Actualizado el miércoles, 9 diciembre, 2020
Apelar a la nostalgia no es sólo emotivo, también vende más porque no podemos evitar coincidir con el eterno dicho: cualquier tiempo pasado fue mejor. Sin duda, recordar las épocas de antaño provoca una conexión emocional de la que es muy complicado escapar.
¿Por qué siguen tan de moda lo retro y lo vintage incluso en un contexto tan innovador y tecnológico?
La nostalgia solía ser una enfermedad
Varios científicos lo han tratado y se han desarrollado conclusiones que nos confirmar que la nostalgia no entiende de géneros, épocas o ámbitos de aplicación. La encontramos en la música, en la moda e incluso en la política. La nostalgia es el motivo por el que un producto se carga de significado y se convierte en icono.
Nostalgia proviene de ‘nostos’ (retorno), y ‘algos’ (dolor). Por ello, la nostalgia se consideraba una enfermedad en el siglo XVII.
La nostalgia tiene algo que ver con el anhelo, así como con la sensación de pérdida y la búsqueda del origen.
¿Antes se vivía mejor?
Suena romántico, pero también tiene algo de melancólico. Hay una distinción entre las formas de conciencia de la nostalgia «reflexiva» e «interpretativa» y es en esa distinción, donde nuestra conciencia deja a un lado los razonamientos y se deja llevar por las emociones que conserva en el recuerdo.
La nostalgia está siempre presente en nuestras vidas y conecta con lo más profundo de nuestra identidad: aquellos recuerdos que dan sentido a quienes somos. Al mismo tiempo, es considerada entre los psicólogos no solo como un componente importante para la base de la identidad, sino también como una especie de síntoma de la necesidad de detener el tiempo.
Esta es sólo una de las muchas razones por las que sigue siendo un gran argumento de venta para muchas marcas y productos.
La nostalgia a través de las diferentes décadas
Usamos un producto (una canción, un diseño, una película) para recordar un momento de nuestras vidas. La nostalgia es un fenómeno de agitación y ha estado presente en múltiples culturas. La tendencia vintage y retro de hoy no es algo único» explica el científico de los medios y autor del libro Nostalgia analógica en la cultura de los medios digitales, Dominik Schrey. Por ejemplo, la apariencia hippie que celebramos hoy, que en realidad está vinculada a la década de 1960, fue en sí misma un recurso para estos hipster de los años cincuenta.
Si solo escuchamos nuestra música por teléfono y leemos libros en el libro electrónico, ¿por qué conservamos los grandes clásicos en nuestra estantería?
Nostalgia y conservadurismo político
Este concepto también puede ser una forma de protesta contra algo sobre lo que queremos ganar control.
Con el cambio de tiempo y las influencias externas, también nosotros cambiamos, nos guste o no. Podemos revivir elementos que se han vuelto superfluos como resultado del progreso tecnológico, pero inevitablemente cambian su significado: lo que solía ser el último desarrollo ahora es, en su mayoría, «de culto». Por tanto, hasta cierto punto, la nostalgia también puede ser una forma de protesta contra algo sobre lo que queremos recuperar el control.
Los impulsos nostálgicos también tienen efecto en la política una y otra vez. Esto se puede ver en la retórica o el advenimiento de partidos y movimientos conservadores. Mediante el recurso a un pasado común e históricamente transfigurado, se construye una identidad que es muy popular, especialmente en tiempos inciertos y de agitación.
El peso del tiempo en el presente, las traiciones en la tradición, la melancolía.
Edgar Strahele, Memoria de la revolución
(Girona: Cátedra Walter Benjamin)
Es la melancolía un estado de ensimismamiento que ocurre cuando el presente es invadido por el pasado. La melancolía de izquierdas, cuando los fracasos del presente se valoran a la luz de los pasados (Strahele); la melancolía generacional, cuando la experiencia del paso de los años lleva a pensar los iconos culturales que dieron a una vida imágenes y sonidos pesan sobre los signos del presente (X. Fernández). Los estilos no pueden ser más contrapuestos pero la cuestión es común. Signos del presente. Desde Toni Domènech, no había conocido a nadie como Strahele que maneje tal cantidad de conocimientos históricos en clave de profundidad filosófica y lo haga a una edad inauditamente joven. No es extraño que su autora de referencia sea Hannah Arendt, con la que comparte estilo y sabiduría. Su libro versa sobre la dialéctica de la tradición, entre Marx y Benjamin. Marx abjuraba de las referencias al pasado en las revoluciones. Cada revolución, insistía, necesita refugiarse en los fantasmas del pasado porque no sabe leer adecuadamente el presente. En el extremo opuesto, Benjamin sostenía que el motor básico de cada revolución es rescatar la memoria de los vencidos. Como Rosa Luxemburg, Benjamin sostenía que el camino de las derrotas es el camino de la revolución. Tenemos pues dos actitudes contrapuestas y justificadas para, de un lado, sospechar de la historia y, por otra, para rescatar la tradición perdida u ocultada.
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