ti­ma o la com­pa­sión, la emo­ción que sen­ti­mos ante la des­gra­cia aje­na cuan­do la vemos o cuan­do nos la hacen con­ce­bir de for­ma muy vívi­da. El que sen­ti­mos pena por las penas de otros es una cues­tión de hecho tan obvia que no requie­re demos­tra­ción algu­na, por­que este sen­ti­mien­to, como todas las otras pasio­nes ori­gi­na­les de la natu­ra­le­za huma­na, no se halla en abso­lu­to cir­cuns­cri­to a las per­so­nas más vir­tuo­sas y huma­ni­ta­rias, aun­que ellas qui­zá pue­dan expe­ri­men­tar­lo con una sen­si­bi­li­dad más pro­fun­da. Pero no se halla des­pro­vis­to de él total­men­te ni el mayor mal­he­chor ni el más bru­tal vio­la­dor de las leyes de la sociedad.”

Adam Smith, Teo­ría de los sen­ti­mien­tos mora­les (1759)

__ ¿Qué des­cu­bri­rás en este post? __

    • ¿Malin­ter­pre­ta­mos a Darwin?
    • Sobre el ori­gen de las especies
  • Una his­to­ria evo­lu­ti­va de la amistad
    • Habi­li­da­des cog­ni­ti­vas espe­cia­les para ayu­dar­nos a cooperar
    • La ama­bi­li­dad corres­pon­de a una mayor capa­ci­dad de comunicación
      • expe­ri­men­to de domes­ti­ca­ción de Belyaev
    • Los sig­nos reve­la­do­res de la domesticación
    • La evo­lu­ción huma­na favo­re­ce la amistad
      • escle­ró­ti­cas blancas
    • Pode­ro­sos víncu­los socia­les con extraños
      • extra­ño intragrupo
    • El pro­ble­ma de los ses­gos cognitivos
      • simia­ni­za­ción
    • Cómo pode­mos fomen­tar la tolerancia 
    • Nues­tro tra­to a los ani­ma­les refle­ja nues­tro tra­to mutuo

¿Malinterpretamos a Darwin?

Qui­zás era dema­sia­do tar­de cuan­do Char­les Dar­win se dio cuen­ta de que había aspec­tos que no enca­ja­ban en su teo­ría. Había pasa­do los sesen­ta años cuan­do su visión de la vida como el triun­fo del más apto en un con­tex­to de lucha con­ti­nua por la super­vi­ven­cia se encon­tró con ele­men­tos que pare­cían no tener sen­ti­do.

“El hecho de que una teo­ría tan vaga, tan insu­fi­cien­te­men­te demos­tra­ble, tan aje­na a los cri­te­rios que sue­len apli­car­se en las cien­cias empí­ri­cas, se haya con­ver­ti­do en un dog­ma, no es expli­ca­ble si no es con argu­men­tos socio­ló­gi­cos”. —

Lud­wing Von Ber­ta­lanffy (1901–1972)

A pesar de su volun­tad por conec­tar con­duc­tas, fue inca­paz de encon­trar un expli­ca­ción a fenó­me­nos huma­nos como el altruis­mo den­tro de su visión glo­ba­li­za­do­ra del egoís­mo competitivo.

Fue enton­ces cuan­dos sus inves­ti­ga­cio­nes empe­za­ron a explo­rar visio­nes dis­rup­ti­vas en la que cor­ta­ba con la pre­mi­sa de su ley uni­ver­sal, ya que los seres vivos mos­tra­ban muchas for­mas de coope­ra­ción que nece­si­ta­ba una expli­ca­ción supe­rior a la plan­tea­da.

Por ello, apun­tó como con­clu­sión final que los seres vivos habían enten­di­do que la estra­te­gia más impor­tan­te para sobre­vi­vir es la coope­ra­ción y que las espe­cies socia­les domi­na­ban el planeta.

Sobre el origen de las especies

Sobre el ori­gen de las espe­cies , de Char­les Dar­win, la obra de 1859 sobre la que se basa nues­tra com­pren­sión de la evo­lu­ción, ha sido vota­do como el libro aca­dé­mi­co más influ­yen­te de la historia.

Sobre el ori­gen de las espe­cies fue el fir­me favo­ri­to, con­si­guien­do el 26% de los votos. El Mani­fies­to Comu­nis­ta de Karl Marx y Frie­drich Engels que­dó en segun­do lugar, y Las obras com­ple­tas de Sha­kes­pea­re en ter­cer lugar. The Repu­blic and Cri­ti­que of Pure Reason de Pla­tón de Imma­nuel Kant reu­nió los cin­co primeros. 

Una historia evolutiva de la amistad

Para el pro­fano, la fra­se “super­vi­ven­cia del más apto” sig­ni­fi­ca que el mun­do natu­ral se tra­ta de com­pe­ten­cia. Solo las espe­cies más áspe­ras, duras y fero­ces salen con vida. Sin embar­go, Sur­vi­val of the Friend­liest plan­tea una pers­pec­ti­va com­ple­ta­men­te dife­ren­te: que los ami­gos impor­tan más que las peleas.

