Actualizado el martes, 18 junio, 2019
YouTube está anunciando el inicio de una gigantesca purga de contenido, cuyo objetivo, afirman, es luchar contra el discurso de odio y «proteger a la comunidad frente a los contenidos dañinos». Esto significa que a partir de hoy estarán eliminando todo aquel vídeo o canal donde se ofrezca este tipo de contenidos, de acuerdo a los criterios de YouTube.
Esto ha levantado todo tipo de comentarios y críticas en redes sociales, donde bajo el hashtag #YouTubePurge podemos encontrar una gran cantidad de opiniones tanto a favor de la medida como en contra. Veamos de qué se trata.
El problema es… ¿qué otros contenidos serán también censurados?
Una importante actualización de sus políticas contra el discurso de odio
YouTube está cambiando sus políticas comunitarias como parte de una nueva medida más enérgica contra los vídeos extremistas. Un nuevo intento de moderación de contenido que se basará, afirman desde el servicio de Google, en tres puntos clave:
- Eliminar el odio y el supremacismo de YouTube.
- Reducir el contenido que promueve información errónea e impulsar contenidos de fuentes autorizadas.
- Hacer cumplir sus políticas de monetización: aquellos canales que incumplan repetidamente las directrices sobre el discurso del odio serán suspendidos del programa de partners.
¿Son legales los discursos de odio?
El discurso del odio a menudo se ampara en la libertad de expresión, una libertad que no es absoluta y está limitada cuando colisiona con otros derechos como la igualdad, el derecho al honor o la dignidad de la persona. Sin embargo, la jurisprudencia española se ha inclinado hacia la protección de la libertad de expresión y ha sido poco proclive a la persecución penal del discurso del odio, creando un marco en el que el uso de este tipo de discurso apenas encuentra obstáculos, puesto que raramente sus autores afrontan alguna consecuencia legal.
Los argumentos utilizados en el discurso al odio se basan en prejuicios y estereotipos sobre colectivos que, por su simplicidad y repetición, calan en la población con facilidad, sobre todo en un contexto de crisis económica y social. Un discurso que, además, ha encontrado en Internet el canal de propagación ideal, entre otros motivos por el anonimato e impunidad que la red permite a sus autores. El también llamado ciberodio es un fenómeno creciente en toda Europa contra el que urge una actuación global.
«En el siglo XXI es muy difícil tener una exclusiva entre tus manos, en una sociedad donde la información corre como la pólvora. Si sólo te lo cuentan a ti, huye, es mentira.
Por eso, cuando compartes este tipo de información estás dejando patente tu incultura digital, tu pasividad a la hora de informarte y lo fácilmente manejable que eres»
Desde tiempos inmemoriales el prejuicio ha tenido mucha más fuerza que la verdad científica o soportada con evidencias. Por eso Galileo fue obligado a retractarse, luego de que Copérnico fuera pasado por la hoguera. Sin embargo, en los tiempos actuales esto ha adquirido una nueva dimensión, debido al enorme poder de penetración que tuvieron primero los medios de comunicación y luego las redes sociales.
La difusión de una información falsa se hace en segundos, y masivamente en la actualidad. Así mismo, para crear el efecto de veracidad existen nuevas y sofisticadas herramientas que están al alcance casi de cualquiera.
Trucar una imagen o un audio es algo que se puede hacer con medios al alcance de muchos. También hay formas de lograr que la misma información falsa surja de fuentes paralelas y simultáneas. Así se crea el efecto de “son muchos los que dicen lo mismo, por lo cual, debe ser verdad”.