Actualizado el sábado, 29 octubre, 2016
Lo ha vuelto a hacer. Banksy, el famoso artista urbano, de nuevo llega para causar revuelo. El pasado 24 de enero, amaneció en la embajada francesa de Londres su última obra. Puede que éste graffiti te resulte familiar, ya que se trata de la famosa chica de la portada de la obra “Los Miserables”. Aunque en este caso, posa con lágrimas en los ojos sobre el fondo de una ondeante bandera francesa y un bote de gas lacrimógeno en acción bajo ella.
La pieza se trata de una crítica al uso de este gas en el campo de refugiados de Calais, al norte de Francia, que ha vuelto, una vez más, a vivir un episodio de tensión.
A esta imagen cargada de controversia, se une la inserción por parte del autor, de un código QR, con el que ha creado un nuevo concepto de “arte urbano 2.0” en el que conecta crítica con realidad virtual para aumentar esta protesta, ya que, cuando se escanea con el móvil, se descarga un vídeo de una redada policial en el campamento del pasado 5 de enero.
Este es el vídeo:
Así pues, este cuadro, junto con el QR, se ha tornado en arte y contexto bajo una misma expresión. El “artista callejero” ha vuelto para reinventarse una vez más, desde que la crisis de inmigración ha azotado el continente. Hará un mes y poco ya pudimos ver otra de sus obras con un motivo similar “Jungla de Calais a Steve Jobs”, en el que nos recuerda como una figura tan valorada en el mundo occidental, tiene raíces sirias.
Otro de sus graffitis se sitúa frente a la Play: nos muestra un niño mirando a Gran Bretaña a través de un catalejo donde se posa un buitre. Y el útimo, trata una versión de “La balsa de la Medusa” de Gericault, con unos náufragos pidiendo auxilio a un yate como protagonistas.
Como podemos observar, Banksy no renuncia a la metáfora y la acidez en sus obras, lo que ha reavivado el debate, una vez los medios de comunicación habían pasado de página. El gobierno francés ha salido en su defensa alegando que no utilizan gases lacrimógenos, si no es de extrema necesidad. No obstante, numerosos vídeos, incluido el de la obra, muestran lo contrario.
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