Al exa­mi­nar la his­to­ria evo­lu­ti­va, argu­men­ta­mos que cen­trar­se solo en la fuer­za bru­ta y la agre­sión mini­mi­za el impor­tan­te papel de las habi­li­da­des socia­les. De hecho, a lo lar­go de la his­to­ria, la amis­tad, la fami­lia y la comu­ni­dad o inclu­so la reso­nan­cia lím­bi­ca pue­den haber sido la ver­da­de­ra razón de la super­vi­ven­cia humana.

Apren­de­rás por qué la pre­sión evo­lu­ti­va ayu­dó al Homo sapiens a lle­var­se bien y cómo la capa­ci­dad de for­jar amis­ta­des y coor­di­nar rela­cio­nes nos per­mi­tió con­quis­tar el planeta.

Habilidades cognitivas especiales para ayudarnos a cooperar

Comen­ce­mos con un jue­go diver­ti­do: tome dos tazas y escon­da una golo­si­na o un jugue­te colo­ri­do deba­jo de una de ellas. Lue­go, pre­sen­te el par de tazas a un bebé. ¿Podrán encon­trar el premio?

La res­pues­ta es sí, pero si les das una pis­ta. Sim­ple­men­te seña­le la taza correc­ta y obser­ve lo que suce­de. A los nue­ve meses de edad, la mayo­ría de los bebés pue­den reco­no­cer este ges­to como un inten­to de comu­ni­car algo impor­tan­te. Segui­rán tu dedo e inves­ti­ga­rán el artícu­lo indicado.

Pue­de que no parez­ca sor­pren­den­te, pero lo es. Mues­tra que inclu­so de niños, los seres huma­nos pue­den reco­no­cer que otras per­so­nas pue­den alber­gar cono­ci­mien­tos e inten­cio­nes más allá de los pro­pios. Esto se lla­ma teo­ría de la men­te y es uno de los mayo­res logros de la humanidad.

Al prin­ci­pio, la teo­ría de la men­te pue­de pare­cer una facul­tad cog­ni­ti­va bási­ca. Des­pués de todo, pare­ce obvio que otras per­so­nas tie­nen sus pro­pios pen­sa­mien­tos, sen­ti­mien­tos y expe­rien­cias indi­vi­dua­les que pue­den ser dife­ren­tes a las nues­tras. Sin embar­go, este es en reali­dad un con­cep­to sofis­ti­ca­do que no com­par­ti­mos ni siquie­ra con nues­tros parien­tes evo­lu­ti­vos más cercanos.

Inten­te jugar el mis­mo jue­go de dos tazas con un chim­pan­cé. Rápi­da­men­te ter­mi­na­rás frus­tra­do. Inclu­so si el chim­pan­cé sabe que hay comi­da deba­jo de una de las tazas, no reco­no­ce­rá que seña­las como un ges­to útil. Sim­ple­men­te lo adi­vi­na­rán. Des­pués de jugar doce­nas de veces, un chim­pan­cé pue­de cap­tar un poco, pero cam­bia el ges­to aun­que sea un poqui­to, y vuel­ve al pun­to de partida.

Curio­sa­men­te, a los perros les va un poco mejor. Si seña­la la taza correc­ta, gene­ral­men­te inves­ti­ga­rán ese obje­to sobre el otro. Si bien no está cla­ro si com­pren­den la inten­ción de nues­tros ges­tos, al menos los siguen instintivamente.

¿Por qué la dife­ren­cia? Bueno, tene­mos perros domes­ti­ca­dos. A lo lar­go de la his­to­ria, hemos ali­men­ta­do y cria­do perros que siguen nues­tras órde­nes. Esto dio una ven­ta­ja evo­lu­ti­va a los que coope­ran bien con la comu­ni­ca­ción huma­na. Los chim­pan­cés no han teni­do esta pre­sión evo­lu­ti­va; por lo tan­to, no han desa­rro­lla­do la capa­ci­dad cog­ni­ti­va para com­pren­der real­men­te nues­tros gestos.

Enton­ces, la capa­ci­dad de con­ce­bir otras men­tes y comu­ni­car­se con ellas es un ras­go evo­lu­cio­na­do. Pero eso nos deja con la pre­gun­ta: De todas las espe­cies de ani­ma­les en la Tie­rra, ¿por qué los huma­nos tie­nen la capa­ci­dad más per­fec­cio­na­da para com­pren­der la teo­ría de la men­te? Como vere­mos, la evo­lu­ción podría pro­por­cio­nar algu­nas respuestas.

