Actualizado el sábado, 6 agosto, 2016
La adicción a mirar nuestro teléfono móvil (hoy llamado «smombies») podría recordarnos a cómo antiguamente (y aún hoy en muchas casas), la televisión estaba siempre encendida.
Si era el compañero del hogar, ahora parece que el smartphone es nuestro compañero viandante y cada vez es más habitual encontrar a la gente con la mirada fija en la pantalla mientras están detenidas esperando, mientras están sentadas… ¡e incluso mientras van conduciendo o andando!
Ya forma parte del paisaje de nuestras ciudades. Caminar mirando la pantalla del teléfono es una peligrosa forma de desplazarse que puede provocar no sólo problemas de espalda sino también un choque fortuito con algún elemento del mobiliario urbano, algún otro viandante o ¡incluso un coche! Ya ha habido varios atropellos e incluso accidentes mortales.
En algunos países ya han pasado a la acción para prevenir el peligro y comienzan a multar por caminar así al entenderlo una conducta peligrosa (cómo ir en la bicicleta sin caso). Pero en la ciudad alemana de Augsburgo han preferido una solución innovadora sobre la que me gustaría que opináramos. Han instalado los que podrían llegar a popularizarse como los semáforos del futuro: filas de luces led instaladas en la calzada para avisar al peatón.
‘SMOMBIES’ = smartphone + zombie
De momento, estos nuevos semáforos funcionan a modo de experimento, porque aún no están regulados por una ley federal. Sin embargo Alemania son tantas las personas que caminan así por la calle, enganchados al teléfono, que incluso ya les han puesto un nombre:’smombies‘ (de ‘smartphone’ y ‘zombies’). ¿No os recuerda a algo?
El libro “Present Shock” de Douglas Rushkoff ya nos advertía que en el presente perpetuo de la información instantánea que nos invade, nuestro ser se fragmenta para abarcar todos los presentes que la información nos plantea.
En el libro, Rushkoff presenta el término digifrenia para intentar explicar esta psicopatología de la era digital: disminuye nuestra capacidad de poner atención y controlar nuestros pensamientos atenta directamente contra nuestra capacidad de reflexión, de decisión y en definitiva poder elegir correctamente.