Actualizado el lunes, 1 julio, 2019
Fraguas es el pueblo distinto en la España de pueblos deshabitados. Se encuentra en la Sierra Norte de Guadalajara, uno de los puntos más faltos de pobladores del país. Lo curioso de este lugar es que su población se ha multiplicado en los últimos cuatro años y la media de edad roza los 30 años.
En Fraguas, actualmente proliferan las huertas; tienen un gallinero, una biblioteca, se produce cerveza artesanal, se construyen casas con adobe. También se utilizan energías renovables; se fomenta la permacultura, abogando por una vida más sostenible. Lo que está pasando en Fraguas, gracias a sus nuevos habitantes y el cohousing, es un gran ejemplo para otros pueblos al borde de la extinción.
Sin embargo, hay un problema: en Fraguas, un pueblo muerto hace ya casi 50 años, sus nuevos pobladores son okupas. Su proyecto de comunidad nació en 2013 y hoy se enfrenta a una pena de cuatro años para los seis imputados acusados de delitos contra la ordenación del territorio y daños, además de usurpación de monte público. A todo ello se suma una multa de 26.779 euros para sufragar la demolición. Si la denuncia de la Junta de Castilla-La Mancha prospera, se demolerá todo lo construido por los nuevos habitantes de este pueblo fantasma.
La aldea fue oficialmente abandonada en 1968 y posteriormente utilizada para maniobras militares. Aún así, este grupo de jóvenes ha ido reconstruyendo con sus propias manos las casas destruidas para poder desarrollar su proyecto de neorruralismo, es decir, la vuelta al campo desde las ciudades donde ya no encuentran posibilidades de desarrollo y bienestar tanto económico como ideológico. Es importante remarcar, además, que los nuevos pobladores cuentan con el apoyo de los vecinos de la zona, así como de los antiguos habitantes del pueblo. Por ello, han realizado una petición que han abierto en la plataforma change.org para frenar la demolición del que ya es su hogar.
«Nos juntamos, decidimos que era un buen sitio y nos pusimos a trabajar. Estuvimos durmiendo seis meses al raso, pero hemos tenido el apoyo de muchos colectivos y personas que nos ayudan», cuenta Issac Alcázar, uno de los primeros repobladores.
«Queremos un modelo de sociedad comunitario, autosuficiente y autogestionado —explican— no se trata de nuestro pueblo, sino de un proyecto social».
«Durante los años 60 el gobierno, a través de Patrimonio Forestal (ahora ICONA), coaccionó a los habitantes de Fraguas para que vendieran el pueblo. El objetivo era llevar a cabo una plantación de Pino Pinaster para su explotación, modificando radicalmente el paisaje. En un primer momento se expropiaron las tierras de cultivo y pastoreo a los vecinos, lo que asfixió al pueblo. Finalmente, en 1968, Fraguas fue expropiado a pesar de que no todo el mundo firmara el acuerdo. Se vendió todo el pueblo por tres millones de pesetas». Al menos, así lo cuentan los antiguos habitantes del pueblo manchego.
Isidro, antiguo residente del pueblo que supera ya los 70 años, al encontrarse con los nuevos habitantes, ha sentido como el pueblo volvía a renacer. Desde entonces viaja asiduamente a visitarlos.
«Cuando vinimos y los vimos, nos dio mucha alegría. Volvía a haber vida en el pueblo», señala.
Además, otro antiguo habitante dedicó estas palabras a los repobladores: “Para los nuevos habitantes de Fraguas: A ver si vosotros recuperáis la historia de nuevo de este pueblo, aunque algunas instituciones tanto militares como religiosas hayan tratado de destruirla y hasta el gobierno quiere venderlo a particulares (finca privada prohibido el paso). Quiero recordaros que tratéis con el cariño y el respeto que se merecen esas piedras que hoy están muertas y caídas entre las zarzas y la maleza y que en otros tiempos tuvieron vida y formaron parte de la historia de estas gentes que tanto lucharon por la vida y tantas calamidades pasaron”.
El proyecto sustentable y comunitario de Fraguas es muy conocido. A lo largo de la semana van muchas personas a visitar el lugar y la iniciativa. Allí se elaboran productos artesanales, hay un mercadillos de alimentos frescos de la huerta ecológica, se celebran comidas populares y se dan talleres de bioconstrucción y permacultura. Los repobladores, mientras los jueces siguen debatiendo qué hacer con el lugar, siguen esforzándose, levantando piedras, mezclando adobe y reconstruyendo este pueblo que antes estaba abandonado.
¡Vivan los pobladores de Fraguas!
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.