La amabilidad corresponde a una mayor capacidad de comunicación

En 1959, el gene­tis­ta Dmitry Bel­yaev se mudó de Mos­cú a la leja­na ciu­dad de Novo­si­birsk en Sibe­ria. Aquí, lejos de la mira­da escép­ti­ca del gobierno de Sta­lin, comen­zó un expe­ri­men­to de lar­ga dura­ción. Hoy, pue­des ver los resul­ta­dos de su tra­ba­jo. De hecho, pue­des levan­tar­los y acariciarlos.

experimento de domesticación de Belyaev

El expe­ri­men­to de Bel­yaev fue un inten­to de domes­ti­car a los zorros, y lo logró. El cien­tí­fi­co comen­zó con dos gru­pos de zorros sal­va­jes. Con el tiem­po, los dos gru­pos diver­gie­ron sig­ni­fi­ca­ti­va­men­te. Si bien el gru­po de con­trol siguió sien­do el mis­mo, el gru­po ami­go desa­rro­lló una gran can­ti­dad de nue­vas carac­te­rís­ti­cas físi­cas y de comportamiento.

El expe­ri­men­to de domes­ti­ca­ción de Bel­yaev se ha lle­va­do a cabo duran­te más de 50 años. Su pro­te­gi­da, Lyud­mi­la Trut, lo man­tie­ne fun­cio­nan­do hoy. Los resul­ta­dos son asom­bro­sos. Los zorros cria­dos para ser ami­ga­bles son sig­ni­fi­ca­ti­va­men­te dife­ren­tes de sus con­tra­par­tes no domesticadas.

Por un lado, se ven dife­ren­tes. Los sim­pá­ti­cos zorros tie­nen ore­jas caí­das y hoci­cos más cor­tos. Su pela­je es más sua­ve y vie­ne en una varie­dad de colo­res y patro­nes. Inclu­so sus dien­tes son menos afi­la­dos. Esen­cial­men­te, com­par­ten muchas de las cua­li­da­des que se ven en otros ani­ma­les domés­ti­cos, como perros o cer­dos. Sin embar­go, nin­guno de estos ras­gos fue selec­cio­na­do espe­cí­fi­ca­men­te. Son sim­ple­men­te sub­pro­duc­tos del ras­go de selec­ción prin­ci­pal, la amabilidad.

Sin embar­go, el efec­to secun­da­rio más sig­ni­fi­ca­ti­vo de selec­cio­nar por ama­bi­li­dad no es una carac­te­rís­ti­ca físi­ca. Es habi­li­dad men­tal. Los zorros del gru­po amis­to­so demues­tran una capa­ci­dad mucho más agu­da para comu­ni­car­se con los huma­nos. Si pre­sen­ta a los zorros sal­va­jes con la prue­ba de las dos tazas, fallan apro­xi­ma­da­men­te la mitad de las veces. Por el con­tra­rio, los amis­to­sos zorros pue­den seguir los ges­tos huma­nos para selec­cio­nar la taza ade­cua­da. Sor­pren­den­te­men­te, con­ser­van esta habi­li­dad inclu­so si son cria­dos por zorros del gru­po de control.

Esta dife­ren­cia de capa­ci­dad es increí­ble por­que mues­tra que la socia­bi­li­dad y la capa­ci­dad de comu­ni­ca­ción están uni­das por el mis­mo pro­ce­so gené­ti­co. Si la pre­sión evo­lu­ti­va está selec­cio­nan­do uno, tam­bién está mejo­ran­do el otro. De hecho, esta corres­pon­den­cia tam­bién se obser­va en otros ani­ma­les domes­ti­ca­dos, como huro­nes y pin­zo­nes bengalíes.

Exa­mi­ne­mos si este pro­ce­so pue­de ocu­rrir sin la inter­ven­ción huma­na. ¿Pue­de una espe­cie auto domesticarse?

Los signos reveladores de la domesticación

¿Te gus­ta­ría vivir entre chim­pan­cés? Segu­ro, al prin­ci­pio pue­de pare­cer atrac­ti­vo. Qui­zás la vida de los chim­pan­cés se tra­ta de hol­ga­za­near en la jun­gla y hacer monos. Des­afor­tu­na­da­men­te, la reali­dad es un poco menos hermosa.

“Los seres huma­nos son más com­pa­si­vos. En el caso del chim­pan­cé se pue­de ver la com­pa­sión entre la madre y su cría, pero rara vez se halla en algún otro aspec­to. La com­pa­sión es una carac­te­rís­ti­ca muy humana”.

Jane Goo­dall sobre la com­pa­sión humana

La socie­dad de los chim­pan­cés en reali­dad pue­de ser bas­tan­te bru­tal. Los chim­pan­cés machos patru­llan ruti­na­ria­men­te su terri­to­rio y ata­ca­rán agre­si­va­men­te a cual­quier intru­so. Peor aún, duran­te la tem­po­ra­da de apa­rea­mien­to, ata­ca­rán vio­len­ta­men­te a posi­bles pare­jas. Las chim­pan­cés hem­bras no son mucho mejo­res. A menu­do se pelean entre sí y, a veces, inclu­so matan a los hijos de sus rivales.

No, si estás bus­can­do una vida de pri­ma­tes más pací­fi­ca, estás mejor con el bono­bo. Aun­que está estre­cha­men­te rela­cio­na­do con los chim­pan­cés, esta espe­cie de simio exhi­be un com­por­ta­mien­to mucho más ami­ga­ble y cooperativo.

