Actualizado el sábado, 26 septiembre, 2020
Es cuanto menos asombroso que cuando nos hablan de redes sociales directamente nuestra mente relacione este concepto al de las redes sociales que han nacido gracias a la tecnología de la Internet y su herramienta más conocida, la Web. Esto se debe al arrollador florecimiento de las mismas en los últimos años: Instagram, Facebook o Twitter son solo alguno de los ejemplos de redes sociales nacidas en el entorno de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación.
No obstante, estas redes sociales, que hemos citado anteriormente, no son nada más que un artificio de la tecnología cuyos creadores han sido capaces de imitar, con un mayor o menor éxito a las redes sociales en las que, en muchas ocasiones, sin ni si quiera percatarnos estamos inmersos: las redes sociales humanas. Hemos de advertir que, en caso alguno podemos renegar, que estas páginas Web han servido como un importante impulso a la hora de poder entender y comprender a las redes sociales humanas, fuera de la tecnología de la Internet.
Redes sociales analógicas
Si pensamos, desde la red social más simple, una díada, es decir, una red social compuesta por dos de personas como es el caso de una pareja, se puede ver el elevado precio que se paga por pertenecer a ellos, por ejemplo, en situaciones en las que uno de los miembros de esa pareja muere, quedando sola la otra persona, desesperado por quien más amaba; del mismo modo ocurre en otras situaciones como cuando una enfermedad grave de uno de los miembros de la díada puede acabar afectando al otro. Con estos ejemplos podemos avanzar que la salud de las personas está interconectada, al igual que las personas lo estamos.
CONSEGUIR JUNTOS LO QUE NO PODEMOS CONSEGUIR POR SEPARADO
Una de las preguntas más importantes y reiterativas que los estudiosos sobre esta materia se hacen es ¿Cómo llegaron los hombres a conseguir juntos lo que no podían conseguir por separado? La respuesta que se ha dado es tan simple como compleja: las personas están conectadas por inmensas redes sociales. Así, los estudiosos se han dado cuenta que nuestra influencia no termina en las personas que conocemos pues, en teoría, nuestras acciones pueden alcanzar a personas a las que ni siquiera conocemos.
Vivimos el fin de la era industrial y el inicio de la era de la democratización. En este momento de transición sufrimos todavía los defectos de los sistemas obsoletos del pasado: en la educación, en las finanzas, en la política… Mientras estas instituciones se renuevan, los ciudadanos también han de adaptarse a los cambios, y convencerse de que el mundo podría ser un lugar mejor. Solo depende de los propios ciudadanos. En este especial de Redes, Elsa Punset continua su charla con el escritor y divulgador británico Mark Stevenson y nos revelan juntos las claves que podemos incorporar ya a la vida cotidiana, en busca de un mundo mejor
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