Actualizado el lunes, 27 mayo, 2019
En un día como hoy de 1799 murió el sensible, romántico e irónico Aleksandr Pushkin que, aunque no ha sido el escritor romántico más conocido universalmente, su obra y su excéntrica personalidad lo hacen indeleble para la historia. Su gran aportación fue crear la literatura rusa moderna, es decir, que escribió en la lengua vernácula rusa, siendo el pionero y llegando a crear un nuevo género literario, entre el drama, el romance y la sátira. Su nueva narrativa influyó en grandes escritores posteriores como Dostoyevski, Gógol, Tiútchev y Tolstói, así como en los compositores rusos Chaikovski y Músorgski.
Provenía de una familia aristocrática que le hizo conocer la lengua francesa y, ya desde muy joven, le incitaron a leer y conocer la literatura —destacan los cuentos populares que le contaban su abuela y su aya—. Sintiendo un gran entusiasmo precoz por la creación literaria, consiguió imitar desde muy joven a sus más queridos maestros como Molière, Byron y Shakespeare.
Pushkin se declinó a devorar vorazmente la biblioteca de 3.000 volúmenes que tenía su padre, prescindiendo de los otros estudios escolares. Muy pronto impresionó a los escritores contemporáneos de su época: con su obra Ruslán y Liudmila, publicada en 1820, destruyó los cánones poéticos del Neoclasicismo, creando una gran controversia por la temática y el estilo.
No se encasilló en su interior literario; también fue un luchador social. Pushkin reivindicó los movimientos de reforma social del momento, convirtiéndose en portavoz de los escritores radicales con la ayuda de algunas de sus obras como Oda a la libertad. Alejandro I estuvo a punto de desterrarlo a Siberia, pero sus protectores hicieron que pudiera exiliarse al Cáucaso, donde los paisajes le inspiraron el Poema cautivo del Cáucaso, entre 1820 y 1821. Cuando Nicolás I sucedió al zar Alejandro I se ofreció a proteger a Pushkin y le permitió volver a Moscú.
Tubo varias historias con los gobiernos y los agentes políticos del momento y, por otro lado, mantuvo su pasión por los naipes, los duelos y los amoríos que inspiraron varias de sus obras, como La hija del capitán y La dama de Picas. La primera, ambientada en la edad media rusa con una trama al estilo caballeresco de esta época del siglo XIII; y la otra, una trama rocambolesca y satírica bajo el desarrollo de un personaje alicaído con síntomas de locura.
Veamos uno de sus mejores poemas que os traducimos del inglés. Es bueno recordar que a pesar de la vida bastante desenfrenada que llevó, tuvo una vida literaria muy rica y llena de valores.
El Profeta de 1826
Atormentado por la sed espiritual,
me arrastré por un desierto sombrío.
Y un serafín de seis alas
apareció a mí en el cruce de los caminos.
Me tocó los ojos
con dedos tan ligeros como un sueño:
Y mis ojos proféticos se abrieron
como los de un águila asustada.
Me tocó los oídos
y se llenaron de ruido y de alaridos:
Y oí el estremecimiento de los cielos,
y el vuelo de los ángeles en las alturas,
y el movimiento de las bestias del mar bajo las aguas,
y el sonido de la vid que crece en el valle.
Se inclinó hacia mi boca
y arrancó mi lengua,
pecador, decente y dado a la charla inútil;
con la mano derecha empapada en sangre
él insertó la lengua de una serpiente sabia,
en mi boca adormecida.
Él clavo mi pecho con una espada,
y arrancó mi corazón tembloroso,
y empujó un carbón de fuego vivo
en mi pecho abierto.
Como un cadáver, yacía en el desierto.
Y la voz de Dios me clamó:
«Levántate, oh profeta, mira y oye,
estén llenos de mi voluntad,
ir adelante sobre la tierra y el mar,
y pon tu corazón en fuego con tu palabra».
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