Enton­ces, si la socie­dad de los chim­pan­cés es vio­len­ta y com­pe­ti­ti­va, ¿cómo es la vida de los bono­bos? Bueno, por un lado, es mucho más rela­ja­do. Más nota­ble­men­te, no hay com­pe­ten­cia com­ba­ti­va por pare­jas. En lugar de que los machos se peleen por hem­bras selec­tas, las hem­bras eli­gen con quién se rela­cio­nan y eli­gen a casi todo el mun­do. De hecho, para los bono­bos, los actos sexua­les son solo una for­ma común de socializar.

Ade­más de menos peleas por pare­jas, los bono­bos tam­po­co caen en la vio­len­cia por la comi­da. Todo lo con­tra­rio, pre­fie­ren com­par­tir. En un expe­ri­men­to ilus­tra­ti­vo, los cien­tí­fi­cos colo­ca­ron una serie de bono­bos solos en una habi­ta­ción con fru­ta fres­ca y una peque­ña puer­ta que deja­ba fue­ra a otro bono­bo. Sin fal­ta, el pri­mer simio siem­pre opta­ba por dejar entrar al segun­do, inclu­so si nun­ca se habían vis­to antes. Los chim­pan­cés, cuan­do se les da la mis­ma opción, se comen todo ellos mismos.

Como era de espe­rar, estos simios más ami­ga­bles tam­bién mues­tran algu­nas de las carac­te­rís­ti­cas físi­cas nota­bles comu­nes en los ani­ma­les domes­ti­ca­dos. Tie­nen caras y man­dí­bu­las más peque­ñas y menos pro­nun­cia­das jun­to con dien­tes más peque­ños y menos fero­ces. Tam­bién tie­nen una pig­men­ta­ción más varia­da con labios rosa­dos ​​y mecho­nes de cabe­llo de color cla­ro inclu­so cuan­do están com­ple­ta­men­te maduros.

Y, al igual que los zorros domes­ti­ca­dos, los bono­bos mues­tran sig­nos de mejo­res habi­li­da­des de comu­ni­ca­ción y coope­ra­ción. Cuan­do se les pre­sen­ta una tarea que requie­re cola­bo­ra­ción, por ejem­plo, un rom­pe­ca­be­zas que requie­re que dos simios tiren de cuer­das simul­tá­nea­men­te para obte­ner una golo­si­na, los bono­bos pue­den tra­ba­jar jun­tos rápi­da­men­te. Sin embar­go, sus pri­mos chim­pan­cés rara vez pue­den hacer lo mismo.

Estos ras­gos físi­cos dis­tin­tos y com­por­ta­mien­tos más igua­li­ta­rios pare­cen indi­car que los bono­bos han pasa­do por un pro­ce­so natu­ral simi­lar a la domes­ti­ca­ción, pero com­ple­ta­men­te en esta­do sal­va­je. Su éxi­to como espe­cie es una fuer­te evi­den­cia de que, en algu­nos casos, debe ser evo­lu­ti­va­men­te ven­ta­jo­so cul­ti­var ras­gos como la ama­bi­li­dad y las habi­li­da­des socia­les cooperativas.

El descubrimiento de Darwin que nos ocultaron y quizás pudo cambiar la historia 1

La evolución humana favorece la amistad

Estás cami­nan­do por la calle cuan­do pasa un extra­ño. No lo cono­ces, pero su ros­tro sua­ve y ama­ble lo hace pare­cer digno de con­fian­za. Es del tipo al que pedi­rías direc­cio­nes si nece­si­ta­ras ayu­da. En reali­dad, este tipo de caras amis­to­sas nos rodean. ¿Pero por qué?

Nues­tra apa­rien­cia exte­rior no es sim­ple­men­te alea­to­ria o super­fi­cial. Todo lo con­tra­rio. Los con­tor­nos y dimen­sio­nes del ros­tro humano moderno indi­can algu­nos cam­bios serios en nues­tras men­tes. ¿Recuer­da cómo los zorros sibe­ria­nos de Bel­yaev cam­bia­ron sus ras­gos físi­cos a medi­da que se vol­vían más ama­bles? Nues­tros pri­me­ros ante­pa­sa­dos ​​pue­den haber pasa­do por el mis­mo proceso.

Los regis­tros fósi­les mues­tran que la evo­lu­ción de los pri­me­ros huma­nos tam­bién pudo haber ele­gi­do la ama­bi­li­dad, y la evi­den­cia está escri­ta en nues­tras caras.

Los huma­nos moder­nos, una espe­cie de homí­ni­do lla­ma­do Homo sapiens , son actual­men­te los pri­ma­tes domi­nan­tes en el pla­ne­ta. Sin embar­go, tan recien­te­men­te como hace 50.000 años, no está­ba­mos tan solos. Solía ​​haber al menos otras cin­co espe­cies de homí­ni­dos en la tie­rra. Sin embar­go, con el paso del tiem­po, gana­mos y nos con­ver­ti­mos en la espe­cie más exi­to­sa. ¿Qué nos dio la ventaja?

