Actualizado el martes, 12 noviembre, 2024
Japón es uno de los países en el que más duro se trabaja en el mundo. Así, el fin de semana, algunos hombres y mujeres japoneses se sueltan tanto que llegan a una consecuencia un tanto sorprendente: se emborrachan hasta quedarse dormidos tirados en la calle. Al acabar la noche del viernes y el sábado se pueden encontrar miles de personas durmiendo en las calles de Tokyo. En la ciudad, esto se considera un comportamiento normal, por una nueva campaña decidió abordar la cuestión.
Con el fin de terminar con esta costumbre, Yaocho Bar Group (junto con las agencias publicitarias Ogilvy & Mather y Geometry Global), una famosa cadena de clubes nocturnos, decidió hacer de los mismos borrachos parte de una campaña que invita a evitar este tipo de comportamiento. Los creadores realizan anuncios improvisados con cinta adhesiva y letras de cartón con la leyenda #nomisugi (demasiado borracho) en un intento de simular una valla publicitaria. Además convocan a ciudadanos a tomar fotografías de las personas ebrias dormidas y a subirlas a redes sociales con ese hashtag.
Debido a que la sociedad japonesa valora el honor como una de sus máximas esta campaña persigue lograr absolutamente lo contrario: la humillación y la vergüenza pública.
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Agencias: Ogilvy & Mather Japan/Geometry Global Japan
Director: Kentaro Shima
Original: Yaocho Bar Group
El uso del comportamiento humano como parte de una campaña publicitaria no es algo nuevo. Sin embargo, la idea de Yaocho Bar Group, junto con las agencias Ogilvy & Mather y Geometry Global, de hacer que personas ebrias sean el centro de una campaña llamada #nomisugi es particularmente provocativa. Bajo la premisa de que las personas que se exceden con el alcohol en los clubes nocturnos necesitan ser señaladas y avergonzadas, la iniciativa plantea serias preguntas éticas sobre la exposición y el consentimiento en el ámbito de la publicidad.
En primer lugar, el concepto de convertir a una persona vulnerable en una “valla publicitaria humana” genera un choque moral evidente. Las personas ebrias suelen estar en un estado de indefensión, con una capacidad reducida para tomar decisiones conscientes. ¿Es correcto aprovechar ese estado para fines publicitarios? Si bien la intención de la campaña es poner un alto a comportamientos problemáticos asociados al exceso de alcohol, como la irresponsabilidad o el desorden en la vida nocturna, hacerlo de esta manera podría estar más cerca del escarnio público que de una estrategia educativa o preventiva.
En segundo lugar, la participación de los ciudadanos en esta campaña, al ser invitados a fotografiar a personas en estado de embriaguez y subir esas imágenes con el hashtag #nomisugi, transforma a las redes sociales en un tribunal público. La viralización de estas imágenes puede desembocar en la humillación de las personas retratadas, quienes quizás no dieron su consentimiento para aparecer en esas publicaciones. La cultura del “shaming” se alimenta de este tipo de acciones, y en lugar de promover la reflexión, a menudo desemboca en burlas y comentarios despectivos. Esto puede agravar problemas como la marginación social y el estigma.
A nivel publicitario, es innegable que la campaña es creativa. Utiliza elementos inesperados (personas ebrias, cinta adhesiva y letras de cartón) y apela al humor visual para atraer la atención. Además, el uso de un hashtag proporciona una vía de amplificación en redes sociales que, en tiempos de campañas virales, es una estrategia efectiva. Sin embargo, el impacto negativo que puede tener en la reputación y el bienestar de las personas involucradas debe ser considerado con igual importancia.
En lugar de apuntar hacia la humillación pública, quizás una campaña que se enfoque en los efectos a largo plazo del consumo excesivo de alcohol y en estrategias educativas para fomentar un consumo responsable sería más adecuada. A la larga, el cambio de comportamiento que buscan alcanzar podría lograrse a través de la empatía y la comprensión, en lugar de la vergüenza.
El desafío radica en cómo abordar comportamientos destructivos sin caer en tácticas que a su vez perpetúan dinámicas sociales problemáticas. Si bien la creatividad publicitaria busca sorprender y romper esquemas, es crucial no perder de vista el respeto por la dignidad humana.
Problemas de alcoholismo en Japón
El alcoholismo en Japón es una problemática que, aunque a menudo no se visibiliza como en otros países, está muy presente en la sociedad. La cultura japonesa ha normalizado el consumo de alcohol en situaciones laborales y sociales, siendo común que se considere parte de la vida cotidiana en reuniones de trabajo, eventos sociales y celebraciones. Esto ha llevado a una especie de «presión social» en la que muchas personas se sienten obligadas a beber, incluso si no quieren o no pueden.
Algunos factores contribuyen al consumo de alcohol en Japón:
- Cultura de la bebida en el ámbito laboral: Es habitual que después de trabajar se realicen reuniones llamadas nomikai, donde los empleados beben en grupo. Estas reuniones pueden ser importantes para el networking y la cohesión del equipo, pero también ejercen presión social.
- Accesibilidad y disponibilidad del alcohol: El alcohol es relativamente barato y fácil de adquirir. Se vende en máquinas expendedoras, tiendas de conveniencia y supermercados, lo que facilita su consumo.
- Estigma hacia el tratamiento de la adicción: Aunque el consumo de alcohol es culturalmente aceptado, buscar ayuda para una adicción puede estar asociado a una pérdida de reputación. Esto provoca que muchas personas no busquen tratamiento y que el problema permanezca oculto.
- Tolerancia social al consumo excesivo: Aunque existen límites legales para conducir bajo los efectos del alcohol, hay cierta tolerancia hacia el consumo excesivo en eventos sociales, especialmente si está relacionado con el trabajo. Esto a veces se percibe como un reflejo de dedicación laboral o integración social.
En respuesta a estos problemas, Japón ha comenzado a implementar campañas de sensibilización sobre el consumo moderado y los riesgos del alcoholismo. La sociedad japonesa está abriendo más espacio para el diálogo sobre la adicción y las opciones de tratamiento, y se están creando grupos de apoyo y centros de rehabilitación.
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