Llevamos generaciones enteras sabiendo que nos estamos atando mal los cordones… pero casi nadie se ponía de acuerdo en la mejor solución… ¡hasta ahora!
Primero debemos cruzar un cordón por encima de otro, a continuación debemos realizar un lazo con uno de los dos cordones, si lo realizamos con el derecho, es decir, con el que se encuentra del lado izquierdo, el cordón izquierdo situado del lado derecho, debe pasar por debajo del lazo para después envolverlo y realizar el nudo. De esta forma, los lazos realizados caerán a los lados de la zapatilla y la sujeción será correcta y equilibrada.
Al invertir la dirección de los dos nudos, el lazo final queda equilibrado y más elegante, al caer perpendicularmente sobre el empeine. Además de ser estéticamente más resultón, este nudo tarda menos en desatarse y no es necesario ni apretarlo más fuerte ni hacer un tercer nudo de seguridad.
Curiosamente nuestros padres quedan suficientemente satisfechos cuando logramos abrocharnos los zapatos. Como nadie nos explica qué hacemos mal, nos pasamos la vida quejándonos de que se nos desabrochan los cordones y, lo que es aún peor, no enseñamos a nuestros hijos la forma apropiada de anudarlos y el problema se perpetúa.
La diferencia entre las dos formas de anudarse los zapatos se puso a prueba en 2013, en un programa de televisión alemán. Dos grupos de voluntarios se pusieron a correr sobre una cinta. Siete de los diez que usaron el nudo de la abuela tuvieron que parar porque sus cordones se habían desatado. En cambio, todos los cordones con nudo estándar o cuadrado resistieron durante todo el experimento, que duró una hora.
Por cierto… si ya te los atas bien pero necesitas un extra, no te pierdas también estos consejos:
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.