Una hipó­te­sis es que nues­tros pri­me­ros ante­pa­sa­dos ​​se auto domes­ti­ca­ron. Es decir, la pre­sión evo­lu­ti­va favo­re­ció a las per­so­nas más ami­ga­bles. Pero, ¿cómo nos dan las habi­li­da­des socia­les una ven­ta­ja sobre nues­tros pri­mos cer­ca­nos? Bueno, una mayor apti­tud para lle­var­se bien per­mi­te a los huma­nos comu­ni­car­se de mane­ra más efi­caz; for­mar estruc­tu­ras socia­les más den­sas y esta­bles; y cola­bo­rar en el desa­rro­llo de nue­vas tec­no­lo­gías. Esen­cial­men­te, la amis­tad y la comu­ni­dad hicie­ron que nues­tra espe­cie fue­ra más fuerte.

Los cien­tí­fi­cos que estu­dian este fenó­meno han encon­tra­do prue­bas con­vin­cen­tes de que el sur­gi­mien­to del Homo sapiens coin­ci­dió con un aumen­to corres­pon­dien­te en la amis­tad. Con­si­de­re esto: la tes­tos­te­ro­na, una hor­mo­na rela­cio­na­da con la com­pe­ten­cia y la agre­sión, tam­bién con­tri­bu­ye a ras­gos facia­les espe­cí­fi­cos como las cejas y las man­dí­bu­las pro­nun­cia­das. Cuan­do exa­mi­na­mos el regis­tro fósil, encon­tra­mos que a medi­da que los huma­nos se vol­vían más exi­to­sos, el bor­de de la ceja y la man­dí­bu­la pro­me­dio se redu­cían sig­ni­fi­ca­ti­va­men­te. Esto indi­ca un víncu­lo entre una mayor socia­bi­li­dad y el avan­ce de nues­tra especie.

escleróticas blancas

Tam­bién se encuen­tran otros sig­nos físi­cos de domes­ti­ca­ción en los ros­tros moder­nos. Por ejem­plo, com­pa­re los ojos huma­nos con los de los chim­pan­cés, y verá que solo los nues­tros tie­nen áreas blan­cas lla­ma­das escle­ró­ti­cas. Esta pér­di­da de pig­men­ta­ción es otro efec­to secun­da­rio de selec­cio­nar por ama­bi­li­dad. Sin embar­go, tam­bién es una adap­ta­ción social útil. 

Las escle­ró­ti­cas blan­cas faci­li­tan la com­pren­sión de dón­de está miran­do alguien, una herra­mien­ta cla­ve para la comu­ni­ca­ción interpersonal.

El descubrimiento de Darwin que nos ocultaron y quizás pudo cambiar la historia 2

Poderosos vínculos sociales con extraños

Luces inter­mi­ten­tes, músi­ca fuer­te, bai­le flui­do y un deseo inten­so e incon­te­ni­ble de abra­zar a todos los que están a la vis­ta. Estos son algu­nos de los efec­tos secun­da­rios cono­ci­dos del con­su­mo ilí­ci­to de éxta­sis. Esta dro­ga, a veces lla­ma­da MDMA, es popu­lar en raves, clu­bes noc­tur­nos y otros entor­nos socia­les hedo­nis­tas. Es fácil enten­der por qué. Tomar una dosis inun­da el cere­bro con sero­to­ni­na y oxi­to­ci­na, dos sus­tan­cias quí­mi­cas estre­cha­men­te rela­cio­na­das con la feli­ci­dad, la eufo­ria y otras emo­cio­nes positivas.

En la mayo­ría de los paí­ses, com­prar éxta­sis es ile­gal. Sin embar­go, afor­tu­na­da­men­te para las per­so­nas que bus­can vibra­cio­nes posi­ti­vas, la evo­lu­ción ha hecho posi­ble obte­ner un gol­pe de sero­to­ni­na y oxi­to­ci­na a la anti­gua. Solo mira a los ojos de alguien. 

A medi­da que los huma­nos evo­lu­cio­na­ron para vol­ver­se más ami­ga­bles, los fuer­tes lazos socia­les se con­vir­tie­ron en una herra­mien­ta esen­cial para la super­vi­ven­cia. Des­pués de todo, exis­ten cla­ros bene­fi­cios de vivir en entor­nos socia­les esta­bles y cola­bo­ra­ti­vos. Bas­ta con mirar a la comu­ni­dad de Had­za en Tan­za­nia. Este gru­po de caza­do­res-reco­lec­to­res ha logra­do man­te­ner a su comu­ni­dad duran­te gene­ra­cio­nes a tra­vés del inter­cam­bio mutuo. Los caza­do­res com­par­ten sus cap­tu­ras, los reco­lec­to­res dis­tri­bu­yen su recom­pen­sa y, como resul­ta­do, todos tie­nen suficiente.

Enton­ces, ¿cómo se for­jan los lazos huma­nos? Una for­ma es con pro­duc­tos quí­mi­cos como la oxi­to­ci­na. Esta neu­ro­hor­mo­na alte­ra la men­te al alte­rar la amíg­da­la , la sec­ción del cere­bro que pro­ce­sa las ame­na­zas y el peli­gro. Con la amíg­da­la ralen­ti­za­da, uno se vuel­ve más abier­to a la inti­mi­dad con los demás. De hecho, los estu­dios mues­tran que las per­so­nas que reci­ben dosis de oxi­to­ci­na mues­tran más empa­tía y están más en sin­to­nía con las emo­cio­nes de los demás.

En los seres huma­nos, la oxi­to­ci­na se pro­du­ce de for­ma natu­ral duran­te los encuen­tros socia­les. Por ejem­plo, des­pués del par­to, tan­to las madres como los bebés se inun­dan con este quí­mi­co para ayu­dar a sellar el víncu­lo paterno. Sin embar­go, la oxi­to­ci­na tam­bién se libe­ra cuan­do las per­so­nas se encuen­tran con extra­ños. Sim­ple­men­te mirar a los ojos de otro humano es sufi­cien­te para acti­var esta sus­tan­cia quí­mi­ca en el cere­bro. Como resul­ta­do, los seres huma­nos pare­cen estar conec­ta­dos para for­mar rela­cio­nes socia­les positivas.

El descubrimiento de Darwin que nos ocultaron y quizás pudo cambiar la historia 3

extraño intragrupo

Esta diná­mi­ca ayu­da a nues­tra espe­cie a cons­truir redes socia­les mucho más allá de nues­tras fami­lias inme­dia­tas. En esen­cia, per­mi­tió la crea­ción de un nue­vo tipo de cate­go­ría social, el extra­ño intra­gru­po. Es alguien a quien no cono­ces per­so­nal­men­te pero que aún tra­tas como par­te de tu gru­po. Los vecin­da­rios, las ciu­da­des y los paí­ses, todas las gran­des comu­ni­da­des en las que con­fia­mos, son posi­bles gra­cias a nues­tra ama­bi­li­dad hacia los extra­ños den­tro del gru­po. Sin embar­go, hay un lado oscu­ro de este vínculo.

El problema de los sesgos cognitivos

Cla­ra­men­te, nues­tra afi­ni­dad natu­ral por la cola­bo­ra­ción y la amis­tad ha ayu­da­do a nues­tra espe­cie a pros­pe­rar duran­te mile­nios. Sin embar­go, aun­que nues­tros ante­pa­sa­dos ​​depen­dían unos de otros para sobre­vi­vir, nues­tra fami­lia huma­na no está com­ple­ta­men­te libre de fric­cio­nes y con­flic­tos. Con­si­de­re la his­to­ria de Rachel.

Naci­da en la Repú­bli­ca Demo­crá­ti­ca del Con­go, Rachel pro­ve­nía de la comu­ni­dad Ban­ya­mu­len­ge, un peque­ño gru­po étni­co cono­ci­do como los judíos negros de Áfri­ca. Si bien su infan­cia fue pací­fi­ca, su vida pos­te­rior se vio empa­ña­da por un con­flic­to bru­tal. A lo lar­go de los noven­ta, el pue­blo ban­ya­mu­len­ge fue con­ti­nua­men­te mar­gi­na­do y ata­ca­do por otros gru­pos polí­ti­cos y étni­cos. El horror cul­mi­nó en 2004 cuan­do un gru­po rebel­de externo ata­có el cam­po de refu­gia­dos de Rachel y mató a toda su familia.

Al prin­ci­pio, esta oscu­ra his­to­ria pare­ce soca­var nues­tra com­pren­sión de la ama­bi­li­dad huma­na. Pero en reali­dad, esta vio­len­cia cruel está rela­cio­na­da con las mis­mas pre­sio­nes evo­lu­ti­vas que nos hacen amables.

La his­to­ria de Rachel es inquie­tan­te pero no úni­ca. La tris­te ver­dad es que la his­to­ria de la huma­ni­dad está lle­na de casos de vio­len­cia, con­flic­to y geno­ci­dio. Pero, ¿cómo pode­mos enten­der estos impul­sos bár­ba­ros sin aban­do­nar nues­tro con­cep­to de ama­bi­li­dad como ven­ta­ja evolutiva?

Para empe­zar, debe­mos con­si­de­rar la des­ven­ta­ja de for­mar fuer­tes lazos socia­les. Si bien la sen­si­bi­li­dad de nues­tro cere­bro a la oxi­to­ci­na nos ayu­da a sen­tir empa­tía con otros miem­bros de nues­tro gru­po, tie­ne un efec­to secun­da­rio des­agra­da­ble. La oxi­to­ci­na tam­bién hace que los mamí­fe­ros sean más agre­si­vos con los foras­te­ros per­ci­bi­dos como ame­na­zas. Para tener una idea, ima­gí­nen­se cómo una madre osa mima con cui­da­do a sus cacho­rros, pero ata­ca feroz­men­te a cual­quier ani­mal cer­cano que parez­ca sospechoso.

Enton­ces, mien­tras que los huma­nos brin­da­rán ayu­da y apo­yo a los extra­ños per­ci­bi­dos como par­te de su gru­po, aque­llos que se ven como extra­ños están suje­tos al tra­ta­mien­to opues­to. Esto se debe en par­te a que nues­tros cere­bros cap­tan a los foras­te­ros con menos teo­ría de la men­te. Eso sig­ni­fi­ca que dedi­ca­mos menos tiem­po a sen­tir empa­tía por los pen­sa­mien­tos, sen­ti­mien­tos y expe­rien­cias de los que no per­te­ne­cen al gru­po. A nivel neu­ro­ló­gi­co, los tra­ta­mos como menos huma­nos por cul­pa de nues­tros ses­gos cognitivos.

simianización

Este fenó­meno tam­bién está pre­sen­te a nivel cul­tu­ral. Cuan­do un gru­po pode­ro­so opri­me a otro, a menu­do des­cri­be a los foras­te­ros como ani­ma­les no huma­nos. Esto a veces se lla­ma simia­ni­za­ción y es evi­den­te en todo, des­de car­te­les de pro­pa­gan­da has­ta insul­tos racia­les. Estas repre­sen­ta­cio­nes sir­ven para avi­var la ten­den­cia natu­ral a odiar a los foras­te­ros. Aun así, la vio­len­cia no es inevi­ta­ble. Al cul­ti­var la empa­tía entre gru­pos, es posi­ble fomen­tar los sen­ti­mien­tos de huma­ni­dad com­par­ti­da que avi­van nues­tros mejo­res instintos.

Cómo podemos fomentar la tolerancia 

Polo­nia, 1941. Los nazis están ocu­pa­dos con el horri­ble tra­ba­jo de aco­rra­lar a las fami­lias judías en gue­tos inhu­ma­nos. Mucha de la pobla­ción local está inti­mi­da­da por las fuer­zas de ocu­pa­ción y hace poco para fre­nar el pro­ce­so. Sin embar­go, Andrzej Pityns­ki se negó a que­dar­se de bra­zos cru­za­dos. Pityns­ki, a pesar de no ser judío, arries­ga su vida para pasar de con­tra­ban­do comi­da a los nece­si­ta­dos. Inclu­so des­pués de ser cap­tu­ra­do y cas­ti­ga­do, él y su espo­sa tra­ba­jan incan­sa­ble­men­te para res­ca­tar al pue­blo judío duran­te la guerra.

¿Qué hizo que los Pityns­ki, y miles de otros héroes como ellos, estu­vie­ran tan com­pro­me­ti­dos con ayu­dar a un gru­po que otros habían des­hu­ma­ni­za­do tan fácil­men­te? Según los soció­lo­gos Pearl y Samuel Oli­ner, la mayo­ría de estas resis­ten­cias tenían algo en común. Todos tenían amis­ta­des cer­ca­nas con veci­nos judíos.

El descubrimiento de Darwin que nos ocultaron y quizás pudo cambiar la historia 4

Las fuer­zas des­hu­ma­ni­za­do­ras que lle­va­ron al holo­caus­to no han des­apa­re­ci­do. Des­afor­tu­na­da­men­te, en todo el mun­do toda­vía hay per­so­nas com­pro­me­ti­das con el odio y la opre­sión de quie­nes son vis­tos como foras­te­ros. Un ejem­plo des­ta­ca­do es la ideo­lo­gía de extre­ma dere­cha . Estos indi­vi­duos obtie­nen una pun­tua­ción alta en las medi­das de Orien­ta­ción al domi­nio social, lo que sig­ni­fi­ca que creen que algu­nos gru­pos, como las mino­rías racia­les, son inhe­ren­te­men­te inferiores.

¿Cómo pue­de una socie­dad evi­tar la difu­sión de opi­nio­nes tan dañi­nas? Algu­nos argu­men­tan que las per­so­nas con creen­cias atra­sa­das debe­rían ser repri­mi­das vio­len­ta­men­te. Sin embar­go, este enfo­que podría ser con­tra­pro­du­cen­te. Recuer­de, los huma­nos tien­den a des­hu­ma­ni­zar a los foras­te­ros cuan­do se sien­ten ame­na­za­dos. Aumen­tar ese sen­ti­mien­to de vul­ne­ra­bi­li­dad podría inten­si­fi­car ese odio exterior.

Un mejor enfo­que pue­de ser crear más espa­cios para inter­ac­cio­nes no ame­na­zan­tes entre gru­pos. La inter­ac­ción social posi­ti­va e infor­mal ero­sio­na los sen­ti­mien­tos nega­ti­vos que ali­men­tan el odio. Por ejem­plo, los estu­dian­tes uni­ver­si­ta­rios asig­na­dos al azar a com­pa­ñe­ros de habi­ta­ción de dife­ren­tes orí­ge­nes racia­les se mues­tran mucho más tole­ran­tes con las dife­ren­cias racia­les en el futu­ro. Asi­mis­mo, en la déca­da de 1940, era mucho más pro­ba­ble que los resi­den­tes blan­cos de los vecin­da­rios des­agre­ga­dos apo­ya­ran una mayor desagregación.

Si que­re­mos evi­tar que nues­tras socie­da­des cai­gan más en la ani­mo­si­dad, debe­mos ase­gu­rar­nos de que las per­so­nas ten­gan con­tac­to en todo tipo de líneas demo­grá­fi­cas. Actual­men­te, las ciu­da­des y pue­blos de los Esta­dos Uni­dos sue­len estar divi­di­dos espa­cial­men­te. Hay zonas ricas y zonas pobres, barrios blan­cos y barrios negros. 

Sin embar­go, los esta­dou­ni­den­ses pue­den comen­zar a hacer retro­ce­der esta segre­ga­ción arrai­ga­da cam­bian­do cons­cien­te­men­te las ciu­da­des para fomen­tar la inter­ac­ción. Es impor­tan­te finan­ciar más desa­rro­llos de vivien­das de ingre­sos mix­tos, cons­truir espa­cios públi­cos más inclu­si­vos y derri­bar las barre­ras físi­cas que sepa­ran a las per­so­nas. En resu­men, es impor­tan­te cons­truir ciu­da­des don­de la gen­te conoz­ca a todos sus vecinos.

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Nuestro trato a los animales refleja nuestro trato mutuo

Duran­te la Segun­da Gue­rra del Con­go, la con­ser­va­cio­nis­ta Clau­di­ne André tuvo un pro­ble­ma. Kinsha­sa, su ciu­dad natal, esta­ba sitia­da. Caían bom­bas todos los días. Tan­to el agua pota­ble como la elec­tri­ci­dad fia­ble eran difí­ci­les de con­se­guir. Para col­mo, André tuvo que hacer­se car­go de una doce­na de bono­bos en estas duras condiciones.

No fue fácil, pero André hizo todo lo posi­ble para man­te­ner vivos y feli­ces a los vul­ne­ra­bles simios. Los deja­ba vivir en su casa y cada día los con­du­cía a un bos­que apar­ta­do para jugar y socia­li­zar. Des­pués de la gue­rra, esta­ble­ció doce­nas de clu­bes de bon­dad. En estos peque­ños san­tua­rios, los niños loca­les pudie­ron cono­cer a los bono­bos y apren­der sobre sus vidas.

¿Por qué André que­ría que los niños cono­cie­ran a los bono­bos? Para ella, la razón era sim­ple. Podría evi­tar otro con­flic­to. Si los niños apren­den a res­pe­tar y amar a los ani­ma­les, es más pro­ba­ble que se cui­den unos a otros.

Los seres huma­nos han vivi­do jun­to a otros ani­ma­les des­de que exis­te nues­tra espe­cie. Si bien los usa­mos a menu­do como ali­men­to y como tra­ba­ja­do­res, tam­bién hemos con­si­de­ra­do a los ani­ma­les como una fami­lia. Nues­tro amor por los ani­ma­les es inclu­so evi­den­te en nues­tros ritua­les. En todo el mun­do, los arqueó­lo­gos han encon­tra­do anti­guos luga­res de ente­rra­mien­to don­de nues­tros ante­pa­sa­dos ​​des­can­sa­ron jun­to a sus com­pa­ñe­ros caninos.

Dadas nues­tras estre­chas rela­cio­nes socia­les con los ani­ma­les, no debe­ría sor­pren­der­nos que las per­so­nas que fomen­tan las amis­ta­des entre espe­cies ten­gan más pro­ba­bi­li­da­des de mos­trar bon­dad tam­bién a otros huma­nos. Los psi­có­lo­gos Gor­don Hod­son y Kris­tof Dhont estu­dia­ron esta diná­mi­ca. Des­cu­brie­ron que las per­so­nas que atri­buían más pen­sa­mien­tos y sen­ti­mien­tos a los ani­ma­les tam­bién pun­tua­ban más alto en las medi­das de tolerancia.

Otro estu­dio, rea­li­za­do por Brian Hare y su estu­dian­te de pos­gra­do Wen Zhou, exa­mi­nó este fenó­meno aún más de cer­ca. En una encues­ta, los cien­tí­fi­cos pre­gun­ta­ron a las per­so­nas si esta­ban de acuer­do en que algu­nas razas de perros eran inhe­ren­te­men­te supe­rio­res a otras. Aque­llos que vie­ron la ver­dad en la decla­ra­ción tam­bién obtu­vie­ron altos pun­ta­jes en las medi­das de Orien­ta­ción al domi­nio social. Es decir, tam­bién favo­re­cie­ron las jerar­quías en la socie­dad humana.

Cla­ra­men­te, cómo vemos el mun­do ani­mal y nues­tra rela­ción con otras cria­tu­ras vivien­tes, tie­ne impli­ca­cio­nes en cómo nos vemos unos a otros. Qui­zás, si apren­de­mos a cul­ti­var una acti­tud afec­tuo­sa hacia toda la natu­ra­le­za, ten­dre­mos más pro­ba­bi­li­da­des de apro­ve­char nues­tra mayor for­ta­le­za, nues­tra capa­ci­dad de amistad.


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Filed Under: Diversidad Y Estilos de vida Tagged With: Darwin, ideologías, ley del más apto, sociedad, teoría de la evolución

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